El desarrollo profesional cambia vidas de refugiados en Petén, Guatemala
Cuando madres y padres refugiados tienen acceso a medios de vida, pueden cubrir las necesidades inmediatas de sus familias mientras retoman el control de sus vidas.
"Para mí este proyecto significa esperanza, la esperanza de seguir soñando".
© ACNUR/Diana Diaz
Con un trabajo digno, las personas refugiadas empiezan a formar parte del desarrollo de sus países de acogida, como miembros activos de la sociedad que les ha abierto las puertas para un nuevo comienzo.
PETÉN, Guatemala – Isabel* tararea una canción mientras vierte semillas sobre la masa que acaba de moldear en panes de hamburguesa en la pequeña panadería en Flores, en la pintoresca zona de Petén, en el norte de Guatemala. Todos los días, ella se encarga de hacer panes y postres en un reconocido restaurante de Flores, una isla en el Lago Petén Itzá, que se ha convertido en una atracción turística. Pero Isabel no siempre ha sido panadera. De hecho, es un oficio nuevo para ella. Lo aprendió tras llegar a Guatemala como solicitante de asilo. Isabel es una de las 10 personas refugiadas y solicitantes de asilo que hacen parte del proyecto de formación profesional e inserción laboral llamado Turi-Integra.
“Ya no se trataba de salvar solo bienes materiales, se trataba de proteger la integridad física de la familia”
Mientras termina de preparar los panes para hornear, Isabel sonríe. “Me siento muy contenta de poder estar aquí”, dijo. “Tomar la decisión de venir no fue fácil”. Isabel, de 47 años, se vio obligada a huir de su Honduras natal después del asesinato de uno de sus tres hijos. “La decisión de cambiar de lugar da muchos sentimientos encontrados”, dijo. “Dejar todo lo que uno ama por salvar lo que uno ama más. Ya no se trataba de salvar solo bienes materiales, se trataba de proteger la integridad física de la familia”.
Isabel, su marido, y su hijo menor dejaron todo atrás y solicitaron asilo en Guatemala. “No sabíamos para dónde agarrar ni qué hacer”, recuerda. Isabel siempre había trabajado en el hogar, pero al llegar a Guatemala, su esposo, un agricultor de 70 años, ya no tenía condiciones de continuar trabajando. Le tocó a Isabel asumir esta responsabilidad. Recién llegada a un país nuevo, se vio obligada a aceptar un trabajo informal con condiciones laborales inadecuadas. “Trabajaba de 7 am a 10 pm, pero nos daba el sustento”, dijo Isabel.
Pero un proyecto le abrió otras posibilidades. Se llama Turi-Integra, y es una iniciativa de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en colaboración con el Ministerio de Trabajo y el Instituto Guatemalteco de Turismo que tiene el objetivo de brindar a los refugiados y solicitantes de asilo en Petén mejores oportunidades de prosperar en sus comunidades de acogida. Pero no solo beneficia a personas refugiadas. Más de una centena de personas nativas de Petén también han participado en el programa, que ofrece una serie de cursos —sobre temas tan variados como el inglés, la jardinería y la repostería— además de pasantías en empresas locales en el sector del turismo.
“A través de una integración guiada, la comunidad local puede ver a las personas refugiadas como un motor de desarrollo y que juntos salen adelante ofreciendo, por ejemplo, calidad en servicios turísticos,” dijo Marco Procaccini, Jefe de la Oficina de Terreno del ACNUR en Petén. “Los refugiados encuentran la manera de ser parte de una comunidad de forma activa, mientras que las comunidades locales fortalecen el desarrollo del sector turístico de Petén, que es un eje fundamental social y económico del país”.
“Los empresarios debemos dar el ejemplo de inclusión”
Isabel hizo su pasantía en una panadería cuyo propietario entiende perfectamente lo difícil que es empezar desde cero en un país nuevo. Niklas Dittmann, de origen alemán, llegó a Guatemala hace más de 15 años. Hoy hace parte del gremio de empresas privadas que les brindan esperanzas y oportunidades a refugiados, solicitantes de asilo y guatemaltecos. “Las personas extranjeras pueden aportar mucho a la diversidad de un negocio y los empresarios debemos dar el ejemplo de inclusión”, dijo Niklas.
Guatemala ha emergido en los últimos años como un lugar de tránsito, pero también como un destino para personas huyendo de sus países de origen. Desde el 2017, el país Centroamericano se ha comprometido a adoptar medidas integrales que permitan encontrar y ampliar soluciones duraderas oportunas para refugiados y solicitantes de asilo en su territorio, a través del Marco Integral Regional de Protección y Soluciones (MIRPS). Además, en 2018 el gobierno guatemalteco se unió al movimiento global que busca crear un mundo más abierto a integrar refugiados, haciendo parte de los más de 180 países que han acogido el Pacto Mundial para los Refugiados.
Y es que en un mundo de creciente xenofobia, Petén y su lago en donde el sol se pone de mil colores, no sólo brinda experiencias mágicas e inolvidables a miles de turistas cada año, sino que también se ha vuelto en un lugar de oportunidades inmensurables a través de las cuales el turismo se vuelve un campo de integración. “Y con las capacitaciones tengo la esperanza de poderme insertar en el sistema laboral legal de Guatemala”, dice Isabel, quien recibió una oferta de empleo en otra panadería tras terminar su pasantía. “Que me miren como un miembro más de la sociedad donde no estoy aquí para hacerle carga a nadie sino para aportar, para engrandecer este país que nos abrió sus puertas”.
Es así como ella puede ahora imaginarse un futuro más estable, en el cual ya no deberá preocuparse por cómo llevar sustento a su familia. “Para mí, este proyecto significa esperanza, la ilusión de continuar soñando. De pensar que aunque hayamos salido de nuestro país podemos realizar un sueño en nuestras vidas”, dijo.