Los refugiados sirios se adaptan a la vida en aislamiento en los campamentos de Jordania por el coronavirus
Si bien hasta ahora no ha habido casos de COVID-19, ACNUR está ayudando a unos 120.000 refugiados que viven en los campamentos más grandes de la región a hacer lo que puedan para mitigar la amenaza.
Una foto de archivo del campamento de refugiados de Za'atari de 2015.
© ACNUR / Christopher Herwig
En una tarde soleada, la bulliciosa calle principal de compras del campamento Za’atari, en Jordania, está inquietantemente tranquila. Un puñado de personas pasa rápidamente cargando suministros, mientras que la mayoría de los cientos de tiendas que bordean lo que los residentes conocen irónicamente como los Campos Elíseos, permanecen cerradas.
Al igual que el resto de la población de 10 millones del Reino, los casi 120.000 sirios que viven en Za'atari y el otro campamento principal de Jordania, Azraq, han estado aislados desde el 21 de marzo en respuesta a la amenaza de COVID-19. Pero con tantas personas viviendo en lugares tan cercanos con acceso solo a instalaciones básicas de salud y saneamiento, muchos temen lo que sucederá si el virus llega a los campamentos.
“Está completamente tranquilo. Ya no se escuchan voces en mi vecindario. Sólo silencio. El mercado es diferente, todo es diferente", dijo Ahmad Harb, un refugiado de 35 años de la provincia de Dera en el sur de Siria, en una entrevista telefónica desde Za'atari. "La gente está aterrorizada porque es algo nuevo de lo que no saben mucho, y es una enfermedad que puede propagarse muy rápido".
La situación actual está muy lejos de hace unas pocas semanas, dijo Harb, cuando por primera vez llegaron al campamento las noticias de la propagación mundial de un nuevo coronavirus humano. Al principio, la gente parecía indiferente y reacia a cambiar sus rutinas normales, pero las sesiones de sensibilización y las actualizaciones periódicas por SMS del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, han ayudado a transmitir el mensaje.
"Se quedan en casa todo el día y toda la noche".
"La gente aquí no se tomaba las cosas en serio, pero después de un tiempo se dieron cuenta de que esto no era una broma", explicó Harb. "Los mensajes que recibieron del ACNUR los hicieron más conscientes de la gravedad de la situación".
"La mayoría de la gente ha dejado de salir a menos que sea absolutamente necesario", continuó. “Se quedan en casa todo el día y toda la noche. Algunos incluso han puesto letreros afuera de sus puertas que dicen "no se permiten las vivistas".
Más de las tres cuartas partes de los 25,9 millones de refugiados del mundo viven en países en desarrollo con algunos de los sistemas de salud más débiles. En todo el mundo, ACNUR está priorizando los pasos para prevenir posibles brotes que ejercerían una presión extraordinaria sobre los frágiles servicios locales de atención de la salud y que probablemente causarían sufrimiento y muerte evitables.
Actualmente, Jordania alberga a 656.000 refugiados registrados del conflicto de nueve años en la vecina Siria. Los dos campamentos principales de Za'atari y Azraq albergan a casi 80.000 y 40.000 refugiados respectivamente, mientras que la mayoría de los sirios viven en comunidades de acogida jordanas en todo el país, que actualmente también se encuentran bajo un toque de queda nacional para evitar la propagación de COVID-19.
Hasta ahora no ha habido casos del virus entre los refugiados sirios ni dentro ni fuera de los campamentos. En Za’atari y Azraq, los dos principales hospitales y redes de clínicas de salud cuentan con personal completo y han introducido medidas adicionales para el control de infecciones. Existen planes para aislar cualquier caso sospechoso y evacuarlo en ambulancia a los hospitales cercanos de Mafraq y Zarqa.
Preparación ante el COVID-19 en el campamento de refugiados de Za'atari, en Jordania (Mohamed Al-Taher; Shawkat Youssef (Personal de ACNUR en Za'atari); Lilly Carlisle (Productora, ACNUR Jordania))
A pesar de estos preparativos, el personal del ACNUR presente en los campamentos todavía se preocupa por cómo proteger a las poblaciones vulnerables de la enfermedad.
