Se necesita más apoyo internacional para las personas rohingya refugiadas en Bangladesh, dicen la ONU y el Banco Mundial
El Secretario General de la ONU, António Guterres, urge a los donantes a que tomen medidas, mientras que Jim Yong Kim dice que el Banco Mundial es solidario con las personas refugiadas.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados Filippo Grandi, el Presidente del Grupo del Banco Mundial Jim Yong Kim, el Secretario General de la ONU António Guterres y la Directora Ejecutiva del UNFPA Natalia Kanem visitan un espacio amistoso del UNFPA en el asentamiento de refugiados de Kutupalong, Bangladesh.
© Allison Joyce / UNFPA
La comunidad internacional debe hacer más para apoyar a los casi un millón de refugiados que viven en condiciones desgarradoras en Bangladesh, dijo hoy el Secretario General de la ONU.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, hizo hoy un llamado durante una visita al principal campamento de refugiados del mundo, un amplio asentamiento en el sureste de Bangladesh, cerca de la frontera con Myanmar. Guterres fue acompañado por el Presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, bajo las intensas lluvias monzónicas.
“Llamo a la comunidad internacional a que tome medidas para aumentar sustancialmente el apoyo financiero a quienes están en Bangladesh para proteger…asistir y apoyar a los refugiados rohingya”, dijo Guterres a los reporteros en una conferencia de prensa.
Él y Kim se encuentran al final de una visita de dos días a Bangladesh para obtener un mayor apoyo para las personas refugiadas y quienes les acogen. Al viaje también se les unieron el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, y la Directora Ejecutiva de UNFPA, Natalia Kanem.
“Es imposible visitar estos campamentos sin que resulte desgarrador el sufrimiento de las personas rohingya”.
El Secretario General dijo que se necesitan urgentemente más fondos, ya que de un plan de asistencia humanitaria de 950 millones de dólares, solamente se ha recibido un 26 por ciento de los fondos. La escasez empeora las condiciones para cientos de miles de personas refugiadas que viven en difíciles condiciones después de huir de una campaña de represión militar en Myanmar, en agosto del año pasado.
“Significa que no tenemos la capacidad de brindar la educación básica que se necesita”, dijo él. “Significa que prevalece la desnutrición en el campamento, y que las condiciones de agua y saneamiento están lejos de ser las ideales”.
La delegación de alto nivel se reunió con refugiados rohingya durante una gira por el extenso asentamiento, el cual ahora acoge a más de 700.000 mujeres, hombres, niñas y niños. Muchas personas han reportado asesinatos y abusos generalizados en Myanmar en los últimos meses.
“Es imposible visitar estos campamentos sin que resulte desgarrador el sufrimiento de las personas rohingya”, dijo Guterres a los reporteros. “Escuchar las terribles historias de violencia, asesinatos, violaciones y torturas, así como la quema de sus aldeas y casas”.
Al dirigirse a los reporteros, Kim dijo que el desplazamiento era “una de las peores situaciones que jamás haya visto” en décadas de brindar atención médica y educación a las personas más pobres de los países en desarrollo. Él simplemente añadió: “Hoy todos estamos con los rohingya”.
Previamente, la delegación había mantenido reuniones bilaterales con autoridades en Dhaka, incluyendo al Primer Ministro Sheikh Hasina Wazed, con el fin de iniciar discusiones sobre el apoyo a mediano plazo que necesitan las personas refugiadas y las comunidades que les acogen.
El Secretario General agradeció al Gobierno y al pueblo de Bangladesh por mantener sus fronteras abiertas, y brindar un apoyo básico a las personas refugiadas en un momento en el que otros países del mundo están cerrando sus fronteras.
La visita llegó después de que el Banco Mundial anunciara una subvención para ayudar a que Bangladesh satisfaga las necesidades de las personas refugiadas y quienes les acogen en áreas como salud, educación, agua y saneamiento.
Kim dijo: “Tenemos que solidarizarnos con ellos para que puedan vivir una vida digna, y satisfacer su demanda de cosas tan básicas que disfrutan casi todos los demás en el mundo”.
“Hoy todos estamos con los rohingyas”.
“Esto es apenas el inicio, pero nosotros como Banco Mundial estamos comprometidos con hacer más para asegurarnos de que los rohingya…consigan algo de justicia”, añadió.
El apoyo del Banco fue acogido por Filippo Grandi, quien dijo que la asignación mejoraría las “condiciones de los campamentos y también de las comunidades locales, y realmente intensificaría la asistencia humanitaria tanto del día a día, como la de desarrollo a mediano y largo plazo”.
Si bien los esfuerzos se concentran en mitigar el impacto de las lluvias monzónicas en el asentamiento, donde más de 20.000 personas aún corren un gran riesgo de deslizamientos de tierra e inundaciones, Grandi dijo que “realmente contamos con estos recursos adicionales y tal vez más recursos que el Secretario General y el presidente del Banco Mundial podrá movilizarse en el futuro, para estabilizar las condiciones y crear soluciones duraderas”.
En un recorrido de cuatro horas por el asentamiento, la delegación también visitó un área recientemente nivelada donde cientos de refugiados habían sido reubicados en unas 400 sólidas casas con armazón de bambú, servidas por bombas de agua y letrinas.
También visitaron un centro de atención primaria de salud financiado por la OIM y se reunieron con mujeres y niñas refugiadas en un espacio propicio de UNFPA para las mujeres. En un centro de tránsito que actualmente recibe alrededor de 50 recién llegados a la semana, se encontraron con refugiados que informaron sobre la violencia en curso en Myanmar.
Hamida Begum, de dieciocho años, que huyó de su casa en el estado de Rakhine el norte la semana pasada, dijo a la delegación que vio a una niña de ocho años violada y asesinada por cinco soldados, y que ella misma había sido atacada por tropas.
“Entraron en mi casa y me agredieron. Cuando grité, me quemaron con leña del fuego”.
“Entraron en mi casa y me agredieron. Cuando grité, me quemaron con leña del fuego”, dijo, señalando una mano y un muslo con cicatrices. “Ninguna mujer está a salvo allí por la noche”.
Ruhul Amin, conductor de autobus de 21 años, buscó seguridad en Bangladesh a fines de junio. Él dijo que las tropas de Myanmar habían impuesto restricciones cada vez más estrictas a los aldeanos que permanecían en sus hogares.
“No podemos movernos libremente, no podemos trabajar, y el ejército tomó nuestras tierras para un puesto militar... La vida es imposible allí”, dijo.
Los rohingya son una minoría musulmana apátrida que ha soportado décadas de represión y exclusión social. Las condiciones actuales en Myanmar no permiten un retorno seguro y digno para los refugiados. ACNUR y PNUD acordaron recientemente con el Gobierno de Myanmar comenzar a crear esas condiciones y preservar el derecho de los refugiados rohingya a regresar si así lo deciden.
La ONU solo apoya el retorno de los refugiados cuando es voluntario y cuando se dan las condiciones para una vida sostenible. Amin le dijo a Guterres que espera regresar, pero solo con claras garantías.
“La ciudadanía como rohingya y la justicia para nuestras mujeres y niños que fueron víctimas de violaciones y asesinatos”.
La visita concluye hoy.