ACNUR distribuye ayuda de emergencia en Libia a pesar de las mayores dificultades generadas por la persistencia del conflicto y la COVID-19

El siguiente contenido corresponde a las declaraciones formuladas hoy por un portavoz de ACNUR en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra.

ACNUR distribuye artículos de primera necesidad en Trípoli para ayudar a las personas vulnerables durante el Ramadán, ya que el conflicto y la pandemia de la Covid-19 plantean nuevas amenazas.

ACNUR distribuye artículos de primera necesidad en Trípoli para ayudar a las personas vulnerables durante el Ramadán, ya que el conflicto y la pandemia de la Covid-19 plantean nuevas amenazas.  © ACNUR/Mohamed Alaïem

Ante el deterioro de la situación de seguridad, así como dadas las restricciones de movilidad a causa de la COVID-19, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha distribuido asistencia humanitaria de emergencia a cerca de 3.500 personas refugiadas y desplazadas internas en Libia a lo largo de las últimas dos semanas. Los paquetes de asistencia han beneficiado a unas 1.600 personas refugiadas en áreas urbanas, a más de 700 personas refugiadas que se encuentran en centros de detención, y a cerca de 1.500 desplazados libios en diferentes asentamientos en el país. Los paquetes de ayuda incluían alimentos y artículos de higiene personal para un mes.  

Los artículos distribuidos están sirviendo de apoyo para algunas de las personas más vulnerables durante el Ramadán, un momento importante para poner en práctica la solidaridad, ya que muchas personas están teniendo dificultades para cubrir sus necesidades básicas diarias. Los repartos se han organizado en coordinación con las autoridades locales y con organizaciones socias como LibAid y el Comité Internacional de Rescate, así como otras agencias de la ONU.

Las personas refugiadas trasladaron al personal de ACNUR que necesitan ayuda de forma desesperada. Muchas de ellas han ido saliendo adelante gracias a trabajos puntuales como jornaleros, aunque estos empleos se han visto interrumpidos a causa del toque de queda y otras restricciones relacionadas con el brote de la pandemia de la COVID-19. En una encuesta realizada por la organización Mixed Migration Centre se estima que un 75% de los refugiados y migrantes perdieron sus empleos en marzo y abril. Antes del inicio del Ramadán, algunas de estas personas afirmaron que solo podían comer una vez al día, otras solían recibir un apoyo económico extra gracias a las transferencias internacionales de familiares, pero dado que en las últimas semanas estas han dejado de realizarse, ahora se encuentran en una situación complicada. Algunas personas también están recibiendo avisos de desalojo por parte de los arrendatarios de sus viviendas por los retrasos en el pago de los alquileres.

En la mayoría de las ciudades libias se dispararon los precios de los alimentos poco tiempo después de que se pusieran en marcha las medidas de prevención y lucha contra la COVID-19. En algunos lugares, por ejemplo, el precio medio de los tomates se ha incrementado en más de un 200%, y el precio de los pimientos ha aumentado un 40%.

También se estaría registrando escasez de artículos básicos, como huevos, verduras o trigo, ya que el país está teniendo dificultades para importar productos ante las interrupciones de las cadenas de suministro globales y por el bloqueo de las rutas de abastecimiento por el conflicto en la zona occidental del país.

Los precios de los artículos de higiene también se han incrementado en al menos un 60%, y el precio de los guantes y las mascarillas se han triplicado.

Por otra parte, ACNUR continúa prestando su apoyo a las autoridades y a las personas desplazadas libias durante la pandemia de la COVID-19.

El actual conflicto y los bombardeos incesantes, a pesar de los llamamientos para lograr un alto el fuego humanitario, han afectado gravemente al frágil sistema sanitario y a los servicios médicos del país, que cuentan con recursos limitados y que lidian con la escasez de medicamentos y equipos básicos.  

Muchos hospitales y centros de salud localizados en áreas cercanas a los enfrentamientos han cerrado o se han visto dañados. ACNUR y sus socios siguen desarrollando campañas de sensibilización de salud pública entre la población refugiada y solicitantes de asilo mediante carteles, mensajes de texto y redes sociales, con el fin de mitigar los riesgos de exposición al COVID-19. 

ACNUR y sus organizaciones socias también han distribuido generadores, ambulancias, contenedores prefabricados y clínicas en tiendas de campaña para contribuir con los servicios sanitarios locales en todo el país. Otros artículos de asistencia básicos como colchones, mantas, sets de cocina, bidones, lonas, ropa y lámparas solares también se han distribuido a las autoridades sanitarias en Misrata. Se ha repartido jabón en los asentamientos en Bengasi en los que se encuentran unas 20.000 personas desplazadas internas, así como en varios centros de detención en la parte oriental del país, donde las condiciones higiénicas son muy precarias. También se han repartido paquetes con artículos de higiene personal a varios cientos de familias libias desplazadas en Ain Zara, al oeste de Libia.

ACNUR se hace eco del llamamiento del Secretario General António Guterres en el que insta a las partes beligerantes en todo el mundo a acogerse a un alto el fuego para responder ante la amenaza de la pandemia de la COVID-19. ACNUR también pide a la comunidad internacional que dé un paso al frente para atender las crecientes necesidades humanitarias a causa del virus. Como parte de un llamamiento más amplio de las Naciones Unidas, ACNUR solicitó la semana pasada a los Estados que contribuyan con unos 745 millones de dólares con los que asistir a las poblaciones de desplazados forzosos en todo el mundo que sufren los efectos de la pandemia.  

 

Para más información: