Director sirio une a población refugiada y comunidades locales a través del teatro
Bassem, director de teatro, recurre a las clases de interpretación para ofrecer un espacio seguro a jóvenes refugiados y locales en Alejandría, reforzando al tiempo su autoestima y el sentimiento de comunidad.
El refugiado sirio Bassem (centro) está rodeado por su grupo de teatro "Los Nómadas", formado por refugiados y locales en Alejandría, Egipto.
© ACNUR/Houssam Hariri
En un pequeño centro comunitario en el corazón de la ciudad portuaria egipcia de Alejandría, el director de teatro sirio Bassem observa con orgullo como un grupo de jóvenes refugiados y locales interpreta vehementes escenas de acoso sexual y discriminación.
A sus 37 años, era actor y director en su Siria natal y siempre ha considerado el teatro como una extensión de la experiencia humana, canalizando sus propias experiencias de pérdida y desplazamiento a través de su arte.
Tras perder a su padre en el conflicto en 2012, Bassem se vio obligado a huir con su esposa y sus cuatro hijos de la metralla y la violencia que asediaban su hogar en Damasco. La familia buscó protección en Alejandría, donde se unieron a otros familiares.
Bassem tuvo dificultades para lidiar con el dolor y el distanciamiento y al principio le costó mucho reiniciar su vida en Egipto. Pero después de aceptar la iniciativa de organizar clases de interpretación y espectáculos de payasos gratis para niñas y niños refugiados, se dio cuenta del impacto positivo que su arte podía tener tanto en sí mismo como en los demás.
"El arte cura".
“El arte cura. Nos enseña paz y seguridad. Es algo fundamental, más importante que lo que se enseña en las escuelas”, explica Bassem. “Cuando conviertes una experiencia negativa en la vida de un niño o de una niña en algo positivo, puedes estar marcando una enorme diferencia de cara a su futuro”.
Con apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que suministró vestuario, maquillaje y otros elementos, así como material promocional, Bassem amplió sus clases para incluir a la comunidad local egipcia en la que se encuentra, dando cabida a personas con discapacidad, huérfanos y niños de la calle.
En 2016 Bassem fundó “Los Nómadas”, un grupo de teatro con 30 miembros de entre 7 y 24 años entre los que hay refugiados procedentes de Siria, Yemen, Iraq y Sudán, así como miembros de la comunidad local egipcia. También encontró trabajo como coordinador de actividades en una de las ONG asociadas locales de ACNUR en Alejandría, lo cual le ayuda a mantener a su familia.
Egipto acoge en la actualidad a más de 247.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo inscritas de 58 nacionalidades diferentes; más de la mitad huyen del conflicto en Siria que alcanza ya los ocho años de duración.
La mayoría de las personas desplazadas viven en zonas urbanas junto a las comunidades de acogida, donde ACNUR colabora con las autoridades gubernamentales para darles acceso a servicios de protección, atención sanitaria y educación.
A través de su programa de empoderamiento de las comunidades, ACNUR también fomenta que las personas solicitantes de asilo desempeñen un papel activo en su propio desarrollo económico y personal. Estas iniciativas están diseñadas para ayudarlas a involucrarse con las comunidades locales en que viven, para así conseguir un mayor grado de autosuficiencia, el ejercicio de sus derechos y una mejora en su vida cotidiana.
El grupo de teatro de Bassem utiliza la dramaturgia para tratar cuestiones sociales como la violencia de género, el acoso sexual y la discriminación racial. El grupo ofrece a los participantes un lugar seguro en el que pueden expresar sus sentimientos y entrar en contacto con otros miembros, muchos de los cuales dicen que el arte ha enriquecido sus vidas y tienen un vínculo personal especial con Bassem.
“Desde que empecé a trabajar con Bassem mi personalidad ha cambiado”, cuenta Hazem, de 24 años, un chico alejandrino que se desempeña ahora como asistente del director. “Me ha ayudado a expresar mis emociones. Somos más que amigos: somos familia. Estamos conectados en todo”.
“No somos una carga. Queremos contribuir”, dice Bassem, que explica lo importante que es para él y para otros refugiados poder desempeñar un papel activo en sus comunidades de acogida.
Bassem está orgulloso de lo que ha conseguido hasta ahora y espera poder ampliar sus actividades a otras ciudades de Egipto para exponer el poder del arte para superar la adversidad y unir a las personas.
“En la vida de cada uno de nosotros hay un artista: da igual que seamos refugiados, inmigrantes o ciudadanos”, dice. “Lo único que yo hago es sacar a la luz al artista interior y dejar que sean ellos los que prosigan el viaje”.