Buscando lecciones aprendidas de las anteriores crisis de refugiados
En un diálogo sobre responsabilidades compartidas en materia de refugiados, las partes interesadas reflexionan sobre las respuestas a las anteriores crisis en Kosovo*, Guatemala y Vietnam.
GINEBRA, Suiza, 07 de julio de 2017 (ACNUR) – Los paramilitares llegaron al hogar de Emin Voca en Kosovo* una tarde de primavera, y le dieron a su padre una fuerte advertencia de que se fuera del lugar.
"Le dijeron: Debes irte mañana por la mañana, si no lo haces, serás asesinado. Estábamos muy asustados", recuerda Voca, que solo tenía 10 años y estaba en la escuela primaria en su pueblo natal en Mitrovica en ese momento.
Abarrotados en autobuses, la familia se encontró en largas filas de civiles que huían a pie, en auto y en camiones, acercándose a la frontera sur en un desesperado intento de huir del conflicto en Kosovo*, en abril de 1999.
Después de un tenso enfrentamiento en un pueblo fronterizo, a Voca, sus padres y su hermana les permitieron cruzar a la Antigua República Yugoslava de Macedonia, donde pasaron meses viviendo bajo lonas en el campamento Stenkovec II, a varios kilómetros de Skopie.
Eventualmente, Voca y su familia fueron enviados a Italia bajo el llamado Programa de Evacuación Humanitaria. Este programa vio cómo la comunidad internacional se unía para compartir la responsabilidad de decenas de miles de personas de Kosovo, quienes habían buscado seguridad en la Antigua República Yugoslava de Macedonia, que acordó admitir refugiados bajo el entendido de que algunos de ellos serían evacuados a un tercer país.
"Nos dieron ropa, comida y los más importante, nos sentíamos seguros", dijo Voca, que ahora tiene 28 años, sobre el alivio que la familia sintió en Comiso, Sicilia. "Mi familia estaba muy agradecida con la comunidad internacional por esto".
El Programa de Evacuación Humanitaria reubicó temporalmente a cerca de 96.000 kosovares en 29 países en todo el mundo por su seguridad. Es uno de los ejemplos de responsabilidades compartidas que se pueden encontrar en el pasado, y que se examinarán en Ginebra el lunes (10 de julio).
La reunión de un día contará con la presencia de funcionarios gubernamentales, organizaciones internacionales, ONG, académicos y otros expertos, y es la primera de cinco discusiones temáticas, ya que el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lidera un proceso para desarrollar un Pacto Mundial sobre Refugiados.
La Asamblea General de la ONU encomendó esa tarea al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en la histórica Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes del año pasado.
"En un momento en el que nos enfrentamos a un desplazamiento mundial récord, es conveniente recordar ocasiones en un pasado no muy lejano, en las que la comunidad internacional se reunió y encontró soluciones que salvaron las vidas de refugiados que se encontraban en situaciones aparentemente intratables", dijo Volker Türk, Alto Comisionado Auxiliar para la Protección del ACNUR. "Lo hemos hecho antes, podemos hacerlo ahora".
Un regreso pacífico a Centroamérica
El programa de Evacuación Humanitaria es sólo un ejemplo de esa cooperación. En Centroamérica, un acuerdo a fines de la década de 1980 permitió a cientos de miles de personas desarraigadas por conflictos interrelacionados en El Salvador, Nicaragua y Guatemala, encontrar soluciones a largo plazo.
Ayudó a algunos a integrarse en los países donde habían buscado protección, a otros a ser reasentados a terceros países y a 134.000 a retornar a su lugar de origen, entre ellos una indígena Popti' llamada Eulalia Elena Silvestre Hernández.
En el punto más alto de la guerra civil en Guatemala en 1982, cuando tenía 17 años, Silvestre huyó de una comunidad rural en el noreste de Guatemala después de que los soldados rociaran las casas locales con gasolina y las quemaran mientras dormían. De un hogar, sólo un bebé y dos adultos sobrevivieron.
Ilesas, pero temiendo por sus vidas, pasaron los siguientes 13 años en México. Sin embargo, el apoyo de la Conferencia Internacional sobre Refugiados Centroamericanos (CIREFCA) les permitió regresar a Guatemala en 1995.
"Organizarnos para el regreso nos permitió lograr cosas", dijo Silvestre, ahora un activista comunitaria de 45 años en Petén, que ha podido volver a la agricultura. "Ahora tenemos un poco de tierra. Creo que la mayoría de las mujeres, al menos en nuestra familia, tienen un poco de tierra".
CIREFCA ilustró el fuerte vínculo entre la paz y el desarrollo mediante el apoyo a grandes proyectos de infraestructura y pequeños proyectos de desarrollo comunitario, ayudando a fomentar la confianza entre los refugiados dispuestos a retornar a sus hogares.
Protección de los refugiados vietnamitas
Al otro lado del mundo, en el sudeste asiático, un esfuerzo colaborativo similar para gestionar una oleada de llegadas de barcos desde Indochina a finales de los 80 fue clave para desbloquear un callejón sin salida que amenazó la vida de miles de personas.
Ante el creciente número de llegadas y la creciente renuencia de los gobiernos occidentales a mantener las oportunidades de reasentamiento, los gobiernos de la región amenazaron con reprimir las llegadas de la población. En respuesta, en 1989 se firmó el Plan de Acción Integral (CPA), que reúne los compromisos asumidos por los países de origen, asilo y reasentamiento.
Este incluía un programa para proporcionar formas seguras y ordenadas para que las personas salieran legalmente, así como protección temporal a los recién llegados en el Sudeste Asiático, y reasentamiento en terceros países para los refugiados. A aquellos que no eran considerados refugiados, se les brindaba asesoramiento y asistencia económica para su reintegración en los países de origen.
El arquitecto Saigón, Tanh Dang, estaba entre 63 personas que abordaron un barco para salir de Vietnam en junio de 1989. Después de una semana en el mar, el buque llegó a Indonesia, donde Dang terminó en el campamento de refugiados de Galang. Bajo el CPA, fue "protegido" como refugiado y posteriormente reasentado en los Estados Unidos, donde estudio diseño arquitectónico, y trabaja en escuelas y centros médicos en Atlanta, Georgia.
Mirando hacia atrás la vida que le dio el programa, hace una apremiante petición a la comunidad internacional y a los ciudadanos que luchan con las múltiples crisis de refugiados de hoy.
"Pónganse en la posición de los refugiados. Son personas normales. No creo que nadie quiera desarraigar su vida y enfrentar un futuro incierto si no tienen que hacerlo", dijo.
"Si les dan la oportunidad de reconstruir sus vidas, los refugiados contribuirán a la sociedad donde viven. Por favor, no les tengan miedo y denles la bienvenida.
Reporte de Shpend Halili en Kosovo*, Lucrecia Maza en Guatemala y Ariane Rummery en Ginebra
* Resolución 1244 (1999) del Consejo de Seguridad