Interés común en gastronomía une a francés y sirio

Un amigo le dio a Lucien, un músico de 50 años, la idea de acoger a un refugiado. Rápidamente detectaron que les gustaba descubrir juntos nuevos platos.

Lucien recibe a Hussam en Lyon. Hussam huyó de Siria hace un año para escapar de la guerra y encontró un hogar acogedor y un amigo en el francés Lucien, un músico de 50 años.   © ACNUR / Aubrey Wade

LYON, Francia ̶  Lucien vive en un bonito apartamento, amueblado con gusto al estilo burgués-bohemio. Es el santuario perfecto para el músico, de 50 y tantos años y soltero, cuya vida se centra en sus giras internacionales y comidas con sus amigos. Fue uno de estos amigos quien suscitó en él la idea de acoger a un refugiado.

“Verá, mi madre era argelina y mi padre era un “pied noir” (un francés nacido en Argelia)”, explica a ACNUR. “Mis padres se marcharon de Argelia en 1962, dejándolo todo allí, y se instalaron en Francia. Así es que sé lo que significa ser un exiliado”.

“Estaba considerando acoger a un refugiado, pero, francamente, tenía mis dudas, ya que viajo mucho por trabajo y no estoy siempre aquí. Pensé que me molestaría dejar a alguien solo en mi casa”.

Fue entonces cuando su amigo acogió a una mujer siria y a su hijo adolescente. “Me esforcé mucho en hacerles sentir bienvenidos. Pasamos mucho tiempo juntos, organizamos encuentros y fiestas para que pudieran conocer a gente, probar la comida…”

Unos meses después, el hijo mayor de la familia, Hussam, de 29 años, llegó a Francia. No había espacio para que se quedara con su madre y su hermano, y encontró alojamiento en las instalaciones de una organización para la que trabajaba como voluntario.

“Era un almacén donde guardaban cosas: ropa, donaciones que luego enviaban”, dice en un francés casi sin acento. “Había una habitación pequeña y sin calefacción donde dormía con otras cuatro personas”. En aquel entonces, visitaba a su madre y a su hermano con regularidad. Entonces conoció a Lucien.

“Hussam tenía problemas de alojamiento y no tenía un lugar permanente donde vivir, así es que le dije que se podía quedar conmigo unos días si quería, y se quedó. Al principio no le veía muy a menudo, porque él siempre estaba ocupado”.

“La vida de un refugiado implica mucho ajetreo, ir de cita en cita, arreglando documentos de identidad. Cada uno de los cuales puede llevar días obtener… Y también tenía problemas para asentarse. Hacía tiempo que había dejado su hogar y había viajado, se había movido mucho, y cuando llegó aquí no podía estar en un mismo lugar más de un minuto”.

“Lucien me ha abierto las puertas a la vida francesa”.

“Cuando se desaceleró un poco, empezamos a disfrutar de nuestro tiempo juntos. A menudo yo le ayudaba con el francés por la mañana y compartíamos comidas”.

Hussam añade con entusiasmo: “Lucien me ha abierto las puertas a la vida francesa. Me ha enseñado muchas palabras en francés, y me ha explicado su origen, y lo encuentro muy interesante. También me ha iniciado en la gastronomía”.

Lucien asiente. “Nos encontramos a menudo descubriendo nuevos platos juntos”.

La Nochevieja pasada, Hussam y Lucien invitaron a sus respectivas madres a una cena internacional con humus y tabulé, paletilla de cordero al estilo francés y repostería siria.

“En términos generales, estamos descubriendo mucho sobre nuestras respectivas culturas”, añade Lucien. “Todos tenemos nuestras convicciones, nuestros prejuicios, nuestra manera de pensar, las defensas que construimos a nuestro alrededor cada día. Cuando tienes que tratar con otras personas, esas defensas se tambalean un poco. En ese sentido, es muy positivo. Todos lo necesitamos”.

 

Esta historia es parte del capítulo francés de No Stranger Place, desarrollado y fotografiado por Aubrey Wade en colaboración con ACNUR, que muestra a refugiados y las personas que los han acogido en Europa. La exhibición se podrá visitor en Ground Control en París desde el 20 de junio de 2018.

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.