Empresario sirio trae el sabor de Damasco a Egipto
La historia de este refugiado sirio demuestra cómo el arte de la dulcería que aprendió en su natal Damasco, pudo convertirse en un negocio próspero en Cairo.
El refugiado sirio Abdullah Bashir elabora pasteles en la tienda de su familia en Giza, Egipto.
© ACNUR / Bregt Jansegers
Cuando la guerra en Siria obligó a Abdullah Bashir, un fabricante de dulces, a huir en 2012, él y su familia se dirigieron a Egipto. Allí puso una tienda similar a la que había dejado atrás, llenando los estantes de pasteles rellenos de dátiles o pistachos y pasteles de sémola bañados con sirope.
Para cualquier persona con gusto para el dulce, la pérdida de Damasco era una ganancia para Egipto.
Egipto acoge a 132.165 refugiados sirios registrados, y la historia de Bashir muestra cómo pueden sobreponerse a las dificultades para encontrar el éxito en su nuevo país, al usar las habilidades profesionales que aprendieron en casa.
Bashir viene de una familia de dulceros, y desde la década de 1980, la tienda de su padre en Damasco se había encontrado entre “las 20 mejores tiendas de postres en Siria”, cuenta él.
“Después de un tiempo quedó claro que teníamos que trabajar”.
Cuando recién llegaron al Cairo, la familia creyó que la situación en Siria se estabilizaría en un par de semanas o meses.
“Cuando salimos de Siria no teníamos planeado abrir una tienda aquí, pero después de un tiempo quedó claro que teníamos que trabajar”, dice.
Fue difícil construir un negocio desde cero. La familia no contaba con el capital y tenían que aprender a adaptar sus productos al gusto egipcio.
“Teníamos que desarrollar nuestro trabajo, comprar equipos egipcios y consultar con chefs locales”, dice Bashir. El resultado fue “Dulces de Damasco”, que abrió en octubre de 2013 en la ciudad de Giza, cerca de la capital del Cairo.
Al principio, solo producían un tipo de dulce, kunafa nabulseya, rellenando la masa de fillo rallada con queso dulce, rociándolo con miel y luego horneando. Pero ahora la familia es propietaria de dos pequeñas tiendas donde Bashir y su hermano Mohammad apilan bandejas de gullash crujientes, basbousa, maamoul y otros postres.
“Para nosotros, solicitar asilo no era una opción”.
La legislación egipcia permite a las personas refugiadas trabajar, pero no en el sector público. Muchos abren negocios o trabajan en el sector informal con el permiso de las autoridades. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha proporcionado a cientos de refugiados y solicitantes de asilo capacitación, colocación laboral y microcréditos para nuevas empresas.
Si bien el ambiente de asilo en Egipto en generalmente propicio, la capacidad de las personas refugiadas a acceder al mercado laboral formal es limitado, generando que muchos de ellos se enfrenten a los desafíos de establecer sus propios negocios.
Con el fin de ayudarlos a superar algunos de estos obstáculos, ACNUR ofrece a refugiados y solicitantes de asilo elegibles, capacitación, colocación laboral y microcréditos para nuevas empresas. En el primer semestre de 2018, cerca de 228 personas de interés se beneficiaron del apoyo medios de vida.
Desde el inicio del conflicto en Siria ocho años atrás, más de cinco millones de personas han huido a otros países de la región, incluyendo Egisto, donde los sirios ahora representan más de la mitad de los refugiados y solicitantes de asilo registrados.
A pesar de que Bashir ha saboreado el éxito en su país adoptivo, aún anhela volver a casa.
“Para nosotros, solicitar asilo no era una opción”, dice él. “Sin importar cuánto trabajemos aquí, tenemos un país al que volver. Tan pronto acabe la guerra, regresaremos”.