“Los niveles de saneamiento e higiene no son ideales. Estamos hablando de un campamento de refugiados, y las instalaciones son un desafío", dijo el Oficial de Relaciones Externas del ACNUR, Mohammad Tahir. "Una gran parte de la población son niños, y es difícil hacerles comprender la necesidad de aislamiento y lavado de manos adicional. Mi verdadera preocupación es que este es un entorno muy concurrido, por lo que si tenemos casos será muy difícil de contener”.
Cuando se anunció la cuarentena nacional, las autoridades jordanas que administran el campamento cerraron las 32 escuelas de Za’atari, y las lecciones para los más de 18.000 estudiantes matriculados ahora se transmiten en un canal de televisión utilizado por alumnos de todo el país.
Para atender la demanda adicional causada por la educación en el hogar y las familias aisladas en sus albergues todo el día, ACNUR y las autoridades del campamento han aumentado el suministro de electricidad a los hogares de ocho a más de 12 horas cada día.
El campamento también está bien provisto de alimentos, con seis centros que distribuyen tres kilogramos de pan por familia cada día, mientras que los supermercados y las pequeñas tiendas de frutas y verduras permanecen abiertas. Los residentes incluso han ideado su propio método para mantener el distanciamiento social en las colas de alimentos, pintando círculos rojos en el suelo a 1,5 metros de distancia.
Pero el nivel de preparación para las familias durante el encierro depende de su situación financiera, explicó Omar Rajab, residente de 33 años. Aquellos con ingresos por trabajo dentro o fuera del campamento, además de la asistencia que reciben todos los refugiados, estaban en mejores condiciones de abastecerse antes del inicio del aislamiento, dijo.
“Lo bueno es que todo está disponible en el campamento. Algunas personas han logrado comprar todo lo que necesitan porque su situación financiera es mejor que otras”, dijo Rajab. “Quienes tienen menos recursos están luchando para comprar y solventar sus necesidades básicas. Algunos venden productos menos importantes que ya tienen en casa, como alimentos enlatados, para comprar más alimentos urgentes como la harina y la leche”.
Pero a pesar de las dificultades adicionales para una población que ya huyó del conflicto y sufrió años de desplazamiento, la crisis actual también está uniendo a las familias y provocando actos de generosidad entre la población.
Un grupo de refugiados empresarios que fabrica productos artesanales para la venta en línea y en los mercados, ha aumentado recientemente la producción de jabón natural y comenzó a distribuirlo de forma gratuita entre sus vecinos en el campamento para ayudar a fomentar el lavado de manos.
Mujeres refugiadas en el campamento de Za'atari hacen jabón para detener el coronavirus (Mohamed Al-Taher, Shawkat Youssef (ACNUR Za'atari). Lilly Carlisle (Editora, ACNUR Jordania), Rima Cherri (Productora, Líbano), Houssam Hariri (Editor Líbano))
Para otros, el período prolongado de asilamiento en el hogar ha revelado algunos puntos positivos.
"Para hacer frente a la situación, creé un programa para mis hijos y mi esposa donde pasamos nuestro día jugando, que incluye jugar con una pelota y hacer preguntas de conocimiento general en forma de competencia", dijo Harb. "Incluso compartí el programa con mis amigos y vecinos para que ellos también puedan hacerlo con sus familias".
“Ahora estoy haciendo cosas nuevas, como cocinar con mis hijos y jugar más con ellos. Es un ambiente nuevo y agradable”, coincidió su esposa Nisreen.
"También aprendí a hornear, y ahora mis hijos me dicen que les gustan los dulces que hago más que los que solíamos comprar en las tiendas", agregó.
"Extrañamos nuestra vida, incluso con las luchas y las dificultades".
Quizás la mayor sorpresa para Harb fue la nueva apreciación que el aislamiento le ha dado por sus vidas en el campamento previamente, a pesar de los muchos desafíos.
"Espero que este virus desaparezca", dijo. “Extrañamos nuestra vida, incluso con las luchas y las dificultades, las aceptamos ahora, apreciamos nuestras vidas y las cosas que solíamos dar por sentado, como ir a trabajar y al mercado, ver a nuestros vecinos y amigos y simplemente salir. Simplemente lo extrañamos”.