Refugiados sirios ayudan a las personas suizas más vulnerables en medio del brote de COVID-19

Mientras las personas mayores y los enfermos se autoaislan, una red de sirios proporciona un puente vital al mundo exterior para los suizos más necesitados.

Shadi Shhadeh sostiene un volante que ofrece el apoyo de los refugiados sirios para hacer las compras de las personas más vulnerables en Ginebra y Lausana, Suiza, durante la crisis del COVID 19.
© ACNUR / Elisabet Díaz Sanmartin

Como médica retirada viviendo sola en Suiza, Marie-Claude estaba preocupada por cómo minimizar su exposición al COVID-19. Entonces sonó el teléfono. Era su amigo Shadi Shhadeh, un refugiado sirio, preguntando cómo podía ayudarle.


"Cuando comenzó el coronavirus, inmediatamente me llamó: ‘¿Necesitas algo?’ Se ha convertido en un hijo para mí", dijo Marie-Claude, de más de sesenta años, y cuyos hijos adultos viven a cientos de kilómetros de distancia en Alemania y Austria.

Buscando formas prácticas de ayudar a otros en el país que le dio protección, Shadi movilizó rápidamente una red de voluntarios en Ginebra y Lausana para comprar y hacer mandados para las personas mayores, enfermos y otras personas en mayor riesgo en la pandemia.

La comunidad de refugiados sirios entró en acción, aprovechando un profundo sentido de responsabilidad por quienes más lo necesitan y años de experiencia sobreviviendo al peligro y la incertidumbre.

"Vivimos, y seguimos viviendo, una crisis como refugiados", dijo Shadi, de 34 años . Él es originario de Daraa, al sur de Damasco, y vino a Suiza en 2013. "Eso probablemente nos hace estar en una mejor posición para entender que hay una crisis y cómo ayudar”.

Suiza, con una población de 8,5 millones, tiene más de 11.000 casos confirmados de COVID-19, lo que lo convierte en uno de los 10 países más afectados del mundo.

"Somos un grupo de refugiados sirios, listos para ayudarles a quedarse en casa al hacer sus compras".

Cuando se declaró la pandemia, la esposa de Shadi, Regula, que es suiza y tiene padres mayores, se dio cuenta de que muchas personas necesitarían ayuda. Junto con Shadi reclutó a sus amigos sirios, que comenzaron a colocar volantes en los vestíbulos de los bloques de apartamentos y en los vestíbulos de los supermercados.

"Somos un grupo de refugiados sirios, listos para ayudarles a quedarse en casa al hacer sus compras", se lee en el colorido póster, que proporciona un contacto por correo electrónico, [email protected], para aquellos que necesitan ayuda. Shadi revisa los correos electrónicos y asigna voluntarios del vecindario, que salen varias veces al día para comprar los pedidos.

"Una mujer llamó y dijo: ‘No soy una refugiada, ¿puedo igual hacer uso de este servicio?’. Dije:" Por supuesto, ahora todos somos refugiados", dijo Shadi, que trabaja para una organización humanitaria de Ginebra.

Para minimizar la posibilidad de contraer o propagar el virus, insiste en que los voluntarios sigan las más estrictas pautas de salud pública.

“El objetivo de esta campaña es ayudar a las personas a permanecer en su zona protegida. En este caso, la zona protegida es su hogar”, dice. "Por eso es importante destacar... la seguridad".

Y agrega: "Estas personas se están protegiendo a sí mismas, pero también están protegiendo nuestro sistema médico. Necesitamos apoyar eso”.

La caída de los servicios de salud es algo que millones de sirios han experimentado en el transcurso de nueve años de guerra civil, especialmente cuando los hospitales se convirtieron en blanco de ataques.

"Entonces sabemos qué es un sistema médico que está cayendo", dice Shadi. "Algunas personas murieron por pequeñas lesiones porque no recibieron tratamiento, y no queremos llegar a eso. Si nos mantenemos unidos ahora, apoyaremos el sistema médico”.

Los voluntarios del grupo tienen instrucciones de lavarse bien las manos, usar guantes protectores, desinfectar las bolsas de compras, observar una distancia mínima y limitar la interacción social con quienes ayudan a llamadas por teléfono.

"Todos pueden hacer esto... invitar a la gente a copiar esta idea e implementarla".

La red está compuesta por 26 voluntarios, 18 de ellos sirios. Hasta ahora, el grupo estima que ha hecho compara para entre 100 y 200 personas en Ginebra y Lausana, y su red de voluntarios crece día a día. Regula, un especialista en comunicaciones a quien se le ocurrió la idea, espera que la iniciativa inspire a otros.

"Espero que las personas que pueden hacer algo, ayuden, para que aquellos que realmente no deberían tener ningún contacto social se queden en casa", dice.

“Todos pueden hacer esto. Todo lo que tienen que hacer es imprimir el volante y colgarlo en su edificio o en el supermercado”.

Shadi quiere que todos los que leen esta historia actúen en sus comunidades. "Apoyo, aliento e invito a las personas a copiar esta idea e implementarla", dice.

"Si tenemos en cada edificio una persona que pueda ayudar, será recordada por décadas”.

 

Con informes adicionales de Sylvie Francis y transcripción de Haude Morel.