COVID-19: ACNUR alerta de las graves implicaciones para los preparativos frente al monzón en Bangladesh

El siguiente contenido corresponde a las declaraciones formuladas hoy por un portavoz de ACNUR en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra.

Refugiados rohingya preparan su hogar en Cox's Bazar para resistir las lluvias monzónicas. Foto de archivo, marzo de 2018.

Refugiados rohingya preparan su hogar en Cox's Bazar para resistir las lluvias monzónicas. Foto de archivo, marzo de 2018.  © ACNUR

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, alerta de que si no se logra finalizar las tareas de preparación ante la estación del monzón en Bangladesh en pleno brote global del COVID-19, las consecuencias pueden ser fatales. En un momento en que países en todo el mundo luchan contra la pandemia, la próxima llegada de las lluvias del monzón amenaza con agravar la situación de las personas refugiadas en Bangladesh, que de por sí ya es complicada.

Hasta el momento no se han confirmado casos positivos de COVID-19 entre la población de refugiados rohingya en Bangladesh. No obstante, tanto sus comunidades de acogida como los refugiados en Cox’s Bazar, que tiene una densidad de población 1,5 veces superior a la de la ciudad de Nueva York, se encuentran entre los más expuestos a nivel mundial a esta pandemia. Además, esta zona también suele sufrir deslizamientos de tierra e inundaciones durante esta estación.

En septiembre de 2019, durante las lluvias monzónicas más intensas, más de 4.000 familias tuvieron que ser reubicadas temporalmente en los campamentos de Cox’s Bazar, y más de 16.000 se vieron afectadas. Gracias a las medidas de mitigación que se habían puesto en marcha, los daños fueron considerablemente menores que el año anterior. Las personas refugiadas siguen participando en la planificación de la preparación y la respuesta a través de equipos de cerca de 3.000 voluntarios formados para la intervención en primera línea, liderando sus propias comunidades e implementando estas medidas vitales.

Sin embargo, la preparación anual frente al monzón se ha visto afectada por la suspensión de los esfuerzos para la reducción del riesgo de desastres, entre ellos la mejora de los sistemas de drenaje y los trabajos de estabilización de pendientes. También se ha retrasado la reubicación de las personas refugiadas que viven en áreas que presentan un riesgo alto de sufrir inundaciones y deslizamientos de tierras. Además, la distribución de materiales también ha resultado complicada, ya que el transporte por carretera se ha visto afectado por el confinamiento a causa del COVID-19.

Aunque las operaciones humanitarias en los campamentos se han reducido a las actividades esenciales, se han seguido distribuyendo ‘kits de fijación’ para reforzar los refugios frente a los fuertes vientos. Asimismo, se ha hecho acopio de kits para una situación post desastre y material de ayuda humanitaria en caso de emergencia. Los equipos de preparación y respuesta ante emergencias también están preparados para movilizarse y actuar según se necesite y pueden operar en caso de condiciones climáticas extremas.

El Gobierno de Bangladesh, junto con ACNUR y otros socios, ha garantizado la inclusión de los refugiados rohingya en la respuesta nacional en caso de que se produjera un brote de coronavirus en los campamentos. ACNUR y sus socios han puesto en marcha la construcción de instalaciones para aislamiento y tratamiento, con el objetivo de asegurar la disponibilidad de 1.900 camas para la población refugiada y las comunidades de acogida en el distrito durante las próximas semanas. Se ha ampliado la difusión de información a través de una red de más de 2.000 voluntarios comunitarios, líderes religiosos y trabajadores humanitarios.

Si bien en estos momentos resulta crucial priorizar los preparativos relacionados con la salud pública en los campamentos, también deben proseguir las actividades de preparación ante el monzón y los ciclones. Ambos aspectos permitirán garantizar a las personas refugiadas condiciones de vida seguras y saludables en el caso de que se produjera una emergencia de salud pública.

Para asegurar que se puede continuar con las medidas de preparación de forma segura, y ante la magnitud de la demanda, urge contar con equipos de protección individuales (EPI). Para evitar que el COVID-19 se propague con rapidez, es necesario abastecerse y distribuir pronto equipos de protección individual. El Plan de Respuesta Conjunta 2020 para la crisis humanitaria rohingya solicitaba un total de 877 millones de dólares estadounidenses para poder atender las necesidades más críticas antes de que comenzara la pandemia del virus COVID-19. A día de hoy solo se ha recibido un 16% de esta cantidad.

Dado el alcance de esta crisis mundial de salud pública, resulta evidente que solo es podemos estar a salvo si se vela por la seguridad de todas las personas. El COVID-19 no discrimina. Se deben realizar todos los esfuerzos posibles para que la posible propagación del virus y la llegada del monzón no agraven la situación ya extremadamente vulnerable de las personas refugiadas rohingyas en Bangladesh. ACNUR insta a la comunidad internacional a que muestre su solidaridad con las personas refugiadas y desplazadas internas para evitar un desastre natural y de salud pública inminente.

 

Para más información sobre este tema, por favor contacte con: