Jugadores de fútbol sirios entrenan para dar el salto profesional en Río de Janeiro
Dos jugadores podrán estrenarse el próximo domingo en el Campeonato Carioca, Serie B2 Sub-20, en un partido que tendrá lugar en el estadio Alzirão de Itaboraí a las 12:45.
El campamento de refugiados de Zaatari (Jordania) y el municipio de Resende, en el estado de Río de Janeiro, tienen un punto de unión muy especial: Pérolas Negras, el club de fútbol de la ciudad.
A comienzos de 2018, la comisión técnica del equipo se desplazó a Zaatari para realizar una selección de jóvenes con potencial de llegar a ser jugadores profesionales. Los atletas que más destacaran serían invitados a unirse al equipo. De los 150 jóvenes que participaron en la fase inicial de la selección, el club eligió a cinco: Ahmad, Hafith, Jawdat, Omar y Quais.
Ahmad y Hafith ya están inscritos de manera oficial en el Campeonato Carioca, Serie B2 Sub-20, y podrán saltar al campo el domingo día 9 en el estadio Alzirão de Itaboraí, a las 12:45. El Pérolas Negras se enfrentará al equipo de Bela Vista.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, creó en 2012 el campamento de Zaatari para albergar a las personas que abandonaran Siria como consecuencia de la guerra que había comenzado un año antes. Hoy cuenta con cerca de 77.400 habitantes. Lo que empezó con unas pocas tiendas es hoy un gran asentamiento en la aridez de una región desértica.
Ahmad, de 17 años y natural de la ciudad de Homs, tuvo que abandonar Siria y partir al país vecino antes de cumplir los 10 años.
“Antes de la guerra había un equipo que llevaba cada año a diez niños a entrenar a Catar. Me seleccionaron, pero no pude ir porque fue cuando empezó la guerra”, cuenta el centrocampista, que se declara fan de Neymar.
A Hafith lo llaman Marcelo en homenaje a su ídolo, el jugador brasileño que se desempeña como lateral izquierdo del Real Madrid.
“Aquí estoy muy bien. La verdad es que mi única dificultad es el idioma, pero sé que voy a ser capaz de superar este obstáculo y que todo va a salir bien”, cuenta Hafith. El joven es natural de Daara, a unos 13 kilómetros de la frontera con Jordania. ACNUR estima que cerca del 79% de los habitantes del campamento de Zaatari proceden también de allá.
Además de Ahmad y Hafith, Omar y Quais son también jugadores y otro sirio, Jawdat, es entrenador. Los jóvenes llegaron a Brasil en septiembre de 2018 y siguen entrenando y adaptándose a la vida en el país.
El defensa Quais, de 14 años, vivió en el campamento casi la mitad de su vida. Cuando era niño jugaba al balón en las calles de Siria, pero fue en Jordania donde empezó a pensar en dedicarse profesionalmente a ello.
“En Zaatari estaba en un equipo y el entrenador nos dijo que iba a llevarse a cabo una selección para venir a jugar a Brasil a nivel profesional. Me inscribí y al final aprobé. Es maravilloso poder jugar al fútbol”, nos dice el adolescente, que se declara fan del defensa brasileño Thiago Silva.
De acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados, más de 5,6 millones de personas sirias viven en situación de refugio. La mayoría se encuentra en Turquía, el Líbano y Jordania, países colindantes con Siria. En Brasil, los datos del Comité Nacional para Refugiados (CONARE) nos indican que 541 personas procedentes de Siria vieron reconocida su condición de refugiados en el año 2018. Esta cifra equivale aproximadamente al 50% de todas las solicitudes de asilo concedidas. En el mismo año, otras 409 personas sirias solicitaron el reconocimiento de su condición de refugiados.
El Pérolas Negras y la adaptación a Brasil
La Academia de Fútbol Pérolas Negras, fundada en Haití por la ONG Viva Río, forma parte de una serie de iniciativas de integración social para la juventud del país. Al darse cuenta de que el talento de los jugadores haitianos era incompatible con las escasas oportunidades en el fútbol local, el club creó un centro de entrenamiento al sur de Río de Janeiro, en el que los jóvenes de más talento podrían profesionalizarse en el mercado brasileño y proseguir con su educación formal.
Hoy, cerca de 60 deportistas brasileños, sirios y venezolanos están vinculados a Pérolas Negras. La convivencia en el Centro de Entrenamiento gira en torno al fútbol, y la rutina se programa en torno a los entrenamientos y los estudios. Con todo, sobra tiempo para el afecto.
“Tengo dos hijos que viven lejos y me cuentan que fueron adoptados por personas de allá. Quiero hacer lo mismo, porque estos niños también están lejos de sus familias. Me toman fotografías y se las mandan a sus madres, y ellas me dan las gracias y me piden que cuide de ellos”, nos cuenta Iolanda Batista, cocinera de Pérolas Negras. Pese a que los deportistas deben seguir una dieta equilibrada, Iolanda aprendió a cocinar platos típicos de Haití y de Siria para combatir la añoranza de sus hogares que sienten los niños
Pese a las diferencias de idioma, los jugadores se entienden bien dentro del campo. Y ahora llegó el esperado momento de poder saltar al césped en una competición oficial para demostrar que toda la dedicación y la resiliencia de estos jóvenes compensaron el largo viaje hasta llegar a este punto.
“Venir a Brasil es el sueño de cualquier jugador de fútbol. Es difícil alejarse de la familia, pero todo jugador que quiera profesionalizarse y tener una proyección va a tener que pasar por eso”, dice en joven delantero Omar, de 16 años.