"Ángel guardián" ofrece una esperanza a refugiadas víctimas de abuso en Sudán del Sur

Las voluntarias que viven en los campamentos de refugiados del condado de Maban han abierto sus hogares para atender a las mujeres afectadas por la violencia sexual y de género.

Mamá Elizabeth, de 65 años, recibe a mujeres refugiadas en su casa en un campamento de refugiados en Doro, Sudán del Sur.
© ACNUR / Mary-Sanyu Osire

Mamá Elizabeth canturrea una canción mientras se entretiene, arreglando un juego de platos en un rincón de su cabaña con techo de paja. La choza aparentemente ordinaria está lejos de eso: es un albergue seguro temporal para refugiadas.

Mamá Elizabeth, de 65 años, es una refugiada sudanesa y una de las 48 voluntarias refugiadas, también conocidas como 'ángeles guardianes', que abrieron sus hogares en cuatro campamentos de refugiados en el condado de Maban en Sudán del Sur para sobrevivientes de violencia sexual y de género (VSG).

“Cuando me pidieron que asumiera este papel, acepté porque siempre estoy feliz de ayudar a las mujeres”, dice con una sonrisa. “Estoy comprometida con ayudar a las personas que están en extrema necesidad”.

Dos semanas antes, Mamá Elizabeth recibió a Sarah*, una madre de nueve hijos de Sudán que huía del abuso doméstico.

Desde 2016, estos albergues seguros han acogido a mujeres, niños y hombres necesitados, bajo una iniciativa liderada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y el Consejo Danés para los Refugiados. Más de 145.000 refugiados como Sarah se han beneficiado con esta iniciativa.

“Las mujeres se quedan atrás. Una vez que una niña se casa temprano, pierde la oportunidad de continuar su educación”.

“Elegí ir a ver a Mamá Elizabeth porque necesitaba paz mental y un albergue”, dice Sarah, quien sufrió años de palizas despiadadas de su esposo. Cuando la abandonó a ella y a sus hijos, ella se mudó con su hermano, que también comenzó a golpearla. Era demasiado para ella, y decidió huir.

“Mi hermano se puso en mi contra después de dar a luz. Mi hijo tenía solo tres días”, recuerda.

Mamá Elizabeth ha estado recibiendo a personas necesitadas como Sarah durante años, una decisión que siempre le ha resultado fácil. Estos espacios seguros también se conocen como albergues basados ​​en la comunidad, ya que son los miembros de la comunidad quienes ayudan a los refugiados recién llegados, no solo a las agencias humanitarias.

ACNUR reconoce el crucial papel que juegan los 'ángeles guardianes'.

“Los 'ángeles guardianes' son líderes locales que son muy respetados por los refugiados y la comunidad de acogida”, explica Grace Atim, Oficial de Protección del ACNUR con base en Mabán. “Se ofrecen para asumir este rol y tienen la capacidad de enfrentar a los perpetradores de VSG”.

El conflicto en Sudán del Sur ha obligado a casi 2,3 millones de personas a huir a seis países de la región, mientras que otros 2 millones de sursudaneses se han desplazados dentro del país. Alrededor del 80 por ciento de los desplazados son mujeres, niñas y niños propensos a diversos riesgos, incluida la VSG.

En 2018, se notificaron más de 1.500 casos de VSG a ACNUR y agencias socias, casos que involucran violencia física, emocional, psicológica y sexual que han causado daños a mujeres, hombres, niños y niñas. Todos los casos reportados recibieron asistencia médica, psicosocial y legal, así como asistencia material basada en sus necesidades.

Para mitigar los riesgos de VSG, ACNUR trabaja en estrecha colaboración con las agencias socias, las comunidades de refugiados y de acogida para construir espacios seguros, realizar campañas de sensibilización, fortalecer los mecanismos de referencia y sensibilizar a las comunidades sobre la importancia de combatir la problemática.

“También nos esforzamos por desarrollar las capacidades de los 'ángeles guardianes' como Mamá Elizabeth para que puedan entender la necesidad de luchar contra la VSG y proteger a quienes están en riesgo”, agrega Atim del ACNUR.

“Elegí ir a ver a Mamá Elizabeth porque necesitaba paz mental y albergue”.

Mamá Elizabeth admite que antes de asistir a estas capacitaciones, tenía una opinión diferente sobre algunas prácticas culturales como el matrimonio precoz, que respetaba como parte de la tradición de su comunidad.

“Después de los entrenamientos, ahora entiendo cómo el matrimonio precoz está mal”, dice ella. “Las mujeres se quedan atrás. Una vez que una niña se casa temprano, pierde la oportunidad de continuar su educación”.

Mamá Elizabeth agrega que la educación es muy importante porque “una persona educada puede entender muchas cosas de todo el mundo y está en condiciones de ofrecer algo más”.

Como refugiada que ha sido desplazada por el conflicto varias veces, Mamá Elizabeth ha vivido en el campamento de Doro desde 2011. Como representante de mujeres durante cinco años, ha podido defender los derechos de las mujeres y movilizar a los miembros de la comunidad para crear conciencia sobre diversos temas, entre ellos: la VSG.

“Soy con quien hablaban las organizaciones humanitarias si deseaban compartir algún mensaje con las mujeres de mi comunidad”, dice.

Ahora está enfocada en dirigir el albergue y espera continuar ayudando a los necesitados.

 

* Nombres cambiados por razones de seguridad.