Mujeres refugiadas rohinyás tejen nuevas vidas en Bangladesh
Un proyecto de costura ayuda económicamente a las mujeres entregándoles un nuevo sentido de orgullo.
Nasima Aktar, 19 años, ha ahorrado suficiente dinero para comprar su propia máquina de coser y ahora está tomando pedidos privados.
© ACNUR
En una habitación atiborrada en el campamento de refugiados de Nayapara hay una intensa actividad en medio del zumbido de las máquinas de coser.
Cuarenta mujeres jóvenes trabajan duro produciendo algunos de los artículos que componen parte de los contenidos de los kits de higiene femenina, incluyendo ropa interior y toallas sanitarias, distribuidos por el ACNUR dos veces al año a mujeres refugiadas en edad reproductiva.
No solo producen artículos que usarán ellas mismas, sino que también han aprendido nuevas habilidades de sastrería. La mayoría también ha logrado ahorrar suficiente dinero para comprar sus propias máquinas de coser y trabajar desde casa una vez que se han graduado del proyecto.
"Este proyecto les da trabajo y capacitación", dijo Laila Atjumen Banu, asociada de movilización comunitaria con Technical Assistance Inc. (TAI en sus siglas en inglés), entidad que dirige el programa con el apoyo del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.
Más de 680.000 refugiados han huido a Bangladesh desde que estalló la violencia, hace seis meses, en la zona de Maungda, en el norte del estado de Rakhine, informando de que tropas y multitudes atacaron y mataron a los residentes e incendiaron sus aldeas.
Desde que comenzó en 2011, más de 600 mujeres se han beneficiado del programa, que brinda a los participantes una capacitación de tres meses, seguida de tres meses de experiencia real de trabajo.
"Este trabajo me permite ganar dinero y cuidar de mí misma."
"Antes no tenía idea de cómo coser", dijo Anwara Begum, una madre soltera de 30 años que huyó de la violencia en Mynamar a principios de la década de 1990 – "Mi esposo me había dejado y estaba criando a una niña pequeña por mi cuenta. Ella ahora tiene cinco años. Este proyecto me ha ayudado mucho".
"Ahorré suficiente dinero para comprar mi propia máquina y ahora puedo tomar pedidos privados. Lo mejor es que pude aprender una habilidad por la que puedo recibir un pago, y ahora puedo ganar dinero por mí misma".
Durante la experiencia laboral, dependiendo de los resultados, las mujeres pueden ganar hasta 6.000 taka (US $72), lo suficiente para ayudarlas a establecerse en el negocio.
"Este trabajo me permite ganar dinero y cuidar de mí misma", dijo Nasima Aktar, de 19 años, quien nació en el campamento de refugiados de Nayapara.
"Me siento realmente bien y orgullosa de trabajar aquí. Compré mi propia máquina y recibo pedidos desde casa. También he entrenado a mi hermana menor para coser. Mi sueño, si puedo ahorrar suficiente dinero, es abrir mi propia tienda".
Alrededor del mundo, ACNUR trabaja con socios como TAI para ayudar a las mujeres a mejorar su situación económica a través del trabajo y recuperar el control de sus vidas. Para la agencia, el empoderamiento económico es uno de los cinco compromisos con las mujeres refugiadas y desplazadas, diseñados para impulsar la igualdad de género.
"Están aprendiendo por sí mismas y están ayudando a otras mujeres a aprender."
El programa de Bangladesh, originalmente, se desarrolló para trabajar con mujeres que huyeron de la persecución en Mynamar en la década de 1990. Desde agosto pasado, con la nueva gran afluencia de refugiados rohinyás, hay una mayor demanda de productos de higiene, y habrá aún más a futuro.
Ya se está trabajando en una ampliación del edificio para habilitar un espacio de trabajo más grande, que permita contratar a más mujeres. Un programa similar en el campamento de refugiados de Kutupalong también se está expandiendo. El plan es que casi 1.200 mujeres jóvenes sean capacitadas este año.
Algunas de las mujeres capacitadas también trabajan en una tienda de sastrería en el campamento de refugiados de Nayapara, administrado por TAI, que produce ropa hecha a medida para la venta.
Laila Arjuman Banu, de TAI, dice que la generación de ingresos y la capacitación son importantes, pero que el programa también ha ayudado a las mujeres a ganar confianza y tomar más control de sus vidas.
"Antes, no había oportunidades como esta para las mujeres", dijo. "Ahora, no tienen que pasar todo el tiempo en sus casas, sino que también pueden obtener capacitación y obtener un ingreso".
Agrega: "Es muy importante. Ayuda a elevar su estatus en la comunidad. Se sienten orgullosas de sí mismas. Están aprendiendo por sí mismas y también ayudan a otras a aprender".
Por Carolina Gluck, Campo de Refugiados Nayapara, Bangladesh
Gracias a la Voluntaria en Línea Anna Valdés Heiremans por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.