Llenos de esperanza y ansiedad, los refugiados congoleños regresan a casa desde Angola
ACNUR está apoyando a miles de congoleños desplazados para que regresen del exilio a medida que vuelve la calma a su tierra natal.
Un joven retornado congoleño viaja en un camión mientras es repatriado de Angola a Kananga, en la provincia de Kasai de la República Democrática del Congo (RDC).
© ACNUR/John Wessels
Las emociones se dispararon cuando un convoy de cuatro camiones cruzó el río Lueta para llegar a la ciudad de Kananga en la región de Kasai de la República Democrática del Congo (RDC).
Los padres señalaban el agua y los niños miraban con entusiasmo. Muchos no habían visto su tierra natal en años. Es posible que los más jóvenes nunca la hayan visto.
Unos 2.500 retornados congoleños viajaron desde el asentamiento de refugiados de Lóvua, en Angola, como parte de una repatriación voluntaria a la región de Kasai organizada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que traerá de vuelta a casa a unos 4.000 refugiados.
“Me alegra que mi bebé nazca en casa”, dijo Ngalula Antho, una joven futura madre que viajaba en una ambulancia provista por ACNUR para las personas más vulnerables.
Es un viaje de 11 horas por caminos irregulares y accidentados, y caminos de tierra transformados en arroyos fangosos cuando caen las lluvias estacionales.
Las madres y los padres se acostaban junto a sus hijos en colchones de espuma colocados en la parte trasera de los camiones para hacer el viaje un poco más cómodo. De vez en cuando, se escuchaba el estallido de una canción.
"Me alegra que mi bebé nazca en casa".
Los camiones llegaron al anochecer. Las familias estaban encantadas de volver a verse.
“Esta es mi hermana mayor, y este es mi cuñado. ¡No los he visto en tres o cuatro años!” le dijo Francine, de 40 años, al ACNUR mientras en el fondo se escuchaban docenas de familias que se saludaban alegremente en la estación central de Kananga en Kasai.
“¡Estamos muy felices de estar de vuelta en Kananga, la tierra de nuestros antepasados! Haremos todo lo posible para que nuestros hijos puedan ir a la escuela”, dijo un hombre que viajaba en el convoy con sus hijos.
ACNUR brinda asistencia inmediata a los retornados exhaustos.
"Estamos contentos de que estas personas refugiadas hayan podido regresar a casa, después de años de exilio", explicó el oficial de protección del ACNUR, Guening Massama. “Ahora necesitarán apoyo en sus áreas de retorno. Tenemos que pensar en proyectos de reintegración, que también involucren a las personas desplazadas y a la población local para garantizar que su retorno sea duradero”.
Kasai se está recuperando lentamente de los combates que desplazaron a unos 1,4 millones de personas de sus hogares en 2017. Más de 35.000 refugiados también huyeron de la violencia a Angola.
Desde agosto de 2019, alrededor de 14.500 personas han regresado espontáneamente del asentamiento de Lóvua, además de aquellas que están siendo repatriadas voluntariamente a través del ACNUR.
A pesar de que ACNUR les brindó asistencia en efectivo, registró sus números y los ayudó con el transporte cuando fue posible, muchos aún enfrentan condiciones extremadamente difíciles. Caminaron durante días, durmiendo al lado de las carreteras y cargando todas sus pertenencias. Algunas familias que regresaron espontáneamente no están seguras de a dónde ir, o temen regresar a sus hogares.
"Muchas mujeres embarazadas, personas mayores y otros vulnerables comenzaron a salir de Angola", recordó Rose, de 54 años, quien también decidió regresar con su esposo e hijos antes de que comenzaran los convoyes organizados.
“Cuando llegamos, nos quedamos con familias de acogida y en iglesias. Algunas iglesias acogían a cinco familias, otras acogían a diez”, agregó.
Los retornos organizados comenzaron en octubre del año pasado, luego de un Acuerdo tripartito entre ACNUR y los gobiernos de Angola y la RDC. ACNUR tiene como objetivo completar el ejercicio en el primer trimestre de 2020, llegando a aproximadamente 19.000 retornados.
Unas semanas después de su regreso, ACNUR visitó a familias en Tshikapa, una ciudad en Kasai donde muchos decidieron regresar.
Estar en casa es un alivio, pero incluso con la asistencia para cubrir sus necesidades básicas, muchos todavía están luchando.
Chadrack Neta vive en una casa alquilada con cuatro de sus hijos, una de sus hijas desapareció durante el conflicto. También perdió su granja y su propiedad cuando huyeron de Kasai. Otra hija ahora camina con muletas después de ser atacada por hombres armados y su esposa recibió un disparo y todavía necesita asistencia médica crítica.
"Antes de la guerra, era dueño de una granja... No sé cómo la recuperaré".
"Antes de la guerra, era dueño de una granja donde tenía cerdos, pollo, ovejas y muchas otras cosas", dijo Chadrack. “Incluso tuve peces. Una vez recibí una llamada diciendo que mi granja había sido entregada a otra persona. No sé cómo la recuperaré”.
Agregó que cuando la familia regresó, recibieron algo de dinero del ACNUR, que él utilizó para pagar las matrículas escolares de sus hijos.
"Sin embargo, es muy poco para comprar zapatos, ropa o uniformes escolares", explicó. “Tengo una hija con una discapacidad, ¿cómo puedo comprar muletas? Son caras aquí. Su madre tiene una bala en el cuerpo y necesita cirugía, radiografías y exámenes médicos. Es caro".
Assiya, otra retornada que regresó a Tshikapa con su esposo Moussa y sus tres hijos, dijo que la asistencia en efectivo no es suficiente.
"Pagamos cuatro meses de alquiler por adelantado con el dinero que nos dieron", dijo ella. "Nos preguntamos qué haremos después, ya que estamos alquilando y nuestro dinero se está agotando".
Miles de retornados están buscando soluciones duraderas para poder reiniciar sus vidas.
La RDC necesita más inversión y apoyo en sus esfuerzos por mejorar la infraestructura pública, como escuelas, centros de salud y servicios sociales, lo que a su vez garantizará un retorno seguro y digno para los refugiados congoleños que eligen regresar a casa.