"Hay que aguantar. Son periodos difíciles": Las personas siguen solicitando asilo durante la pandemia
Si bien la pandemia preocupa a muchas personas solicitantes de asilo y refugiadas, el peligro que vivían en sus países les genera un temor todavía mayor.
Una familia centroamericana espera la visita del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en un albergue en Tapachula, México, a finales del año pasado.
© ACNUR/Gabo Morales
Aunque ante la emergencia sanitaria por COVID-19 el llamado es a quedarse en casa, para el salvadoreño Óscar Leonel* esa no fue una opción. El hombre de 44 años llegó a Tapachula, Chiapas, a principios de marzo, tras haber sido testigo en su país de un incidente con un grupo de delincuentes que lo amenazó de muerte. La pandemia no lo detuvo de solicitar la condición de refugiado en México.
“En una tienda sucedió algo y nos inculparon. Se me ocurrió denunciar, pero nos decían que, si lo hacíamos, iban a matar a mi familia. Decidí venirme a México y ahora estoy en el trámite de solicitar asilo”, relató.
“Me preocupa esta enfermedad, uno no puede salir mucho para cuidarse. Los parques están cerrados y es ahí donde podemos encontrar trabajo. Por lo menos tengo donde dormir y nos dan de comer, pero hay que aguantar. Son periodos difíciles”, señaló.
Si bien los flujos migratorios han disminuido dramáticamente por el cierre de fronteras de muchos países, incluidos Honduras, El Salvador y Guatemala, como medidas para contener la pandemia, la violencia y persecución continúan y las personas siguen huyendo.
Según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), el promedio de solicitudes de la condición de refugiado entre enero y febrero era de 1.500 por semana. En las últimas dos semanas de marzo, este promedio se redujo a casi 1.100 solicitudes semanales, y la primera semana de abril fue de 532. Aun así, el número de solicitudes de asilo en los primeros tres meses de este año es 33,9 por ciento superior al mismo periodo de 2019.
El Gobierno de México ha determinado que el registro de solicitudes de asilo por la COMAR es una actividad esencial, brindando así una garantía importante contra la devolución a situaciones de riesgo para personas que huyen de la violencia y persecución.
“Las condiciones de marcada vulnerabilidad en la que llegan estas personas tras haber sufrido persecución o haber sido víctimas de violencia en su país de origen, los convierte en una absoluta prioridad para el gobierno de Mexico, más aún en el contexto de la contingencia sanitaria que golpea con mayor virulencia a los sectores más vulnerables”, comentó Andrés Ramírez, coordinador general de la COMAR.
En respuesta a la contingencia sanitaria, el ACNUR ha implementado medidas preventivas en 93 albergues a nivel nacional, como en el que está alojado Óscar Leonel, para tratar de asegurar que las personas refugiadas y solicitantes de asilo estén seguras y sanas. Además de haber distribuido gel antibacterial y productos de limpieza, el ACNUR instala lavamanos temporales en más de 20 albergues y ha colocado materiales informativos sobre el COVID-19 y medidas de cuidado.
Además, ha acondicionado zonas de aislamiento que podrán ser utilizadas por quienes contraigan el coronavirus, habitaciones donde se han colocado termómetros, materiales de limpieza, artículos de cuidado personal y un celular de emergencia.
“En mi país nos amenazan, nos extorsionan”
El ACNUR también ha incrementado la asistencia humanitaria para que las personas solicitantes de asilo puedan rentar sus propios espacios a fin de reducir el número de personas en albergues y generar mayor distanciamiento social, toda vez que 65 albergues han cerrado sus puertas a nuevos ingresos. Desde inicios de marzo, un total de 3.330 solicitantes de asilo recién llegados a México han recibido asistencia humanitaria, permitiendo alquilar su propia vivienda.
Mathius, de 19 años, huyó de Honduras por la violencia y persecución que vivía tras haberse negado a vender drogas para las maras.
“Como sabían que no encontraba trabajo, trataban de convencerme de irme con ellos. Decidí irme de mi país con un amigo. Mi mamá y mis hermanas se quedaron allá”.
Llegó a México a principios de marzo, cuando empezaba el brote de COVID-19. Sin embargo, la enfermedad le inquieta menos que las amenazas que enfrentaba en su país
“El coronavirus no me preocupa. En mi país nos amenazan, nos extorsionan. Quiero vivir en tranquilidad, seguro, trabajar, ayudar a mi familia y traérmelos aquí”, dijo.
Mathius entró a México por Ciudad Hidalgo, el principal puente fronterizo del sur del país, donde solicitó asilo y fue trasladado a la estación migratoria Siglo XXI, donde permaneció por 20 días.
El ACNUR apoya al Instituto Nacional de Migración y a la COMAR para que personas como Mathius puedan salir de las estaciones migratorias y llevar su proceso en libertad, sea en albergues o en espacios propios que pueden pagar con la asistencia humanitaria que reciben. La salida de las estaciones migratorias ha cobrado importancia por el peligro que implica COVID-19 para personas detenidas, quienes no pueden encontrar sana distancia social. Desde el 16 de marzo, el ACNUR ha apoyado la salida de 434 personas solicitantes de asilo de estaciones migratorias en México.
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Dentro del albergue, ya hay consciencia de la necesidad de tomar medidas para prevenir la transmisión del virus. La haitiana Christelle*, su esposo y sus dos hijos, llegaron a México a principios de marzo en busca de protección como refugiados. Ella ha tomado las medidas necesarias para hacer frente a la pandemia en el albergue donde se aloja con su familia en Tapachula. Resulta ser más fácil porque el albergue dispone de habitaciones individuales para cada familia.
“Nos lavamos mucho las manos, no salimos a menos que sea necesario y nos mantenemos con suficiente distancia de los demás para no contagiarnos”, explicó.
Si bien la pandemia puede ser una preocupación para muchas personas solicitantes de asilo y refugiadas, el peligro que vivían en sus países les genera un temor todavía mayor. La enfermedad no los ha detenido de solicitar asilo en México, donde han encontrado esperanza, seguridad y apoyo.
*Los nombres fueron cambiados por cuestión de protección.