Primer vuelo de Maya muestra que el cielo es límite para las personas refugiadas
Hace cuatro años Maya Ghazal huyó de los combates en Siria. Ahora está estudiando para ser piloto y abogará por las oportunidades para las personas refugiadas durante el primer Foro Mundial sobre los Refugiados.
Maya Ghazal, de 20 años, momentos después de terminar su primer vuelo sola en un centro de formación para pilotos en Denham, Reino Unido.
© ACNUR/Andrew McConnell
Hace unos días, en una mañana nublada, Maya Ghazal subió a la cabina de un pequeño avión en un aeródromo al oeste de Londres, revisó los controles y arrancó hacia al final de la pista.
Con sólo 20 años, estaba a punto de hacer su primer vuelo en solitario como piloto en prácticas.
“Estoy emocionada, un poco nerviosa, pero también confiada”, dijo.
Pocos jóvenes intentarían algo así. Pero los antecedentes de Maya lo hacen aún más inusual. Hace sólo cuatro años, huyó del conflicto en Siria y llegó al Reino Unido. Para todo el mundo era una refugiada; pero ella tenía otras ideas.
Todos los refugiados llegan a un nuevo país con la esperanza de un nuevo comienzo, pero Maya se destaca por la determinación con la que ha perseguido sus objetivos. Al mismo tiempo, se ha comprometido con la causa de los jóvenes refugiados.
“La educación es muy importante para los refugiados”
Maya es una de las personas refugiadas copatrocinadoras del primer Foro Mundial sobre los Refugiados, que se realizará la próxima semana en Ginebra, y que pondrá la educación de los refugiados en un lugar prioritario de la agenda de ministros, líderes empresariales y religiosos y organizaciones no gubernamentales. El Foro promoverá la idea de que la educación es un derecho humano fundamental y que el acceso a ella debe estar al alcance de todos, incluyendo a las personas refugiadas.
“La educación es muy importante para los refugiados, para que puedan alcanzar sus sueños”, afirmó Maya.
Maya creció en Damasco y cuenta que su infancia fue normal. En la escuela, soñaba con trabajar como diplomática. Cuando el conflicto estalló en 2011, todo cambió. La vida de su familia se hizo cada vez más difícil a medida que se acercaban los combates. Recuerda estar caminando hacia la escuela un día cuando unos misiles cayeron cerca de ella, en ese momento no sabía si era más seguro continuar o devolverse.
Su padre llegó a Gran Bretaña como solicitante de asilo, y en 2015 el resto de la familia se unió a él en el marco de un programa de reunificación familiar.
En Inglaterra, la familia estaba a salvo, pero empezar de nuevo a los 16 años no fue fácil. Varias escuelas la rechazaron y durante semanas se quedó en casa, a menudo sola, preguntándose qué le deparaba el futuro. Llenó su tiempo aprendiendo a tocar la guitarra y, al final, fue aceptada en una escuela.
Su sueño de convertirse en diplomática se había acabado, pero la vida le ofreció una nueva oportunidad. Un día, estaba cerca del aeropuerto de Heathrow con su madre, observando por la ventana cómo los aviones despegaban y aterrizaban.
Inspirada, se decidió empezar un nuevo camino: estudiar ingeniería aeronáutica en la universidad y formarse para ser piloto comercial.
“Mi sueño es convertirme en la primera mujer piloto refugiada de Siria”, manifestó.
Al mismo tiempo, trabajó arduamente para desarrollar sus habilidades como oradora pública y comenzó a trabajar con ACNUR. Sus discursos han impresionado al público en Gran Bretaña y en Europa, pero también son un testimonio personal de logros frente a la adversidad. Ella también tiene un mensaje para las personas refugiadas:
“Quiero mostrarles a todos (a los refugiados) por lo que he pasado. Quiero... decirles a los demás que todo va a estar mejor”, dijo.
“No tengo límites”
El primer vuelo en solitario es una parte esencial para obtener la licencia de piloto, y ningún instructor permitiría que un piloto en prácticas lo haga antes de estar listo. Aun así, es un gran problema: a cientos de metros de altura no hay nadie en el asiento del copiloto en caso de que los nervios no aguanten o algo salga mal.
“Es una meta que quería alcanzar. Fue difícil. Tuve que luchar mucho. Tuve muchos desánimos, pero sabía que podía hacerlo y simplemente creí en mí misma”, explicó Maya. Añadió que también quería desafiar los estereotipos sobre las jóvenes musulmanas y sobre las personas refugiadas.
Su madre, Rimah Darkachli, apoyó los estudios de Maya pero dijo que todavía tenía “las preocupaciones de una madre” cuando vio a su hija volando sola.
En tal momento, el avión de Maya aceleró por la pista y se elevó en el aire. Dio una amplia vuelta sobre el aeródromo y aterrizó con gracia. Después, reflexionó:
“Nada te empodera más que el control de un espacio aéreo. Cuando tengo el control del avión, no tengo límites”.