Artista venezolana contribuye al Carnaval trinitense
María y su esposo trajeron la Burriquita venezolana a Trinidad y Tobago, donde participaron al Carnaval junto a una reconocida agrupación de zanqueros, en un encuentro de culturas y tradiciones.
Choroní, ubicada entre bosques, montañas y mar, es una comunidad venezolana conocida por su cultura. Provenientes de una popular familia de artistas folklóricos, María y su esposo, Virgilio, han abrazado a una nueva comunidad: la de los artesanos y artistas del Carnaval de Trinidad y Tobago. María fue acogida por la banda Moko Somõkõw, una compañía de moko jumbies o zanqueros que sigue una tradición traída de África, y ahora ella participa bailando el Burrokeet o La Burriquita.
La artista usa un disfraz ingeniosamente diseñado para imitar la apariencia de la monta de un burro, junto con una colorida falda, blusa y sombrero. Alegremente, bailan por las calles, girando, saltando y galopando. Se dice que el traje y la danza, originalmente traídos por los colonizadores españoles, viajaron a Trinidad y Tobago desde Venezuela, y es emblemático del patrimonio compartido de los dos países.
María, que recibió premios por sus contribuciones culturales en Venezuela, ha estado bailando La Burriquita durante 20 años. “La Burriquita era exclusivamente para hombres y era una representación de hombres”, explica. Pero cuando los niños de su pueblo ya no estaban interesados en mantener la tradición, María comenzó su práctica y finalmente la transmitió a los niños de su comunidad. Incluso bailó La Burriquita en la boda de su hija, en un esfuerzo por compartir la tradición con su nueva familia. Su nieto ahora tiene su propia Burriquita miniatura.
En Trinidad y Tobago se han hecho avances similares para preservar los caracteres tradicionales frente a un Carnaval en evolución y más comercializado. A la luz de esto, la actuación de María de La Burriquita ha sido muy bien recibida. Además de elogiar su participación en los concursos de Carnaval en Trinidad y Tobago, María también ha sido invitada a actuar ante niños y jóvenes en una escuela secundaria, así como a participar en la celebración de La Cruz de Mayo en el distrito de Arima, un área en Trinidad y Tobago que todavía está habitada por pueblos indígenas que pueden rastrear a sus antepasados hasta Venezuela.
“La cultura abre todos los caminos”
Con trenzas y una amplia sonrisa, María está orgullosa de su arte y agradecida por la oportunidad de compartirlo con los trinitenses. “El Carnaval es un festival muy especial porque tenemos la oportunidad de mostrar la cultura que tenemos en las aldeas en cualquier lugar del mundo”, afirma. “En estos momentos difíciles queremos que el pueblo de Venezuela y pueblo de Trinidad conozcan nuestras tradiciones... y que sepan que tenemos muchas cosas buenas”.
Para Alan Vaughan, el diseñador con sede en Trinidad de Moko Somõkõw, el Carnaval es simplemente un espacio que celebra las diferencias. “Creo que el Carnaval aborda esos temas de hostilidad hacia la alteridad, hostilidad hacia los extranjeros, hacia los idiomas foráneos, hacia diferentes culturas, al incluirlos”, dice. “Los esfuerzos de María, y de hecho de muchos venezolanos, por preservar la cultura y la tradición ante las dificultades son admirables”, afirma Leila Jane Nassif, jefa de misión de la operación del ACNUR en Trinidad y Tobago. “La cultura conecta y une a las personas. Es cómo celebramos, compartimos y nos conectamos, como lo ha hecho María”.
“La cultura abre todos los caminos”, dice María con entusiasmo. Ella describe su interacción con los trinitenses como positiva. “Y esa es una de mis misiones aquí con mi Burriquita”.