Refugiada sursudanesa cultiva arroz y vínculos con la comunidad en Uganda

Un programa para promover la producción de arroz está uniendo a agricultores refugiados y locales.

Gracias a la generosidad de sus vecinos, la refugiada sursudanesa Queen Chandia cultiva arroz y otras cosechas en Uganda.
© ACNUR/Michele Sibiloni

La refugiada sursudanesa Queen Chandia analiza el terreno antes de agacharse a inspeccionar los brotes verdes que nacen de la tierra. Esta tierra en Uganda no es suya, pero el arroz que germina en ella sí. Gracias a la generosidad de sus vecinos, Queen cultiva suficiente para mantener a los 22 niños y niñas refugiados que tiene a cargo.

“Ahora mismo el arroz es muy rentable para mí”, cuenta Queen, de 34 años, que huyó del conflicto en Sudán del Sur y encontró seguridad en Uganda cuando era una niña a principios de los años 90. “Las otras cosechas las planto solo para complementar la comida que tomamos. Pero el arroz es mi negocio generador de ingresos”.

Queen no siempre se dedicó al cultivo de arroz. Dedicó la mayor parte de su vida a cultivar maíz, sorgo y cacahuetes en su finca de Oliji, un asentamiento en una zona del norte de Uganda que acoge ahora a más de un millón de refugiados sursudaneses.

A medida que las olas de violencia sacudieron su país con el paso de los años, Queen fue acogiendo a niños y niñas refugiados en su granja: menores huérfanos y no acompañados que no tenían otro sitio donde ir. Se unieron a sus tres hijos propios y pasaron a formar parte de su familia. En poco tiempo, Queen se vio convertida en madre de 22 niños y niñas.

“Lo compartimos todo con las personas refugiadas”.

“Dios vio que tenía un corazón hecho para la maternidad”, dice Queen, que se hace cargo de los gastos médicos y escolares de los pequeños y se ocupa de que estén correctamente alimentados, vestidos y cuidados. “Quizá sea esa la razón por la que me envió a todos estos niños”.

Queen recibió ayuda del Programa Mundial de Alimentos y cultivaba distintas cosechas en tierras prestadas por su vecino ugandés. Pero con la caída del precio del maíz y del sorgo, Queen tenía problemas para cubrir gastos. Entonces, en 2014 cambió todo.

Queen fue seleccionada para participar en el proyecto Promoción del Desarrollo del Arroz (Promotion of Rice Develoment, PRiDe), una iniciativa de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) que pretende promover la producción de arroz entre agricultores ugandeses y refugiados. El arroz es un cultivo prioritario en Uganda. Al cultivarlo, las personas refugiadas contribuyen a la economía local y ayudan al país a cumplir sus objetivos de desarrollo. Para Queen supuso además una oportunidad única para asegurar sus ingresos.

“El arroz es una cosecha de alimento y de dinero”, explica Minoru Yoshino, asesor jefe del proyecto PRiDe, que ya dio formación a más de 50.000 agricultores desde su puesta en marcha en 2011. “Su cultivo mejora la seguridad alimentaria y los medios de vida de las poblaciones refugiada y ugandesa”.

  • Uno de los hijos de Queen en la parcela de su propiedad en el asentamiento de Oliji.
    Uno de los hijos de Queen en la parcela de su propiedad en el asentamiento de Oliji.  © ACNUR/Michele Sibiloni
  • Queen, que huyó del conflicto en Sudán del Sur, atiende sus cultivos en Uganda.
    Queen, que huyó del conflicto en Sudán del Sur, atiende sus cultivos en Uganda.  © ACNUR/Michele Sibiloni
  • Queen ha adoptado a 19 niños y niñas huérfanos y no acompañados.  ACNUR/Michele Sibiloni
Los hijos y las hijas de Queen la ayudan en su finca en el asentamiento de Oliji, donde cultiva arroz.
    Queen ha adoptado a 19 niños y niñas huérfanos y no acompañados. ACNUR/Michele Sibiloni Los hijos y las hijas de Queen la ayudan en su finca en el asentamiento de Oliji, donde cultiva arroz. © ACNUR/Michele Sibiloni
  • Los hijos y las hijas de Queen la ayudan en su finca en el asentamiento de Oliji, donde cultiva arroz.
    Los hijos y las hijas de Queen la ayudan en su finca en el asentamiento de Oliji, donde cultiva arroz.  © 
  • Los niños y las niñas hacen un descanso para almorzar tras haber ayudado a su madre Queen.
    Los niños y las niñas hacen un descanso para almorzar tras haber ayudado a su madre Queen.  © ACNUR/Michele Sibiloni

