Malala destaca las necesidades educativas de la niñez desplazada en Irak

La ganadora del Premio Nobel de la Paz dice que es el acceso a la educación es necesario para proteger a los niños desplazados tanto ahora como en el futuro.

Malala y Anwar Ahmad Ayesh en la escuela del campo de Hasansham.  © ACNUR/Cengiz Yar

HASANSHAM, Irak, 12 de julio de 2017 (ACNUR) -- El martes, durante su primera visita a la región del Kurdistán iraquí, la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, hizo un llamado a los líderes mundiales a invertir en la educación para los niños en los países afectados por los conflictos.

"La educación no puede ser ignorada, especialmente en los países que están pasando por conflictos. La educación es un derecho humano fundamental. Todos los líderes mundiales aseguran educación a sus niños, así que también asegurémosle la educación a estos niños", dijo durante una visita a un campamento para desplazados iraquíes.

"Es importante levantar la voz por las niñas desplazadas porque yo fui desplazada por tres meses, así que sé lo difícil que es obtener educación cuando no tienes un hogar", dijo la activista para la educación de las niñas y mensajera de la paz de la ONU.

"Sé lo difícil que es obtener educación cuando no tienes un hogar"

Malala recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014 por su trabajo en defensa de los derechos educativos de la niñez. En su nativa Pakistán, un talibán le disparó en la cabeza después de que hablara sobre la importancia de la educación para las niñas.

Destacando las necesidades de los iraquíes desplazados en el campamento Hasansham U3, que alberga a 7.600 desplazados del conflicto en Mosul, Malala dijo al ANCUR que la pérdida de educación para las personas jóvenes es una de las peores pérdidas en un conflicto, y que la educación puede proteger a la niñez, especialmente a las mujeres. "La educación es necesaria para proteger a la niñez desplazada tanto en el presente como en el futuro", dijo ella.

Más de 900.000 personas han sido desplazadas por los combates para retomar Mosul de los extremistas. Algunos han vuelto a sus hogares, pero muchos continúan albergados en campamentos construidos por el ACNUR a las afueras de Mosul, mientras que otras personas rentan, se hospedan con familiares y amigos o viven en edificios dañados por la guerra.

Hay más de tres millones de desplazados iraquíes en el país, incluyendo alrededor de 350.000 niños que no acuden a la escuela, casi la mitad de los que están en edad escolar.

Los niños desplazados que estudian en los campamentos se enfrentan a condiciones como las elevadas temperaturas de verano, la dificultad de estudiar dentro de tiendas, la escasez de libros y material escolar, y los limitados recursos de higiene.

El campo U3 de Hasansham cuenta con enseñanza primaria y secundaria, que se imparten por turnos en una tienda de campaña. En el campo hay actualmente inscritos 1.115 niños en enseñanza primaria y 425 en secundaria.

Malala destacó el trabajo de ACNUR para apoyar a las familias desplazadas en Irak, pero señaló la falta de financiación. "Necesitamos apoyar a las organizaciones que trabajan aquí con pequeñas donaciones o a través de las redes sociales. Alcemos la voz por estos niños", afirmó.

Malala visitó la tienda de la estudiante Anwar Ahmad Ayesh, de 13 años, cuya familia huyó en abril de la violencia y los bombardeos en el oeste de Mosul. El padre de Anwar fue asesinado por los extremistas y, como otros muchos niños en la ciudad durante los últimos tres años, no asistía a la escuela. Se levanta cada día con la esperanza de que sus problemas se acaben pronto.

"Malala fue para mí una fuente de esperanza e inspiración para superar mis dificultades. Sabía que algún día podría volver a la escuela", dijo.

Para cubrir las necesidades de financiación de ACNUR, se requieren urgentemente 126 millones de dólares, para cubrir las necesidades fundamentales de niños, mujeres y hombres en situación vulnerable, así como para continuar proporcionando protección, refugio, coordinación, organización y asistencia a desplazados y a aquellos que buscan volver a sus hogares

Por Cathy Otten