ACNUR: La crisis rohingya necesita soluciones duraderas

El siguiente contenido corresponde a las declaraciones formuladas hoy por un portavoz de ACNUR en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra.

Niños rohingya en un espacio adaptado para menores en el campamento de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh, en julio de 2019.

Niños rohingya en un espacio adaptado para menores en el campamento de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh, en julio de 2019.  © ACNUR / Antoine Tardy

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, hace un llamamiento para que se siga brindando un apoyo decidido y se trabaje en la búsqueda de soluciones para las comunidades rohingya desplazadas y apátridas que se encuentran tanto dentro como fuera de Myanmar actualmente.

Tres años después de aquel agosto de 2017 en que se produjo el último gran éxodo de refugiados rohingya que huyeron de Myanmar y buscaron seguridad en Bangladesh, los retos continúan y evolucionan. La pandemia de COVID-19 ha dotado de mayor complejidad a la situación. La comunidad internacional no sólo debe mantener el apoyo para los refugiados y las comunidades que los acogen, sino también adaptar y ampliar las soluciones a las necesidades críticas que tienen. 

Las comunidades rohingya estiman que hasta tres cuartas partes de la población rohingya se encuentran hoy en día fuera de Myanmar. ACNUR y el Gobierno de Bangladesh han registrado a más de 860.000 refugiados rohingya en los asentamientos de Cox’s Bazar. Bangladesh ha demostrado su profundo compromiso humanitario con los refugiados rohingya. Les ha procurado protección y ayuda humanitaria vital y en estos momentos acoge a nueve de cada 10 refugiados rohingya registrados en la región de Asia-Pacífico. Esta generosidad debe ser reconocida mediante una inversión continua tanto en la población refugiada rohingya como en las comunidades bangladesíes que los acogen.

En última instancia, la solución a la situación de los rohingya recae en Myanmar y en la aplicación íntegra de las recomendaciones de la Comisión Asesora del Estado de Rakhine, a las que el Gobierno de Myanmar se ha comprometido.

Crear las condiciones adecuadas que permitan que la población rohingya pueda retornar en condiciones de seguridad y sostenibles, va a requerir una implicación de toda la sociedad, retomando y reforzando el diálogo entre las autoridades de Myanmar y los refugiados rohingya, así como otras medidas que ayuden a generar confianza. Esto implicaría la supresión de las restricciones a la libertad de movimiento, reconfirmando que los rohingya en situación de desplazamiento interno pueden retornar a sus propios pueblos y poner en marcha mecanismos para facilitar la ciudadanía a estas personas.

Fuera de Myanmar, los esfuerzos colectivos se deben dirigir no solo a asegurar unas condiciones de dignidad y bienestar de la población rohingya hoy en día, sino también a ayudar mantener sus esperanzas y perspectivas de un futuro mejor. Esto implica trabajar en la búsqueda de soluciones duraderas no solo en Myanmar, sino también mediante oportunidades para estudiar y trabajar fuera de los países de asilo y vías legales de acceso a terceros países para las personas más vulnerables.

La fortaleza y resiliencia del pueblo rohingya en el exilio en Bangladesh y en otros lugares han sido la columna vertebral de la respuesta humanitaria durante los últimos tres años, dando a su vez apoyo a las comunidades que les han dado acogida en este tiempo. Respetar y reconocer su valor y capacidades significa asegurar que no caigan en el olvido en un momento en que la crisis entra en su cuarto año.

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