Queen viajó hasta un sitio a las afueras de Kampala donde aprendió a cultivar el arroz. Durante esta formación, que compartió con otras personas refugiadas y ugandesas, Queen aprendió a preparar la tierra y a sembrar en líneas rectas, lo que facilita mucho la cosecha y la limpieza de malas hierbas.

Al término de la formación el grupo recibió una bolsa de arroz para sembrar. Pero a Queen no le quedaba sitio en su parcela. Entonces habló con Samuel Lagu, un ugandés que también había asistido al programa de formación y que accedió a donarle un tercio de su tierra a ella y a otras dos personas refugiadas para que cultivaran arroz. Para él fue un gesto natural.

“Lo compartimos todo con los refugiados”, cuenta Samuel, cuya propia experiencia al recibir ayuda como refugiado en Sudán del Sur en la década de 1980 le inspiró a devolver el favor. “No se lo vamos a negar, son nuestros hermanos. Le cedo la tierra a los refugiados porque ellos no tienen tierras aquí en Uganda”.

“Ahora sabemos sembrar, quitar malas hierbas, cosechar, almacenar, secar”, prosigue. “Esta formación nos llegó a través de los refugiados, junto a ellos, y por eso ahora estamos trabajando con ellos”.

“Ahora sabemos sembrar, quitar malas hierbas, cosechar”.

Ahora Queen pasa todos los fines de semana con sus hijos en la plantación de Samuel, cuidando su media hectárea de campos de arroz. Muchos de los vecinos de Samuel han cedido tierras a otras personas refugiadas mediante acuerdos individuales en los que no es preciso abonar una renta. Para Queen, al igual que para Samuel, compartir la tierra es algo natural.

“Es muy sencillo, estamos compartiendo, vamos todos a bordo del mismo barco”, dice Queen, y nos explica que el hecho de que las culturas, las lenguas y las tradiciones sean muy cercanas ayudó a fomentar una estrecha relación entre sursudaneses y ugandeses. “Salvo por la frontera, somos un mismo pueblo”.

El proyecto de arroz de la JICA es un ejemplo de un socio para el desarrollo que colabora con el Gobierno y con ACNUR en apoyo tanto de la población refugiada como de las comunidades de acogida en Uganda. Este enfoque pretende fomentar una coexistencia pacífica entre grupos y forma parte de una respuesta más amplia a los movimientos de personas refugiadas conocida como Marco de Respuesta Integral para los Refugiados (CRRF, por sus siglas en inglés).

Desde que asistió a la formación, Queen ha multiplicado por dos sus rentas. Con tierra y arroz que cultivar en ella ha tenido la posibilidad de diversificar y comprar ganando; ahora tiene cerdos, cabras y ovejas. Planea comprar una vaca con las ganancias de la próxima cosecha.

Los ingresos adicionales del arroz también han permitido que Queen construya una casa para los niños y que los mantenga escolarizados a los 22. A cambio, la ayudan en el campo los fines de semana y en vacaciones. Ahora Queen mira a la nueva generación a la que anima a tomar un día el testigo de la agricultura.

“Cuando veo lo bueno que es mi arroz me pongo muy feliz”, dice Queen, y añade que espera que sus niños y niñas transmitirán todo lo que aprendieron con ella sobre agricultura. “Espero que mis niños y niñas estén aprendiendo lo que hacemos aquí. En realidad estoy formando profesores”.