Apuñalada 58 veces, mujer transgénero huye de El Salvador

Cada vez más personas LGBTI buscan protección en México. Neila es una de ellas.

Neila (nombre ficticio) mujer salvadoreña transgénero muestra las cicatrices de las heridas del cuchillo en su cuello.  © ACNUR/D.Volpe

TAPACHULA, México, 8 de diciembre (ACNUR) – Con su pelirrojo cabello arreglado y vestida con un atuendo femenino, Neila sobresalía en el vecindario de El Salvador, controlado por pandillas, donde nació como hombre.

Ella aguantó por años las burlas, los sobrenombres y los insultos sobre su identidad de género, pero luego de sufrir el cuarto brutal ataque con cuchillo, finalmente la estilista de 26 años decidió huir para salvar su vida.

"Todo esto se debe a que mi identidad de género difiere de lo tradicional", dice Neila, quien fue apuñalada 58 veces en los diferentes ataques que le dejaron cicatrices en forma de collar alrededor de su garganta y heridas de cortes en su brazo.

Ahora vive en un cuarto compartido en esta ciudad al sur de México, junto a número creciente de personas lesbianas, gay, bisexuales, personas transgénero e intesexuales (LGBTI) provenientes del llamado "Triángulo Norte" de Centroamérica, que comprende a los países de El Salvador, Guatemala y Honduras, que huyen de agresiones y acoso buscando seguridad en los países vecinos.

Entre enero de 2013 y marzo de 2014, al menos 594 personas LGBTI o percibidas como tales, fueron asesinadas en las Américas, mientras otras 176 fueron víctimas de abusos físicos serios, de acuerdo con un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Asimismo, la CIDH también indicó haber recibido reportes que las personas LGBTI, en particular las mujeres trans, son más vulnerables a la violencia a manos de grupos armados ilegales y del crimen organizado en Centroamérica.

En Honduras, activistas de la comunidad LGBTI han reportado al menos 190 asesinatos en los últimos cinco años. Por su parte, en el país de origen de Neila, El Salvador, la organización sin fines de lucro "Entre Amigos" reportó que 11 personas LGBTI fueron asesinadas en 2008, 23 en 2009 y 10 en 2010. Los cadáveres frecuentemente mostraban señales de violencia, tortura y violación.

Un aumento de la violencia vinculada con las pandillas, y de delitos graves como la violación y la extorsión, llevaron el año pasado a más de 29.000 personas a huir de Honduras, El Salvador y Guatemala, y solicitar en el 2014 el reconocimiento de la condición de refugiado en otros países de la región – y entre ellos había un creciente número de personas LGBTI, de acuerdo con información del ACNUR.

"En los últimos tres años, hemos visto un mayor aumento en el número de personas de la comunidad LGBTI que están huyendo de la persecución por motivos de género en el Triángulo Norte de Centroamérica", señaló Mark Manly, Representante del ACNUR en México.

"Las personas gay, lesbianas y particularmente las mujeres transgénero se han convertido en los objetivos de redes criminales que controlan muchos de los vecindarios. Otras han sufrido abusos graves y discriminación dentro de sus familias o de sus comunidades", agregó.

En lo que va del año, el 13 por ciento de los casos asistidos por la oficina de terreno del ACNUR en Tapachula pertenecían a la comunidad LGBTI. "Nuestro objetivo es asegurar que estas personas tengan información sobre la posibilidad de solicitar asilo en México, acceder al procedimiento de reconocimiento de la condición de refugiado, así como a condiciones de vida seguras y dignas" dijo Manly. "Si encuentran protección en el sur de México, pueden evitar el peligro extremo que enfrentan los migrantes que viajan hacia el norte con la esperanza de ingresar a los Estados Unidos".

En este sentido, México ha incluido la persecución por motivos de género como una sexta causal para reconocer la condición de refugiado, dijo Manly, y ACNUR ha promovido activamente en la región que los Estados garanticen la seguridad de la gente que huye de la discriminación por motivos de su orientación sexual.

Luego de trabajar como prostituta para reunir los fondos necesarios para huir de El Salvador, Neila sobrevivió en las calles de Tapachula antes de que dos amigas le ayudaran con comida y agua, y la pusieran en contacto con el ACNUR.

Por ahora, su cama es un trozo de cartón en el piso en un cuarto que comparte con otras cinco personas. Su armario es un cordón colgado de la pared. Ella subsiste con las tarjetas pre-pagadas que le proporciona ACNUR mientras espera ver si obtiene el reconocimiento de la condición de refugiada en México.

Ella no confía en nadie, dice, y teme alejarse de la seguridad que le da el cuarto que comparte. Anhela ver a su familia, su madre, dice, siempre la apoyó en su identidad de género, y le preocupa su seguridad en El Salvador.

"Extraño a mi familia, y cada día temo por sus vidas porque mi madre fue testigo de un asesinato mientras vendía sandalias en la calle", dijo. "Pero no hay manera de sacarlos de allí".

Por Francesca Fontanini