La exposición "En casa, en Brasil" invita al visitante a conocer las casas que utiliza ACNUR para acoger a personas venezolanas en Roraima
La exposición de ACNUR en el Centro Cultural Correios (Río de Janeiro) "En casa, en Brasil", incluye también declaraciones de personas refugiadas sobre la sensación que supone vivir en Brasil.
Su casa es el lugar en que se siente bien, con comodidad y seguridad, feliz. Para las personas en situación de asilo, la primera casa en el país de destino puede ser una estructura autónoma, sostenible y duradera, desarrollada y construida especialmente para hospedarlas. Son las denominadas Unidades de Habitación para Refugiados (conocidas por su sigla en inglés: RHU), y son el resultado de la colaboración entre la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la empresa social Better Shelter y la Fundación IKEA. En Brasil, constituyen el hogar de cerca de 3.000 personas acogidas en albergues temporales gestionados por ACNUR y sus socios en Roraima.
Ahora, las personas que viven en Río de Janeiro y las que visitan la ciudad también pueden conocer esta casa tan especial. Un modelo de RHU se encuentra con las puertas literalmente abiertas al público en el patio del Centro Cultural Correios, donde se expone desde el pasado día 26 la exposición “En casa, en Brasil”. Además de visitar la unidad de habitación, cariocas y turistas podrán leer y escuchar testimonios de personas refugiadas que llegaron a Brasil y respondieron a la pregunta: “¿qué le hace sentir en casa, estando lejos de casa?”
Durante la inauguración de la exposición, creada por la ONG Estou Refugiado y que cuenta con el apoyo del Centro de Información de las Naciones Unidas para Brasil (CINU Río), el SESC Río y la empresa JadLog, responsable del transporte de la RHU, el venezolano Óscar Santander agradeció el cariño de los brasileños y aprovechó para dar su respuesta a la pregunta principal.
“Lo que me hace sentir en casa estando lejos de casa, es el calor humano. Aquí me siento bien acogido”, dijo el abogado venezolano.
Según Miguel Pachioni, asesor de Información Pública de ACNUR, la exposición “En casa, en Brasil” es fundamental para sensibilizar al público sobre los motivos por los que las personas refugiadas abandonan sus hogares y buscan asilo en ciudades brasileñas.
“Al escuchar los relatos podemos comprender el punto de partida de las personas refugiadas y ponernos en su lugar. Entendemos que ese discurso podría ser el de cualquier otra persona, el del propio visitante, de un vecino, de algún pariente conocido… Son las circunstancias las que hacen que una persona se convierta en refugiada, y no la persona refugiada la que hace que se produzcan dichas circunstancias”, explicó.
A los visitantes no les faltarán los motivos para involucrarse. Al entrar en la casa se pueden oír los testimonios de trece personas refugiadas. Parte de las historias también están explicadas en paneles en las paredes, con fotografías de todos los participantes. Son palabras de personas procedentes de nueve países: Afganistán, Siria, Irán, Nigeria, Colombia, Cuba, Mozambique, República Democrática del Congo y Venezuela. La intención es presentar una muestra diversa por lo que respecta al género, la edad, la nacionalidad, las creencias religiosas y las opiniones políticas, además de resaltar la riqueza y los beneficios que esas comunidades aportan a Brasil.
En los relatos es habitual escuchar palabras como “añoranza”, “paz”, “seguridad”, “prosperidad” y “libertad”. Una de las historias es la de la cubana María Ileana Faguaga Iglesias, de 55 años quien cuenta, por ejemplo, cuánto echa de menos el mar en el que solía jugar. Ahora vive en São Paulo y esa relación cotidiana con el océano se ha vuelto imposible.
Su testimonio fue uno de los que más impactó a Sabrina Ferreira, pedagoga de 29 años que asistió a la inauguración de la exposición. “Cuenta que le gusta la tranquilidad que tiene aquí, poder dormir sin angustias. Nosotros no sabemos lo que es pasar por eso”, reconoció la brasileña.
A partir de la identificación con las declaraciones y de la simpatía que se siente hacia los refugiados, los realizadores de la muestra esperan fomentar una mayor acción y movilización.
“La cultura tiene esa capacidad. La educación te da información, pero la cultura transforma la información en un comportamiento, en un acto. Solo cambiamos una realidad a partir de una reflexión”, defendió Ednor Medeiros, director del Centro Cultural Correios.
La Unidad de Habitación para Refugiados es lo mejor y más innovador que hay. Esta casa adaptable es el resultado de tres años de investigación y pruebas para adaptarse a los patrones climáticos y geográficos de todo el mundo; en Brasil, por ejemplo, se dio prioridad a la ventilación en razón del clima del norte del país. Además, utiliza energía solar y puede acoger hasta a cinco residentes (respetando el ratio internacional de 3,5 metros cuadrados por persona).
La exposición contribuye también a desmitificar la idea de que la primera acogida a las personas en situación de asilo no tiene dignidad, ni en Brasil ni en el resto del mundo. Además de las buenas condiciones de la casa, todas las personas reciben colchones cómodos y kits de alimentación e higiene.
Todo este esfuerzo solo es posible gracias a un trabajo conjunto y global, como destacó en la inauguración Maurizio Giuliano, director del CINU de Río. “Siempre pensamos en los refugiados en términos de ayuda humanitaria, pero no pensamos en un aspecto mucho más importante y positivo: la solidaridad. La solidaridad que tantos países del mundo han demostrado, principalmente Brasil, con independencia del contexto político”, dijo.
La exposición “En casa, en Brasil” permanecerá en el patio del Centro Cultural Correios hasta el domingo 7. A continuación, pasará por varias unidades del SESC de Río de Janeiro. En São Paulo la casa seguirá expuesta hasta el día 10 de julio en el SESC Osasco.
La inauguración en la capital fluminense tuvo lugar al son del violín del refugiado angoleño Santos Ekwa, de 41 años. Llegó a Brasil hace dos años y no tuvo la oportunidad de vivir en una RHU, pero se sintió representado por la muestra y también respondió a la pregunta sobre cómo sentirse en casa estando lejos de casa.
“Me gustan la música y el fútbol. La gente es muy alegre, igual que en Angola. Ya veremos qué depara el futuro, pero de momento yo tengo dos países: Brasil y Angola”, celebró.