"Soy Abdel y tengo 16 años. Mis padres huyeron de Costa de Marfil y se asentaron en Libia, donde yo nací. Mi madre falleció cuando yo tenía cinco años.
Después del alzamiento en contra del régimen de Muammar Gaddafi, en febrero de 2011, los subsaharianos que vivían en Libia como trabajadores inmigrantes o solicitantes de asilo comenzaron a ser atacados acusados de ser mercenarios de Gaddafi. Muchos tenían tanto miedo que ni siquiera salían de sus casas.
En mayo, una banda armada de asaltantes encapuchados irrumpió nuestra casa, violaron a mi hermana y después la mataron junto a mi padre, que intentó intervenir. A mí me llevaron a la cárcel, donde estuve los 10 meses siguientes. Éramos unos 30 encerrados en una habitación. Me enteré de que estábamos en Misrata. Después de 10 meses, me soltaron y crucé la frontera para buscar refugio en Túnez, y así fue como llegué al campo de Choucha.
En este campo, donde llevo viviendo muchos meses, las condiciones climáticas son difíciles. Decidí que no podía quedarme sentado vagueando en el campo, preguntándome cada día lo que hago aquí. En Choucha vivimos en un mundo aparte y poco a poco, sin darte cuenta, te acabas aislando del exterior, así que decidí que tenía que hacer algo con mi vida.
En diciembre me apunté a un programa piloto de formación profesional organizado por ACNUR y el Consejo Danés para los Refugiados, con la ayuda de la Agencia Tunecina de Capacitación Profesional. Me decidí por hacer el curso de fabricación de joyas, que estaba dirigido por el Centro de Instrucción y Formación Artesanal. El curso se imparte en la ciudad de Gabes, a unos 140 kilómetros al noroeste de Choucha.
Mis compañeros son refugiados y tunecinos, y estamos aprendiendo a diseñar y a hacer las piezas de joyería. Comemos en el centro y dormimos en una residencia durante los meses que dura el curso. En los descansos de las clases puedo conocer gente y hacer nuevas amistades, así que ahora no me siento tan solo. Gracias a este curso estoy descubriendo otro mundo en Túnez y por fin tengo esperanzas para el futuro”.
Muchos menores como Abdel huyeron de los disturbios en Libia en 2012 y buscaron refugio en los campos de refugiados de Túnez. En junio de 2013 el campo será desmantelado, así que ACNUR lleva meses trabajando para buscar soluciones para los refugiados que todavía permanecen allí. La mayoría de ellos han sido reasentados ya en terceros países (Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, España…), pero todavía quedan algunos centenares de personas viviendo allí a la espera de una solución para ellos. Solo poniéndonos en los zapatos de estas personas podremos llegar a comprender lo duro que es pasar día tras día en un campo de refugiados. Da el paso y ponte en los zapatos de muchachos como Abdel.