Empresaria afgana ayuda por igual a refugiados afganos y locales iraníes
Tras la muerte de su esposo, la refugiada afgana Zeynab Shaban estableció un exitoso negocio de batas hospitalarias que ayuda a los empleados iraníes y los refugiados por igual.
Zeynab Shaban, una refugiada y empresaria de 34 años, supervisa al personal en su taller de costura en Shiraz.
© ACNUR / Morteza Nikoubazl
“Tenía que mantenerme fuerte y positiva y confiar en que todo iba a salir bien, así que empecé a pensar en las habilidades que ya tenía, para enfocarme en algo en lo que yo sabía que podía hacer bien”.
Zeynab es una de los cerca de un millón de refugiados afganos en la República Islámica de Irán que han huido de los 40 años de conflicto en su país natal y que ha buscado la seguridad y una nueva vida.
A los 19 años, ella desarrollo su talento como costurera gracias a un curso vocacional organizado por el Gobierno iraní, que apoya la integración de las personas refugiadas a sus sistemas nacionales de diferentes formas.
“Empecé a pensar en las habilidades que ya tenía”.
Ella desarrolló un plan de negocios haciendo uso de esas habilidades, y se acercó al ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en busca de ayuda.
“Mientras lloraba la pérdida de mi querido esposo, me di cuenta de que, si alguna vez iba a hacer algo de mí misma, algo de lo que estaría realmente orgullosa, tal vez ahora era el momento de comenzar”, dice ella.
Gracias al apoyo de ACNUR, ella compró un pequeño set de máquinas de coser y empezó a producir ropa a la medida desde su hogar.
“Cuando empecé a pequeña escala, recibía pocas órdenes de las personas de mi comunidad”, explica ella. “Pero poco después las órdenes comenzaron a crecer”.
Reconociendo el potencial de expansión, Zeynab puso su vista en alto y finalmente ganó un contrato con uno de los principales hospitales de Irán en Shiraz.
“¡Fue mi golpe de suerte!”, recuerda. “Gané un contrato para hacer las batas hospitalarias para el hospital más grande del sur de Irán”.
Impresionado por la calidad de sus productos, el hospital aumentó sus pedidos y el negocio de Zeynab se convirtió rápidamente en su proveedor habitual. Zeynab también contactó a otros hospitales, lo que resultó en contratos adicionales con otras tres instituciones en el sur de Irán, así como con tiendas de suministros médicos y farmacéuticos.
Luchando por satisfacer la creciente demanda, Zeynab regresó al ACNUR en busca de apoyo. Esta vez recibió 13 máquinas de coser y accesorios profesionales, lo que le permitió a su negocio diseñar, fabricar y distribuir prendas y sábanas de hospital.
“¡Fue mi golpe de suerte!”
Registrar la empresa y recibir una licencia oficial incluso permitió a Zeynab generar empleos para otros. Con la ayuda del ACNUR, reclutó a más de una docena de mujeres, tanto refugiadas afganas como iraníes, priorizando a las más vulnerables.
Decidida a ayudar a más mujeres en su comunidad, Zeynab, que desde entonces se volvió a casar, también ha establecido un plan de pasantías gratuitas para iraníes y afganas vulnerables. Desde 2014, ha capacitado a más de 200 mujeres en el trabajo, mejorando sus habilidades y permitiendo que su negocio prospere. Su taller en Shiraz ahora abastece a cinco hospitales en toda la ciudad y cuenta con 30 empleados de tiempo completo, la mayoría de ellas mujeres.
Para la refugiada afgana Mahrou Maleki, el trabajo le ha brindado un salvavidas a su familia, luego de que su esposo, el principal sostén de la familia, se enfermó.
“Ahora puedo mantener a mi familia y es como si ahora tuviera una segunda familia, las personas con las que trabajo”, dice ella.
Para su colega iraní Fatemeh Ziaie, trabajar junto a compañeros de trabajo afganos también ha desafiado la forma en que ella y otros piensan sobre los refugiados.
“Las cosas han cambiado. Al principio, las personas que me rodeaban no estaban contentas, pero ahora es diferente”, dice ella. “Creamos amistades, somos una familia, estamos juntas la mayor parte del día”.
El Gobierno de Irán continúa implementando sus políticas progresivas e inclusivas relacionadas con los refugiados en las áreas de salud, educación y medios de vida. Trabajando con ACNUR, el gobierno ofrece una cartera diversa de cursos de capacitación técnica y vocacional para personas refugiadas emprendedoras como Zeynab.
La inclusión económica de los refugiados en Irán es un ejemplo de las buenas prácticas que transforman la vida de las personas refugiadas y quienes les acogen en muchas partes del mundo, en un momento en que un número récord de personas están siendo expulsadas de sus hogares por las guerras y la persecución.
El fortalecimiento de la respuesta internacional está en el corazón de una reunión de alto nivel en Ginebra a finales de este año. Al promover un enfoque integral de la sociedad, el Foro Mundial sobre los Refugiados reunirá a gobiernos, organizaciones internacionales, autoridades locales, sociedad civil, sector privado, miembros de la comunidad de acogida y los propios refugiados.
Se discutirá cómo proporcionar un mayor apoyo a las comunidades de acogida de refugiados, impulsar la autosuficiencia de los refugiados, aumentar las oportunidades de reasentamiento y las condiciones de apoyo para un retorno seguro a los países de origen.