La creciente violencia expulsa de sus hogares a miles de congoleños
Los ataques de grupos armados en la región de Beni, en la zona oriental de la República Democrática del Congo, están expulsando a familias de sus tierras en el llamado "triángulo de la muerte".
Priscilla, de 48 años y su hijo Josua, de 7 meses, son personas desplazadas que viven en un emplazamiento improvisado en Mabasele, en la República Democrática del Congo.
© ACNUR / Natalia Micevic
Cuando atacantes blandiendo armas de fuego y machete recorrieron su aldea y empezaron a agredir a sus vecinos, Priscilla corrió para salvar su vida.
“Les cortaron el cuello a mis padres, los mataron porque eran demasiado viejos para correr”, dice Priscilla, de 48 años. “Estuvimos escondidos en el bosque durante tres días, casi desnudos, no llevábamos casi nada encima.”
Otra superviviente de la violencia, Charlotte, perdió a su sobrino y a dos sobrinas, a los que asesinaron la noche en que ella huyó.
“Oímos disparos y corrimos hacia el bosque y dormimos allí”, dice. “Volvimos para comprobar cómo estaba nuestra casa, pero la habían quemado.”
La mujer, de 60 años, añade que todos los habitantes de dos pueblos grandes huyeron ese día.
“Les cortaron el cuello a mis padres, los mataron porque eran demasiado viejos para correr”.
Los brutales asesinatos en el Territorio de Beni, situado en la provincia de Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo, han obligado a decenas de miles de personas como Priscilla y Charlotte a abandonar sus hogares en las últimas semanas.
La espiral de violencia en la volátil zona ̶ situada entre ciudades a lo largo de la frontera compartida con Uganda ̶ ha golpeado duramente a cientos de familias de la etnia autóctonas Mbuti, desarraigándolas de sus tierras tradicionales, donde la mayoría vivía como cazadores-recolectores.
La mayoría de los que han huido de la zona, que ahora es conocida como “El Triángulo de la Muerte”, se han instalado en emplazamientos improvisados en los alrededores de las ciudades de Mavivi, Oicha y Eringeti, donde las condiciones de vida son pésimas.
Familias enteras están durmiendo sobre el suelo desnudo, solo protegidas de los elementos por endebles albergues. La mayoría de ellos tienen pocos medios de supervivencia pues ya no pueden ir a cazar cerdos salvajes, antílopes y monos en el bosque, que ha caído bajo el control de grupos armados.
La violencia de los grupos armados que merodean por la zona ̶ de los que se cree que hay más de 100 activos en Kivu Norte ̶ ha desarraigado a más de un millón de personas en la provincia, lo que supone la mayor concentración de personas desplazadas internas de toda la RDC.
Desde octubre de 2017, el intenso conflicto ha dejado a poblaciones viviendo en un estado de sitio, con informes de violaciones de derechos humanos al alza y un acceso humanitario restringido. Se calcula que medio millón de personas han sido forzadas a abandonar sus hogares en la provincia solo desde el mes de enero.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, alertó hoy de la deteriorada situación humanitaria en el Territorio de Beni ̶ que tiene una población de 1,3 millones de personas. Las condiciones de vida han empeorado por un brote del virus del Ébola que ha matado a docenas de personas en las últimas semanas.
“La población civil lleva meses atrapada en un conflicto armado que no da señales de acabar”.
“ACNUR está muy preocupada por la situación en Beni y sus alrededores, donde la población civil lleva meses atrapada en un conflicto armado que no da señales de acabar”, dice Marie-Hélène Verney, Jefa de la Sub-oficina de ACNUR en Goma, Kivu Norte.
Verney añade que ACNUR está haciendo todo lo posible para trabajar con las comunidades de acogida, las personas desplazadas y las autoridades locales para encontrar soluciones a la crisis.
Entre las personas desplazadas recientemente se encuentra Emeria, que huyó de su ciudad natal de Makembi después de que grupos armados la atacaran. Ahora vive en condiciones precarias y recuerda días más fáciles en los que vivía en el bosque que ha mantenido a su comunidad durante siglos.
- Véase también: La niñez congoleña se ve obligada a trabajar como mano de obra barata a medida que empora la crisis de desplazamiento.
“Nunca padecíamos hambre, podíamos comer lo que quisiéramos y teníamos nuestros campos”, dice Emeria. “Pero ahora no nos atrevemos a regresar, es demasiado peligroso. El enemigo está viviendo allí.”
Algunas de las personas que buscan seguridad en Beni viven en escuelas y otros edificios públicos mientras otros son acogidos por familias. Entre estas familias se encuentra la de Gabriel, de 43 años, quien fue él mismo desplazado dos veces antes de instalarse en Mediabuana, en la zona de Beni con su esposa y sus hijos. Ahora acogen a ocho familias desplazadas. A pesar de la falta de seguridad, arriesgan su vida yendo a los campos en busca de alimentos.
“Encontrar comida es el mayor reto para nosotros, así es que voy a los campos cercanos solo cuando es seguro”, dice Gabriel. “He ido esta mañana, pero he oído disparos y he huido”.
Como otras personas avasalladas por la violencia, ansía la paz.
“En esta guerra, no puedo tener ninguna esperanza”, dice Gabriel. “Lo único que necesitamos es paz, nada más”.
Se necesita su apoyo urgente para ayudar a los niños, mujeres y hombres desarraigados por el conflicto en la RDC. Por favor, done ahora.
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.