La explosión de una bomba cambia la vida de un solicitante de asilo para siempre

Tras sufrir lesiones que le cambiaron la vida durante los enfrentamientos en Libia, el solicitante de asilo sudanés Mohamed se está adaptando a vivir con una discapacidad, con el apoyo de ACNUR y sus socios.

El solicitante de asilo sudanés Mohamed, de 22 años, observa a usuarios de sillas de ruedas jugar un partido de baloncesto en Trípoli (Libia).
© ACNUR/Mohamed Alalem

Mientras el conflicto arrasaba Trípoli el año pasado, la vida de Mohamed, un sudanés de 22 años solicitante de asilo, estaba a punto de cambiar para siempre.


Él y su hermano Yusuf habían insistido en permanecer en la casa alquilada por su familia en el barrio de Alhadba, en la capital libia, para cuidar de la propiedad y sus posesiones, mientras sus padres y hermanas se trasladaban a una zona más segura de la ciudad para escapar de los misiles y bombardeos.

Yusuf, de 17 años, había ido a comprar pan cuando la casa fue sacudida por una explosión. Mohamed, que estaba descansando en su cama, fue alcanzado por varios fragmentos de metralla que se clavaron en su columna vertebral.

Tras ser trasladado al hospital, Mohamed fue sometido a una operación en la que se le insertaron barras metálicas para fijar las vértebras. Pero las lesiones que sufrió le dejaron con una grave discapacidad, ya que no podía mover la parte inferior de su cuerpo.

“Ha cambiado por completo desde el incidente”, afirma Khawala, su hermana mayor, de 24 años. “Antes era muy activo, siempre sonriente y confiado; era extrovertido. Ahora, está en casa y no quiere vernos a nosotros ni a nadie. No quiere sentirse compadecido por los demás”.

Mohamed es ayudado por su hermano Yusuf (de gris) para probar su nueva silla de ruedas, con personal de la ONG Humanity & Inclusion en Trípoli.

Mohamed es ayudado por su hermano Yusuf (de gris) para probar su nueva silla de ruedas, con personal de la ONG Humanity & Inclusion en Trípoli.  © ACNUR/Mohamed Alalem

Debido a la inestable situación de seguridad y al conflicto que asoló Trípoli durante más de un año, antes de que terminara el pasado junio, muchas personas han quedado discapacitadas o han sufrido lesiones como consecuencia de trampas explosivas, bombardeos y artefactos explosivos improvisados.

Según el Plan de Respuesta Humanitaria 2020 para Libia, de las casi 900.000 personas que necesitan ayuda humanitaria en el país, alrededor del 15% viven con alguna discapacidad, lo que equivale a unas 134.000 personas. Las personas con discapacidad se enfrentan a muchas dificultades en Libia.

“Incluso en el día a día, puede resultar difícil para las personas con discapacidades acceder a servicios esenciales, a instalaciones o escuelas usando una silla de ruedas”, dijo Meftah Lahwel, oficial de salud pública de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Trípoli.

“Al poner a disposición de las personas refugiados servicios para que reciban apoyo físico y psicológico, esperamos ayudarles a dar un paso hacia la independencia, a participar y contribuir a su comunidad. A menudo pueden sentirse excluidos de algunas oportunidades, pero, como cualquier persona, tienen capacidades y pueden contribuir de muchas maneras diferentes a sus comunidades”.

Durante los últimos meses, Mohamed ha estado recibiendo ayuda especializada del socio local de ACNUR Humanity & Inclusion. Esto incluye sesiones de fisioterapia y asesoría psicosocial, algunas realizadas a distancia por teléfono, debido a las precauciones de seguridad por la COVID-19.

También le proporcionaron a Mohamed una nueva silla de ruedas y capacitación sobre su uso. Estas actividades se realizaron al aire libre, en el patio de un centro para personas con discapacidad en Trípoli, para garantizar que se observaran los protocolos de salud y seguridad de COVID-19, ya que los casos siguen aumentando en Libia.

Se espera que la silla de ruedas le dé a Mohamed una mayor movilidad, así como una motivación psicológica muy necesaria para que recupere parte de su independencia, después de haber estado confinado en su cama, dependiendo de su hermano menor, Yusuf, para realizar tareas cotidianas como bañarse.

“¡Se siente bien, gracias a Dios!”, dijo Mohamed tras una prueba en el patio del centro para personas con discapacidad. “Me ayudará a entrar y salir de la cama por mí mismo, a diferencia de antes, cuando mi hermano tenía que levantarme. Aliviaré la carga de mi hermano y dependeré de mí mismo. Podré salir más, sentarme con mis amigos y mi vida mejorará”.

Antes de su lesión, Mohamed disfrutaba de jugar al fútbol y acudía al gimnasio con regularidad. Tras ver a otros usuarios de sillas de ruedas en el club jugar un partido de baloncesto, Mohamed consideró por primera vez la posibilidad de retomar su anterior estilo de vida activo.

“Queremos darle esperanza y mostrarle que su vida no ha terminado”.

“Me gusta el ambiente”, dijo. “Primero quiero observarlos, luego me gustaría volver a jugar con ellos. Me siento mejor mentalmente, estaba deprimido quedándome en la cama en casa. Ahora me siento mejor”.

El equipo de Humanity & Inclusion ha seguido de cerca su evolución y le ha ayudado a superar el difícil periodo de adaptación a sus nuevas circunstancias.

“Queremos darle esperanza y mostrarle que su vida no ha terminado; puede volver a empezar y adaptarse. Sobre todo, viendo en el centro a otras personas como él que participan en actividades deportivas”, dijo la trabajadora psicosocial de Humanity & Inclusion, Kamila Salem.

La lesión de Mohamed ha supuesto una gran carga para su familia, que huyó a Libia cuatro años antes para escapar de los combates en Darfur, en Sudán, durante los cuales su casa fue incendiada. Las medicinas y los analgésicos de Mohamed son caros, y a su familia le resulta difícil pagar las sesiones adicionales de fisioterapia privada que, según los médicos, ayudarán a su rehabilitación.

Mohamed (de amarillo) se toma una fotografía con otros usuarios de sillas de ruedas después de verlos jugar un partido de baloncesto.

Mohamed (de amarillo) se toma una fotografía con otros usuarios de sillas de ruedas después de verlos jugar un partido de baloncesto.  © ACNUR/Mohamed Alalem

Dos de sus hermanas y su hermano mayor trabajan para ayudar a pagar el alquiler y los gastos básicos de la familia, pero es una lucha constante. La familia agradece la ayuda que ha recibido de ACNUR y sus socios, que incluye la provisión de alimentos de la canasta básica, artículos no alimentarios, kits de higiene y ayuda en efectivo para el alquiler y otras necesidades.

A pesar de las dificultades a las que sigue enfrentándose la familia, y de los retos que tiene por delante Mohamed, su madre Hafsa cree que su hijo ha dado un giro importante gracias al apoyo que ha recibido.

“Cada día está mejor; estamos contentos de ver que está mejorando”, dijo. “La silla le está ayudando a ayudarse a sí mismo. Con estos cuidados y atención, esperamos que las cosas mejoren”.