Pareja iraquí entre los primeros refugiados del mundo en recibir la vacuna de COVID-19

Después de recibir la vacuna como parte del plan nacional de inmunización de Jordania, la refugiada iraquí Raia espera que la vida vuelva pronto a la normalidad y que otros refugiados la sigan.

La refugiada iraquí Raia Al Kabashi sale de un centro de salud en Irbid, Jordania, momentos después de recibir la vacuna contra la COVID-19.
© ACNUR/José Cendon

“Espero que la vida sea más relajada ahora. Ahora, cuando regrese a casa, puedo besar a mis hijos sin tener que sanitizarme primero”, dijo la refugiada iraquí Raia el jueves después de recibir la vacuna de COVID-19 en la ciudad de Irbid, en el norte de Jordania, convirtiéndose en una de las primeras personas refugiadas registradas por ACNUR en el mundo en ser vacunada contra el virus.


Originarios de Bagdad, Raia y su marido Ziad – médico de profesión – huyeron del conflicto de Iraq hacia Jordania en 2006. Ambos recibieron la vacuna Sinopharm, desarrollada en China, ya que se les dio prioridad debido a las enfermedades crónicas que padece Ziad, lo que lo sitúa en la categoría de alto riesgo.

Cuando salió del centro de salud después de recibir su vacuna, Raia sonrió y levantó el pulgar. “Sólo queremos que la vida vuelva a la normalidad. La vacuna es la forma correcta de hacerlo”, dijo.

Como farmacéutica capacitada, Raia conoce la importancia de las vacunas y se registró con su familia tan pronto como se abrió la inscripción en Jordania. Como parte del plan nacional de inmunizaciones contra la COVID-19 del país, que comenzó esta semana, cualquier persona que viva en suelo jordano, incluyendo refugiados y solicitantes de asilo, tiene derecho a recibir la vacuna de forma gratuita.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, aboga continuamente a nivel nacional, regional y mundial para que los refugiados y otras personas que protegemos sean incluidos en las estrategias nacionales. Como prioridad, se están poniendo vacunas a disposición de los más vulnerables, como las personas mayores, las que padecen enfermedades crónicas o las que están inmunodeprimidas, así como los trabajadores de salud y otras personas con funciones críticas para el sistema.

Sólo los refugiados que se encuentran en una de las categorías de prioridad nacional recibirán inicialmente las vacunas. Otros pueden seguir a medida que se amplíe la campaña de vacunación.

Cuando Raia recibió el SMS informándole de su cita para la vacunación, tomó una captura de pantalla y la envió a todos sus conocidos. Gracias a su formación médica y a su papel de voluntaria comunitaria refugiada, desempeñará un papel clave para animar a otras personas refugiadas a vacunarse.

“Hay algunas dudas en nuestra comunidad acerca de la vacuna, pero quiero tomarla para que todos sepan que es segura”, dijo.

Jordania, que acoge a unas 750.000 personas refugiadas registradas con ACNUR, introdujo algunas de las medidas de cuarentena más estrictas del mundo durante la fase inicial de la pandemia en un esfuerzo por contener la propagación del virus.

Si bien la proporción de refugiados que han dado positivo en las pruebas de COVID-19 en el país se ha mantenido baja, de 1,6%, en comparación con el 3% de la población jordana en general, Raia ha visto los efectos devastadores del virus en su comunidad local y dice que la vacuna es muy necesaria para disminuir el impacto de la pandemia.

  • El refugiado iraquí Ziad Al Kabashi recibe la vacuna contra la COVID-19 en un centro de salud en Irbid, Jordania.
    El refugiado iraquí Ziad Al Kabashi recibe la vacuna contra la COVID-19 en un centro de salud en Irbid, Jordania. © ACNUR/José Cendón
  • Una trabajadora de salud prepara la vacuna contra la COVID-19 para ser administrada a la refugiada iraquí Raia Al Kabashi.
    Una trabajadora de salud prepara la vacuna contra la COVID-19 para ser administrada a la refugiada iraquí Raia Al Kabashi. © ACNUR/José Cendón
  • Raia Al Kabashi debajo de la bandera de Jordania en las afueras del centro de salud en Irbid, donde recibió su vacuna contra la COVID-19.
    Raia Al Kabashi debajo de la bandera de Jordania en las afueras del centro de salud en Irbid, donde recibió su vacuna contra la COVID-19. © ACNUR/José Cendón

ACNUR ha apoyado los esfuerzos del gobierno alentando y ayudando a los refugiados a inscribirse en la campaña de vacunación y proporcionando transporte a los centros de salud, cuando sea necesario.

El jueves, otros 43 refugiados que residen en el campamento de refugiados de Za’atari también recibieron la vacuna en el Centro de Enfermedades Respiratorias de Mafraq, la ciudad más cercana al campamento, con más vacunas planeadas para los próximos días.

Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, los refugiados han sido incluidos generosamente en el plan de respuesta nacional del Gobierno de Jordania, pudiendo acceder a la atención sanitaria y a los tratamientos médicos al igual que los ciudadanos jordanos.

Tras el primer caso positivo confirmado entre la población refugiada en septiembre, un total de 2.136 refugiados han dado hasta ahora positivo al virus y actualmente sólo hay 209 casos activos de COVID-19.

Para Raia y otras personas refugiadas en todo el país el inicio de la campaña de vacunación ha significado la esperanza de que la vida vuelva pronto a algo cercano a la normalidad.

“Sólo quiero poder darle a mis amigos un abrazo de nuevo”, dijo Raia.