Comunidades étnicas en Colombia protegen su territorio a través del deporte
ACNUR, el Comité Olímpico Internacional y Alianza por la Solidaridad llevaron a cabo el proyecto "Iniciativas deportivas para proteger a niños, niñas, adolescentes y jóvenes" en comunidades del Pacífico colombiano.
BUENAVENTURA, Colombia - Bajo el sol inclemente del Pacífico, la población de los barrios Isla de la Paz y Cima, del Distrito de Buenaventura, participa en un encuentro comunitario para adecuar la cancha de futbol y así poder celebrar la segunda edición de los Juegos Olímpicos Comunitarios. La emoción embarga a la comunidad.
Estos juegos se celebraron por primera vez en el 2017, cuando el Comité Deportivo de ambos barrios propuso crear más espacios recreativos, en especial para los más pequeños, donde a través del deporte y los juegos tradicionales se fortalecieran valores como el sentido de lo colectivo y la identidad étnica, y para hacer frente a los riesgos del despojo territorial que sufren desde tiempo atrás. Así nacieron los Juegos Olímpicos Comunitarios. En ese año hubo competencias en fútbol femenino, voleibol mixto, atletismo y juegos tradicionales como el yeimy, la bola cuchara y los encostalados.
Hablar de deporte en estas comunidades es hablar de identidad y territorio; las comunidades étnicas del Pacífico colombiano construyen su identidad desde la tierra y la relación que establecen con ella es inquebrantable. La cancha está en el corazón de la dinámica comunitaria y el deporte es la práctica que logra mayor participación de niños y niñas. Día y noche, los niños y niñas recorren las empedradas calles de Buenaventura envueltas en polvo y charcos, corriendo, saltando, conversando, riendo. Para el líder Arcesio Izquierdo, presidente de la Junta de Acción Comunal del Barrio La Cima, el deporte ha sido una de las estrategias exitosas para vincular tanto a los niños y las niñas como a los adultos en una actividad común en pro de mantener el sentido colectivo de su comunidad. “Lo deportivo los une a todos, tanto a los niños, niñas, jóvenes y adultos, todos estamos allí alrededor del deporte compartiendo”, afirma Arcesio.
No obstante, hoy en día jugar en la cancha ya no resulta tan fácil como antes. El incremento de la violencia y la presencia de grupos armados ilegales que buscan controlar los barrios, pone en mayor riesgo a los niños, niñas y adolescentes, pues ellos son las principales víctimas de reclutamiento forzado, amenazas, asesinatos, desplazamiento forzado, abuso y explotación sexual.
En este contexto, toma mayor fuerza trabajar en la defensa de los derechos de los niños y niñas con una visión de territorio a través del deporte y las prácticas culturales propias de las comunidades. Desde el año 2016, ambos barrios ya venían impulsando el torneo de fútbol “Nos la Jugamos por el Territorio”, con el apoyo de dos plataformas comunitarias: el Comité Interorganizacional y la Asociación de Terrenos Ganados al Mar.
Con el objetivo de fortalecer esta iniciativa comunitaria y aportar al fortalecimiento de entornos protectores para la niñez, entre 2016 y 2018, el Comité Olímpico Internacional, ACNUR y Alianza por la Solidaridad llevaron a cabo el proyecto “Iniciativas deportivas para proteger a niños, niñas, adolescentes y jóvenes”. Además de Isla de la Paz y la Cima, el proyecto incluye a otros cuatro territorios en Buenaventura - Barrio Palo Seco, Comunidad de Puente Nayero, Barrio San Francisco y comunidad indígena de Puerto Pizario en zona rural - donde también existen sólidos procesos organizativos para la defensa de su territorio frente a las diversas y crecientes amenazas de despojo.
Colombia ocupa el segundo lugar en desplazamiento interno a nivel mundial con más de 8 millones de personas, según el último informe de ACNUR sobre Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado en 2018. Los municipios de Buenaventura y Litoral del San Juan, ubicados en la zona media del Pacífico colombiano, afrontan desde hace décadas los impactos del conflicto armado donde los niños y las niñas son los más afectados por los riesgos de ser víctimas de explotación sexual, trabajo infantil, reclutamiento forzado, inducción al consumo de sustancias psicoactivas, el confinamiento y desplazamiento forzado. En Buenaventura una de cada tres personas es desplazada; en el Bajo San Juan cerca de 7 mil miembros de 46 comunidades étnicas afrodescendiente e indígenas han sido confinadas o desplazadas desde el año 2013, siendo la comunidad indígena del Resguardo de Pichimá la más reciente víctima de desplazamiento masivo, ocurrido en junio del 2019.
El proyecto se centró en fortalecer las capacidades deportivas y de liderazgo de los niños y niñas, además de capacitar a los entrenadores comunitarios deportivos; formar a adultos, líderes, lideresas, docentes y padres de familia como agentes protectores de la niñez; promover la conformación de Comités Locales de Protección Infantil, con la participación de adultos, y niños y niñas. Todo esto para consolidar espacios comunitarios de protección que minimicen los riesgos protección a través del saber propio.
Para Karen Viveros, joven residente del barrio Isla de la Paz, el proyecto motivó a que más adultos participaran de los eventos deportivos y culturales y aumentara la cohesión familiar y comunitaria. “Ahora hay más unión, hay más compañerismo antes uno no podía ir a otros barrios por lo peligroso, pero ahora con el proyecto uno va y no pasa nada por medio del deporte”, cuenta Karen. El acompañamiento de padres y madres fortalece la unión familiar, promueve la autoestima y el liderazgo, como también fortalece la identidad colectiva, elementos fundamentales para consolidar entornos protectores de la niñez.
Entre los resultados también se destacan la participación de más de 3.000 niños, niñas, adolescentes y jóvenes afrodescendientes e indígenas, la adecuación de tres escenarios deportivos, y la dotación de implementos deportivos, uniformes e instrumentos musicales.
La sostenibilidad de los procesos comunitarios está en los hombros de los líderes y lideresas que día a día se levantan para continuar con su apuesta de vida, luchar por el territorio y preservar su identidad y tradiciones como comunidades étnicas. Durante este 2019, la comunidad viene adelantando las gestiones para consolidar el proyecto de la escuela de fútbol, en homenaje al sueño de Temístocles Machado, líder comunitario de Isla de la Paz y CIMA que fue asesinado el 27 de enero del 2018, pero cuyo legado sigue vivo en cada hombre, mujer, niño, niña y adolescente del territorio.