La lucha de los yemeníes por sobrevivir se agudiza a medida que el conflicto avanza
Casi cuatro años de guerra han dejado atrás 24,1 millones de niños, niñas mujeres y hombres con urgente necesidad de alimentos, albergue, atención médica y escolarización.
La desplazada yemení Hamamah (en el centro), sentada con sus hermanas y con su hermano en su hogar improvisado en Adén, Yemen.
© ACNUR / Bathoul Ahmed
Cada día, cuando se despierta en la frágil chabola que ocupa su familia, Hamamah se enfrenta a la amarga realidad de la guerra en Yemen.
“Cada día es una lucha por la supervivencia. No sabemos qué vamos a comer, ni siquiera si comeremos”, cuenta la demacrada joven de 16 años.
Desde que hace dos años los intensos enfrentamientos le hicieran abandonar su hogar en Taiz, en el sudoeste del Yemen, la adolescente solo ha conocido dificultades.
Sin apenas alternativa, Hamamah decidió casarse para aliviar la carga que soportaban sus padres, que ya tenían dificultades para alimentar y mantener a sus hermanos, desplazados por la guerra.
“Cada día es una lucha por la supervivencia. No sabemos qué vamos a comer, ni siquiera si comeremos”.
Hace unos meses dio a luz a una niña que nació muerta. Hamamah cree que su bebé murió porque ella no comía suficiente ni se podía permitir pagar por recibir asistencia médica.
“Cuando quedé embarazada no me podía permitir ir al médico”, nos cuenta, marcando sus palabras con profundo suspiros. “Recuerdo que me encontraba muy débil durante todo el embarazo. No teníamos suficiente comida y yo estaba cada vez más débil; por eso creo que mi bebé también se debilitó y no consiguió sobrevivir”.
Es difícil referirse al lugar que habita Hamamah como una casa. La estructura que los alberga a ella y a su marido Mohamed parece más bien un cobertizo desvencijado. Sin un trabajo remunerado estable, Mohamed tiene dificultades para pagar el alquiler mensual de 30 dólares (USD).
“Si no pagamos el alquiler nos echarán”, nos cuenta. “No sé dónde iremos. Quizá podríamos construir un cobertizo más pequeño en algún trozo de tierra… no sé”.
Marzo marcará el cuarto aniversario de la guerra, y las dificultades de la familia no dejan de crecer día tras día. Cada mañana Mohamed se esfuerza por conseguir un trabajo remunerado, que será lo que determine que la familia coma algo o pase hambre.
“Sin trabajo depende uno por completo de los demás… queda a su merced. Si consigo trabajar una jornada puedo conseguir tres o cuatro dólares al día, suficiente para comprar algo que comer… pero si no…” dice bajando la voz.
Hamamah y Mohamed no están solos en su sufrimiento. La mayor parte del Yemen comparte su desesperada lucha por la supervivencia: 24,1 millones de personas (más de tres cuartas partes de la población) necesitan urgentemente una asistencia imprescindible para subsistir.
Hoy, las Naciones Unidas y sus socios humanitarios han lanzado un llamado que pretende recaudar 4.200 millones de dólares para aportar ayuda vital este año a los yemeníes que la necesitan urgentemente, entre ellos a los más de 3,3 millones que, como Hamamah y Mohamed, han tenido que huir como consecuencia de la guerra.
“Sin trabajo depende uno por completo de los demás… queda a su merced”.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lidera la respuesta interinstitucional de protección en Yemen. ACNUR y sus socios proporcionan asistencia jurídica a las personas más vulnerables, con énfasis en la emisión de documentación civil que, a menudo, se pierde al huir del peligro. ACNUR proporciona también terapia para enfrentar el impacto psicológico que se deriva de un conflicto prolongado.
Además, en colaboración con Naciones Unidas y ONG socias, ACNUR trabaja para mejorar las condiciones de vida en los puntos de acogida de hombres, mujeres, niños y niñas desplazados por los enfrentamientos en todo el Yemen, por medio de la construcción de albergues de transición, instalaciones de agua y saneamiento y cocinas comunitarias.
En los casos en que corresponde, ACNUR y sus socios prestan también subsidios de arrendamiento y subvenciones en efectivo para rehabilitar casas dañadas. El objetivo es proporcionar artículos domésticos de primera necesidad para familias en situación de máxima vulnerabilidad en todo el país.
Sin financiamiento continuo, las agencias humanitarias se verán obligadas a interrumpir sus programas vitales de protección y asistencia, así como servicios para personas en situación de vulnerabilidad, entre ellas mujeres, niños, niñas, adultos mayores, personas con discapacidad y supervivientes de violencia de género, lo cual se traduciría en un mayor empobrecimiento y un incremento de la vulnerabilidad.