Un vuelo hacia la seguridad para las personas refugiadas atrapadas en Libia
Un vuelo de evacuación traslada a 66 personas refugiadas en situación de vulnerabilidad hasta Ruanda, donde recibirán cobijo, atención médica y opciones para un futuro seguro.
Después de llegar a Rwanda procedentes de Libia, personas refugiadas esperan para subir al autobús que los trasladará al Centro de Tránsito de Emergencia de Gashora.
© ACNUR/Tobin Jones
En el aeropuerto de Kigali, una agradable noche de jueves, una joven somalí mece a su bebé de dos meses. Desciende del avión hacia el asfalto avanzando con cuidado por la escalerilla.
Al igual que la familia de cuatro miembros que la antecede y que el grupo de diez adolescentes sudaneses que van detrás de ella, Zainab se dirige en silencio a la terminal. Agotados tras el viaje, solo intercambian miradas y sonrisas prudentes.
El aire está cargado de una energía nerviosa, mitad alivio mitad incredulidad ante la idea de haber alcanzado finalmente un destino seguro. Solo empiezan a relajarse después de superar todos los controles de documentos y verse sentados en el autobús que los esperaba a la salida del aeropuerto.
“Estoy muy feliz”, dice Zainab. “Soñábamos con salir de Libia y ahora por fin podremos vivir en paz”.
Zainab, su pareja Abdulbasit y su hija forman parte de un grupo de 66 personas refugiadas en situación de extrema vulnerabilidad (entre otros, 22 menores separados de sus padres y de su familia extendida) que fueron evacuados a Ruanda en un vuelo chárter procedente de Libia.
Muchos han sufrido abusos de los derechos humanos como palizas, extorsiones y violaciones durante el tiempo que han pasado en centros de detención. Otros corrieron el riesgo de ser vendidos como esclavos por traficantes de personas o incluso de morir en un intento desesperado de cruzar el Mediterráneo, o en caso de quedar atrapados en los combates que se desarrollan en el país.
“Soñábamos con salir de Libia y ahora por fin podremos vivir en paz”.
Este grupo es el primero que en beneficiarse del Mecanismo de Tránsito de Emergencia anunciado hace poco. El acuerdo alcanzado entre el Gobierno de Ruanda, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Unión Africana pretende trasladar a las personas refugiadas en situación de riesgo más elevado desde Libia hasta la seguridad de un centro de tránsito en Gashora, un distrito a unos 60 km de Kigali.
Una vez llegados al centro de tránsito el jueves por la noche, se reunieron en el comedor donde les dio la bienvenida el alcalde del distrito Richard Mutabazi, cuyo apellido se traduce literalmente como “salvador” en el idioma nacional kiñaruanda.
“Les damos a todos la bienvenida”, dijo Mutabazi. “Les ruego que consideren este lugar como su casa mientras están lejos su hogar. Y ahora, abracémonos todos”.
Aunque al principio dudaban, la contagiosa insistencia de Richard, que abraza a todos los refugiados uno por uno, hace que pronto todo el grupo se una entre sonrisas. Tras una comida caliente, en el pabellón resuena el bullicio de las personas que comienzan a conocer a sus nuevos vecinos.
“Me siento muy bien, siento que por fin soy libre”, dice Fátima*, sudanesa de 20 años. “No se pueden imaginar cómo es la vida en Libia; pero aquí, en Ruanda, parece que la vida va a ser buena”.
“Ahora tengo esperanza”, dice Abdul, un sudanés de 24 años que huyó a Libia procedente de Darfur. “Ahora tengo la sensación de que puedo volver a comenzar mi vida”.
En el centro, ACNUR proporciona alojamiento, agua y comida, así como productos básicos como ropa, sábanas y utensilios de cocina. Nueve profesionales sanitarios, entre ellos un psicólogo, y un equipo de asesores especializados en trabajo con menores y supervivientes de violencia sexual ayudarán a los evacuados a superar el trauma originado por los abusos que sufrieron en Libia.
Algunos serán transferidos para su reasentamiento en otros países. Otros recibirán ayuda con alternativas como el retorno a países en los que ya se les había concedido asilo, a su hogar si así lo desean y resulta seguro, o la permanencia en Ruanda como refugiados.
Entretanto, estas personas podrán vivir y trabajar dentro de la comunidad de acogida. Los residentes de Biryogo, una pequeña aldea cercana, son optimistas sobre la llegada de sus nuevos vecinos.
“Es bueno para nosotros, porque si hay más gente por aquí nuestros negocios irán mejor”, dice Florence, un comerciante local. “Pero incluso si no fuera así, cuando una persona está en peligro hay que ayudarla porque puede que en otro momento seas tú el que necesite ayuda”.
Al término del año pasado, la guerra, la violencia y la persecución habían empujado a 25,9 millones de personas en todo el mundo a abandonar sus hogares. La inmensa mayoría (en torno al 85%) están acogidas en países en desarrollo.
Ruanda ya acoge a unas 150.000 personas refugiadas, la mayoría procedentes de Burundi y de la República Democrática del Congo. Al recibir a personas procedentes de Libia, la nación centroafricana participa de una respuesta global y colectiva frente a la crisis de los refugiados.
“Esta colaboración es una señal clara de que podemos cooperar para enfrentar problemas complejos”.
En un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas pronunciado en Nueva York a principios de esta semana, el presidente de Ruanda Paul Kagame instó a los líderes mundiales a que adoptaran enfoques multilaterales ante los desafíos modernos.
“Exhortamos a todos los miembros de las Naciones Unidas a que cumplan con sus obligaciones legales con un espíritu de solidaridad”, dijo Kagame. “Esta colaboración [entre Ruanda, ACNUR y la Unión Africana] es una señal clara de que podemos cooperar para resolver problemas complejos. África también es una fuente de soluciones”.
“Es imposible minimizar lo cruciales que son estas evacuaciones”, dijo Vincent Cochetel, Enviado especial de ACNUR para el Mediterráneo central. “Se trata de un salvavidas crucial que supone que estas personas refugiadas, muchas de las cuales han padecido abusos espantosos, pueden ahora anhelar un nuevo comienzo para sus vidas”.
Ofrecerse voluntario para evacuar refugiados en grave peligro es un ejemplo fantástico de solidaridad y responsabilidad compartida tal, que será presentado en diciembre en una reunión de alto nivel en Ginebra.
El Foro Mundial sobre los Refugiados reunirá a gobiernos, organizaciones internacionales, autoridades locales, sociedad civil, sector privado, miembros de las comunidades de acogida y a las propias personas refugiadas, con objeto de debatir las mejores políticas para proteger a los refugiados y para ayudarlos, a ellos y a quienes les acogen, y salir adelante y encontrar soluciones duraderas.
*Algunos nombres han sido modificados para proteger la identidad de las personas refugiadas que figuran en esta historia.