República Democrática del Congo: Dos meses después, el miedo y la miseria prevalecen en la provincia de Ituri

Dino, de 44 años, y Jeanne, de 40, huyeron junto a sus cuatro hijos de la violencia en su aldea.

Dino, de 44 años, y Jeanne, de 40, huyeron junto a sus cuatro hijos de la violencia en su aldea.  © ACNUR/UNHCR/Nándor Gergely

Dos meses después de que la violencia obligara a cientos de miles de personas a huir de sus hogares en la provincia de Ituri, en el este de la República Democrática del Congo, la grave falta de fondos y la creciente inseguridad han propiciado el aumento del número de personas que necesitan asistencia humanitaria y no pueden regresar a sus hogares.

Tan solo en las últimas tres semanas de junio, más de 145.000 personas recién desplazadas han buscado seguridad y asistencia en los campamentos para desplazados internos en Ituri, aunque se estima que otras 215.000 personas habrían huido a regiones vecinas. Las dificultades para acceder a algunos puntos y la gran superficie del área del que la gente ha huido, complican la verificación del número real de desplazados, cifra que desde entonces sigue aumentando, aunque a un ritmo inferior.

La violencia constante entre los grupos de milicias hace que muchos teman regresar a sus hogares. En el transcurso de una misión a la ciudad de Djugu para proporcionar asistencia humanitaria, el personal de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, fue testigo de cómo aldea tras aldea se encontraban deshabitadas, así como un de interminable número de casas que habían sido incendiadas y abandonadas.

Las personas desplazadas se han visto obligadas a buscar cobijo allá donde han podido: algunos han sido acogidos por otras familias, mientras que muchos se están viendo obligados a dormir a la intemperie. Por ejemplo, Drodro, una ciudad relativamente pequeña, ha triplicado su población en apenas unas pocas semanas, convirtiéndose sus escuelas e iglesias locales en enormes y precarios albergues.

El personal de ACNUR ha recibido numerosos testimonios de personas que han perdido a familiares. En algunos casos, las personas que trataban de regresar a sus hogares para recoger alimentos y algunos bienes han sido asesinadas por grupos armados como señal de advertencia para evitar que otros decidan regresar. Existe un temor generalizado entre la población desplazada de cara al futuro.

Las necesidades más urgentes son cobijo, agua, saneamiento, atención médica y comida. Las condiciones de hacinamiento están poniendo a mujeres y niñas en alto riesgo de sufrir violencia sexual y de género. A su vez, las malas condiciones de higiene causadas por la falta de agua limpia y de letrinas están aumentando el riesgo de propagación de enfermedades.

ACNUR está brindando asistencia en los campamentos para desplazados, en los cuales está construyendo hangares colectivos de emergencia para quienes duermen a la intemperie y refugios individuales para las familias más vulnerables. No obstante, urge la construcción de nuevos refugios para que las personas puedan abandonar las escuelas antes del inicio del nuevo período escolar a principios de septiembre. Por otra parte, si bien se están distribuyendo artículos domésticos básicos, las necesidades superan con creces las reservas actuales de las que dispone ACNUR.

La financiación para esta crisis humanitaria sigue siendo sumamente escasa. ACNUR hace un llamamiento a la comunidad internacional para que realice nuevas contribuciones que permitan a las organizaciones humanitarias brindar una asistencia básica para salvar vidas. En lo que va del año, ACNUR apenas ha recibido el 32% de los 150 millones de dólares necesarios para sus operaciones.