Centro ofrece un refugio para niños con necesidades especiales desarraigados por el conflicto

Obligada a huir del este de Ucrania, una mujer decidió abrir su propio centro de tratamiento para niños con necesidades especiales que se han visto desplazados internamente.

Olena Abaveya con su hijo en el centro que ella misma abrió en Sumi con apoyo de ACNUR.
© ACNUR / Anatoliy Rabizo

Cuando abandonaron su hogar desgarrado por el conflicto en el este de Ucrania, Olena Abaveya sabía que su hijo con autismo iba a tener dificultades. Con unas infraestructuras de tratamiento limitadas, esta profesora y psicóloga decidió tomar cartas en el asunto.


“Creo que no importa cuán difícil sea la situación, las cosas pueden resolverse con trabajo duro y un enfoque positivo”, afirma. “Aunque no habría conseguido nada yo sola. Creo que solo podemos lograr grandes cosas junto con los demás. Todo contacto es importante: cada reunión, cada persona que conocemos, cada conversación telefónica o incluso cada reunión esporádica”.

A finales del 2014, Olena, de 38 años, había abierto un centro de tratamiento para niños con necesidades especiales, tanto locales como desplazados. De esta forma ha ayudado a los niños a aprender, a comunicarse con sus compañeros y a desenvolverse por sí mismos en su día a día.

“Solo podemos lograr grandes cosas junto con los demás”.

“Cuando conocimos a Olena hace dos años, mi hijo de 5 no podía caminar bien o comer por sí solo”, comenta Oleksandra, la madre de un pequeño que visita el centro con asiduidad. “Tenía que valerme de una silla de ruedas para llevarlo. Hoy, camina él solo. Me alegra muchísimo ver lo rápido que ha evolucionado”.

En junio del 2017, eran seis los psicólogos infantiles, logopedas y otros profesionales de la salud que trabajaban en el centro. La demanda aumentó, con lo que se hizo necesaria una nueva sede más grande.

Olena recurrió al ayuntamiento de Sumi y, para alivio suyo, le ofrecieron un nuevo emplazamiento, aunque estaba en malas condiciones y necesitaba de una reforma. Los trabajos avanzaron con ayuda de la ONG CrimeaSOS, colaboradora de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

“Me alegré mucho cuando me enteré de la decisión del ayuntamiento”, recuerda Olena. “Casi flotaba de camino a casa para contárselo a mi familia. A los pocos días nos reunimos para informar al equipo. ¡Fue un momento muy feliz!”.

  • Una psicóloga trabaja con el pequeño Vlad, de 6 años, en el centro.
    Una psicóloga trabaja con el pequeño Vlad, de 6 años, en el centro.  © ACNUR / Anatoliy Rabizo
  • Olena y su familia en el centro que abrió en Sumi con la ayuda de ACNUR.
    Olena y su familia en el centro que abrió en Sumi con la ayuda de ACNUR.  © ACNUR / Anatoliy Rabizo
  • El personal ayuda a los niños con necesidades especiales a aprender y a comunicarse.
    El personal ayuda a los niños con necesidades especiales a aprender y a comunicarse.  © ACNUR / Artem Rudenko

Ahora, en World of Happy Children hay espacio para acoger a 15 niños al día. Además, los niños de familias socialmente vulnerables pueden ir gratis. La propia Olena ha sido testigo de cómo puede llegar a cambiarles la vida.

“El diagnóstico de mi hijo es muy complicado. Su trastorno nunca podrá tratarse del todo, pero yo sé que por lo menos, con el gran trabajo que hemos hecho por él, se ha dado cuenta de su potencial”.

Desde el 2014, cuando estalló el conflicto en el este de Ucrania, ACNUR ha apoyado, con la ayuda de colaboradores, gobierno y sociedad civil, a cerca de 1,6 millones de personas desplazadas. En Ucrania, casi 65.000 de esas personas desplazadas viven con alguna discapacidad.

Como parte del compromiso global de la ONU para promover la igualdad de derechos y de concienciar sobre las aptitudes y habilidades de las personas con discapacidad, ACNUR trata de apoyar a estas personas desplazadas mediante subvenciones, la reparación de sus casas y mejoras en sus condiciones de vida.

“A menudo en ACNUR vemos que los proyectos de integración social solo son posibles si se da una cooperación muy estrecha entre las autoridades locales, los benefactores, las ONG y la sociedad civil”, dice Pablo Mateu, Representante de ACNUR en Ucrania. “Uno de los principios fundamentales del trabajo de las Naciones Unidas es el de no dejar a nadie atrás; ello asegura una mejor integración y protección de las poblaciones afectadas y obra en pro de una sociedad más inclusiva”.

Olena está resuelta a que su centro y los niños a quienes ayuda sean parte de ello.

“Ayudamos a los niños a que sientan más confianza con sus familias y sus compañeros”, indica. “Pero crecen, y pronto habrán de enfrentarse a muchas dificultades, por lo que ahora nos toca pensar en cómo prepararlos mejor para ello. Quizá abramos un centro para adolescentes, donde se les ofrezca la oportunidad de integrarse en sociedad y de aprender nuevas destrezas y profesiones”.

 

Gracias a la Voluntario en Línea Darío Cedrés Castro por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.