A medida que se acerca la temporada de lluvias, las personas de Níger desplazadas reciben alojamientos de emergencia
Obligados a huir de los ataques armados en la región suroeste de Níger, miles de personas se preparan para las lluvias torrenciales, que a menudo provocan inundaciones.
Las temperaturas en Níger se elevan fácilmente por encima de los 45 grados centígrados. Pero cuando llueve, las inundaciones repentinas causan estragos en todo el país. En este duro entorno de las montañas rocosas de la región de Tillabéri en Níger, Aissa Modi de 35 años, ha encontrado seguridad en la ciudad de Ouallam.
Obligada a huir en agosto pasado de N'zouett, una ciudad cercana a la inestable zona fronteriza con Malí, la madre de cuatro hijos caminó durante días para llegar a Ouallam, la ciudad más cercana, y que que actualmente alberga a más de 2.700 personas de Níger desplazadas internas y a más de 5.600 personas refugiadas malienses.
Ahora, la amenaza de inundaciones acecha y es probable que obligue a más personas a abandonar sus hogares, lo que aumentará aún más sus necesidades humanitarias. El año pasado, las inundaciones que azotaron a Níger fueron fatales, de acuerdo a cifras del gobierno, 80 personas murieron y más de 460.000 personas se vieron afectadas en todo el país, la mayoría de ellas se quedaron sin hogar.
“Yo era una mujer sin hogar en mi propio país”.
Abdoulahi Tambari Agali, Oficial Asociado de Terreno de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Ouallam, explicó que se espera que más personas escapen de las inminentes inundaciones.
“Esperamos que cientos de familias busquen refugio aquí en los próximos meses”, señaló, y agregó que los viejos alojamientos, como los que las personas desplazadas como Aissa han estado utilizando, deben ser reemplazados con urgencia.
“Sus alojamientos se han vuelto frágiles y ofrecen poca protección contra los fuertes vientos invernales y el frío”, añadió.
Cuando llegaron por primera vez a Ouallam, Aissa vivía con su anciana madre y sus hijos en un alojamiento frágil, con escasa protección de los elementos.
“No teníamos nada. Dormíamos bajo un techo hecho de ramas y cuando llovía no teníamos adónde ir”, explicó. “Yo era una mujer sin hogar en mi propio país”.
Con la llegada de la temporada de lluvias, ACNUR, con el apoyo de Japón, ha proporcionado albergues de emergencia a 7.000 personas, incluida la familia de Aissa. Recibieron kits de alojamiento temporal que incluían lonas, tapetes, madera, cuerdas y herramientas de construcción para construir alojamientos simples pero resistentes.
Los Ministerios de Medio Ambiente y Acción Humanitaria contra los Desastres Naturales de Níger también están supervisando medidas más amplias de preparación para inundaciones en la región.
La asistencia ha ofrecido cierto alivio a las familias desplazadas después de que escaparon de los incesantes ataques e intimidación de los grupos armados en las regiones de Tillabéri y Tahoua, que se extienden por las volátiles zonas fronterizas de Malí y Burkina Faso.
Un número cada vez mayor de personas de Níger han sido desarraigadas de sus hogares. A finales de 2020, unas 140.000 personas habían huido, más del doble del total de personas desplazadas el año anterior.
“Por primera vez desde que huí, me siento como una ciudadana decente”.
La situación de seguridad de Níger se ve afectada por la inestabilidad regional más amplia que recientemente elevó por primera vez el número de personas desplazadas internas a más de dos millones en la región africana del Sahel, que incluye a Burkina Faso, Malí, Chad y Níger.
Pero la violencia en curso significa que las cifras han seguido aumentando, con más de 102.000 personas desplazadas en lo que va de 2021.
“No estábamos a salvo”, recordó Aissa. “Hombres armados venían en sus motocicletas todas las semanas, a menudo de noche y nos robaban todos los artículos valiosos que teníamos: nuestro ganado, nuestras joyas e incluso nuestra ropa. Temía por mi vida”.
Por ahora, Aissa está agradecida por el alojamiento que tienen, el cual ha marcado una gran diferencia en sus vidas.
“Por primera vez desde que huí, me siento como una ciudadana decente. Extraño mi tierra, pero siento que estamos viviendo en un pueblo otra vez”, comentó.