A medida que la COVID-19 y el conflicto aumentan, los desplazados de la República Democrática del Congo enfrentan las mortales consecuencias de la crónica falta de financiamiento
El siguiente contenido corresponde a las declaraciones formuladas hoy por un portavoz de ACNUR en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra.
La masiva brecha de financiamiento amenaza a cientos de miles de vidas en la República Democrática del Congo, donde el aumento de la violencia y la COVID-19 están exacerbando las condiciones ya terribles para millones de personas desplazadas por la fuerza.
Hasta el 7 de junio, la RDC ha registrado 4.105 casos confirmados de COVID-19, el segundo mayor número en la región de África meridional. Al mismo tiempo, la creciente violencia está desarraigando a cientos de miles de personas más en el este del país.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, advierte que sin una inyección urgente de efectivo, la falta de fondos tendrá un impacto devastador en los programas humanitarios críticos que salvan vidas. Nuestras actividades para ayudar y proteger a los refugiados y los desplazados solo han recibido un 20% de los 168 millones de dólares necesarios.
Esta brecha está socavando seriamente nuestra respuesta para llevar ayuda a las múltiples emergencias humanitarias, dejando a muchas personas vulnerables sin alimentos, agua, alojamiento, instalaciones de salud e higiene en medio de una rápida propagación de COVID-19 en todo el país.
Las personas desarraigadas en la República Democrática del Congo por ciclos repetidos de conflicto representan la situación de desplazamiento interno más grande de África: el 10% del número global de desplazados internos. En los últimos meses, cientos de miles de personas más han sido desplazadas en el este y el norte de la República Democrática del Congo luego de brutales ataques de varios grupos armados, violencia intercomunal y desastres naturales.
El país también alberga a más de medio millón de refugiados, principalmente de Ruanda, Burundi, la República Centroafricana (RCA) y Sudán del Sur.
Si bien la situación humanitaria en general sigue siendo alarmante, ACNUR se ve obligado a tomar decisiones difíciles que resultan en que muchas de las personas que están en situación desesperada no reciban la asistencia que necesitan. Estamos trabajando para ayudar a los más vulnerables en la medida de lo posible, las normas mínimas en salud, agua y saneamiento, educación y otras necesidades básicas a menudo son difíciles de cumplir con recursos limitados disponibles para todas las poblaciones.
Entre los afectados se encuentran los refugiados ruandeses, que habían estado viviendo en comunidades ahora desplazadas por las sucesivas oleadas de violencia en Kivu del Norte y del Sur. La falta de fondos también obstaculiza los esfuerzos para encontrar soluciones duraderas para estos refugiados, para quienes el Gobierno congoleño expresó su apertura a facilitar permisos de estadía prolongada e integración local.
En el campamento de refugiados Mole del sur de Ubangi, se necesitan recursos adicionales para asegurar que 15.000 refugiados de la RCA tengan acceso al requerimiento mínimo de agua de 20 litros diarios por persona. Esto es particularmente importante ahora, cuando, además de la pandemia de COVID-19, los refugiados y sus comunidades de acogida necesitan agua potable para protegerlos contra el cólera endémico y lo que ahora es la crisis de sarampión más duradera del mundo.
Los fondos disponibles actualmente también limitan las intervenciones del ACNUR para apoyar a los 120.000 refugiados de RCA que viven fuera de los campamentos, que constituyen aproximadamente el 70 por ciento de los refugiados de RCA en la RDC.
La brecha educativa para 6.000 refugiados sursudaneses en edad secundaria también está aumentando. Un asombroso 92 por ciento de ellos todavía no van a la escuela. Si bien ACNUR comenzó un pequeño programa para inscribir refugiados en la escuela secundaria, se necesitan fondos adicionales para ayudar a construir y renovar los edificios escolares que sirven tanto a los refugiados como a las comunidades de acogida.
Es posible que más de 47.000 refugiados burundeses no puedan acceder a servicios básicos de salud en Kivu del Sur. También tendrá un impacto en la autosuficiencia de estos refugiados, ya que han estado esperando apoyo con actividades agrícolas para reducir su dependencia de las raciones de alimentos proporcionadas por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
La continua falta de fondos también socava los programas de alojamiento del ACNUR, y específicamente su trabajo para descongestionar los sitios desplazados y las áreas de alojamiento. Se necesita más financiación para proporcionar soluciones de vivienda duraderas que contribuyan a reducir los riesgos de salud pública.
El brote de COVID-19 agrava aún más los riesgos que enfrentan las familias desplazadas que no pueden regresar a sus hogares debido a la violencia en curso, y que a menudo viven en sitios de desplazamiento superpoblados o con familias de acogida empobrecidas. Sus circunstancias no permiten distanciarse, mientras que también hay un acceso limitado al agua, los sistemas de saneamiento y las instalaciones de salud.
Acabamos de recibir 400.000 dólares para implementar medidas de prevención contra la COVID-19 en la RDC.
Para mayor información, por favor contacte:
- En Kinsasa, RDC, Johannes Van Gemund, [email protected], + 243 817 0009 484
- En Kinsasa, RDC, Fabien Faivre, [email protected], + 243 825 443 419
- En Pretoria, Helene Caux, [email protected], + 27 82 376 5190
- En Ginebra, Charlie Yaxley, [email protected], +41 795 808 702
- En Ginebra, Babar Baloch, [email protected], +41 79 513 9549