Después del trauma vivido en Libia, eritreo encuentra un hogar en Italia
Asmorom es uno de los cerca de 80 refugiados que realizó el peligroso viaje a Europa vía Libia, después de ser reubicado por Israel.
ROMA, Italia) – Asmorom tenía tan solo 18 años cuando huyó de Eritrea en 2007. Y no fue hasta tres años y muchas violentas palizas después que lograría encontrar un lugar seguro al que podría llamar hogar, en Israel. Pero después, su mundo se derrumbó una vez más.
A Asmorom se le concedió una visa temporal en Isarel por cuatro meses, por lo que se vio obligado a renovarla continuamente. Asimismo, tuvo que luchar para encajar. Sin el derecho a trabajar, él era vulnerable y fue explotado, ganándose la vida con trabajos ocasionales y pésima paga.
"No tenía contacto alguno con la comunidad", recuerda. "No tenía amigos israelíes ni la oportunidad de aprender el idioma".
A pesar de esto, Asmorom continuó luchando en Israel por cinco años, hasta que un día, las autoridades le dijeron que su visa no sería renovada. Esto le daba tres opciones: ser llevado a un centro de detención por un periodo indetertminado, ser devuelto a Eritrea, o ser transferido a Ruanda.
"No recibí información."
Recientemente, ACNUR hizo un llamado a Israel para que detuviera su política de reubicación de personas eritreas, sudanesas y de África sub-Sahariana. Esto después de la identificación de 80 casos de personas que fueron reubicadas por Israel y que arriesgaron sus vidas al realizar el peligroso viaje hacia Europa a través de Libia.
Sabiendo que enfrentaría la prisión, o peor aún, regresar a Eritrea, la única opción para Asmorom era aceptar ser transferido a Ruanda.
Las autoridades de Israel le dieron 3.500 dólares como parte del esquema de reubicación. Ya en Ruanda, él y otros nueve refugiados eritreos fueron recibidos por las autoridades locales y llevados a un hotel.
"No recibí información, me quitaron mis documentos de Israel y no recibí nada, ningún documento, ni explicaciones sobre lo que estaba sucediendo", dice Asmorom. "Estaba asustado. En las calles se decía que el hotel no era seguro porque todos sabían que los refugiados que llegaban desde Israel traían grandes sumas de dinero. Nos quedamos una noche, y después todo el grupo decidió huir a Uganda".
En octubre de 2015, Asmorom estuvo nuevamente en manos de traficantes, que lo llevaron de Uganda a Sudán. En Sudán, se casó y se quedó por unos meses, pero sabía que no podía quedarse sin documentos o sin seguridad. En mayo de 2016, dejó a su esposa por su propia seguridad y partió hacia Libia.
"Delante de mí estaba el Sahara por segunda vez", dice. "Sabía muy bien que podía morir, pero quería libertad y paz y decidí volver a cruzar".
En el medio del desierto, Asmorom y el grupo con el que viajaba fueron secuestrados y llevados a Kufrah, Libia. Se vio obligado a pagar 1.800 dólares para llegar a Trípoli, y allí le pidieron 5.500 dólares adicionales. Cuando no pudo pagar, lo llevaron a un almacén donde estuvo con otros 1.500 refugiados y migrantes en una habitación grande.
"Es difícil describir las condiciones en las que nos mantuvieron. Trate de imaginar a 1.500 personas viviendo, comiendo, durmiendo y defecando en una habitación grande. La comida que nos daban simplemente no era suficiente y mis amigos y yo ya estábamos debilitados por todos estos años de tratar de sobrevivir, por lo vivido Israel y el cruce".
"Es difícil describir las condiciones."
"Estábamos enfermos y hambrientos. Dos de mis amigos no sobrevivieron, los vi morir en el almacén. Para mí es muy difícil hablar de eso, todavía no puedo dormir por la noche debido a esto".
En octubre de 2016, Asmorom finalmente llegó a la costa y zarpó hacia Italia. Cruzar el mar Mediterráneo en un pequeño bote de madera con 800 personas a bordo casi se sintió fácil en comparación con la dura prueba que atravesó durante siete años.
El barco fue rescatado por una ONG y sus pasajeros desembarcaron en un puerto cerca de Nápoles, Italia. "En el momento en que llegué a Italia, sabía que ya no tenía que vivir con miedo", dice Asmorom. "Aposté mi vida y sobreviví".
En Italia, Asmorom recibió la condición de refugiado y actualmente está inscrito en la escuela de idiomas, determinado a encontrar su lugar en la sociedad y con la esperanza de reunirse con su esposa. Sin embargo, dice que nunca podrá olvidas lo que ha pasado.
"Me gustaría que se anoten los nombres de mis amigos", dice. "Ibra y Tesfalem eran sus nombres, tendrían 28 años ahora. Es solo porque sobreviví que sus familias pudieron descubrir lo que les sucedió a sus hijos".
"Tantas personas desaparecen. Las familias todavía me llaman hoy, ya que no pudieron recuperar los cuerpos, y para el cierre me piden información. ¿Estaban enfermos? ¿Les dieron comida? ¿Fueron derrotados? Es por ello que estoy contando mi historia y me gustaría que la mayor cantidad de personas supieran lo que sucedió".