Brasil hace realidad el sueño de pertenecer de una activista apátrida

Maha Mamo recibió la noticia de su naturalización durante una ceremonia sorpresa en Ginebra, poniéndole fin a la pesadilla de apatridia que comparten millones de personas en todo el mundo.

La activista ex apátrida, Maha Mamo, fotografiada después de recibir la ciudadanía brasileña en el Palais des Nations en Ginebra.
© ACNUR / Susan Hopper

“No sé si lo estoy soñando, o si realmente está sucediendo”, dijo, momentos después de recibir la ciudadanía brasileña durante una emotiva ceremonia en Ginebra.


“Nunca imaginé que este día iba a llegar…este es el sueño de mi vida hecho realidad”, añadió.

Ha sido un largo viaje para Maha, de 30 años, que hasta hoy, era parte de los millones de personas apátridas en todo el mundo a quienes se les niega una nacionalidad, enfrentando un vida llena de exclusiones.

Nació en Líbano en 1988 de padres sirios. Maha nunca obtuvo una nacionalidad debido a una maraña de leyes y prácticas restrictivas en relación con el registro civil y la nacionalidad en los dos países con los que tenía lazos.

En la ceremonia en la Oficina de Naciones Unidas en Ginebra, ella usó una bandera de Brasil como bufanda, y una camiseta con la frase: “Todas las personas tienen el derecho a pertenecer”.

Ella detalló cómo la apatridia ha impactado todos los aspectos de su vida, iniciando por sus años escolares, cuando su acceso a la educación fue otorgado solamente como un favor. Acceder a tratamientos médicos, pasar por un punto de control policial, buscar empleo o incluso comprar una tarjeta SIM para su teléfono celular, eran parte de sus luchas diarias.

“Nunca imaginé que este día iba a llegar…este es el sueño de mi vida hecho realidad”.

“Yo tuve que luchar por obtener todo lo que las personas toman por sentado”, dijo ella. “La educación, el empleo, la atención médica y los viajes. Incluso mi vida corría peligro, yo podía ir a prisión”.

Su búsqueda de la ciudadanía estuvo llena de obstáculos en Siria y el Líbano.

Ella tuvo que haber sido reconocida como nacional de Siria, ya que su padre, que es cristiano, es sirio. Sin embargo, como su madre es musulmana, no fue posible registrar su matrimonio o los nacimientos de sus hijos, impidiéndoles obtener la nacionalidad.

Asimismo, Maha no fue considerada libanesa, ya que la ley allí no permite la adquisición de la nacionalidad por nacimiento en el territorio, y las naturalizaciones son extremadamente inusuales.

Su búsqueda de pertenencia, compartida también por sus dos hermanos, finalmente ganó terreno hace cinco años cuando los consulados brasileños en el Medio Oriente comenzaron a emitir visas especiales a los sirios bajo procedimientos simplificados para permitir que los sobrevivientes de la guerra civil del país viajaran a Brasil, el país más grande de América Latina, donde entonces podrían presentar una solicitud de asilo.

“El único país que me aceptó como ser humano fue Brasil. No porque yo era apátrida, sino porque abrieron la puerta a los refugiados sirios por la guerra”, dijo ella.

Maha comenzó una nueva vida en São Paulo en septiembre de 2014, y posteriormente obtuvo la condición de refugiado en mayo de 2016 con la ayuda de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

El año pasado, la posibilidad de obtener la ciudadanía finalmente surgió, cuando Brasil aprobó su nueva ley de migración. Con la aprobación de la ley, por primera vez Brasil contó con un procedimiento de la determinación de la apatridia. Como primer paso hacia la obtención de la ciudadanía, recientemente ella fue reconocida formalmente como apátrida. Como paso final, el primero de octubre, Maha tomó un examen de portugués.

“Así como Brasil está cambiando mi vida, cualquier otro país también puede hacerlo”.

Después de recibir el documento que anunciaba la obtención de su ciudadanía el jueves en el Palais des Nations, la Embajadora y Representante Permanente de Brasil ante Naciones Unidas, Maria Nazareth Farani Azevêdo, abrazó a Maha y limpió las lágrimas de sus ojos.

“Momentos como este hacen que sea significativo el trabajo que hacemos todos los días”, le dijo a Maha. “Estamos aquí todos los días leyendo papeles y hablando de situaciones sin vivir esas situaciones realmente. Y este momento me hace vivir un poco tu situación, así que muchas gracias”.

Al principio, Maha parecía un poco aturdida. Pero cuando el regalo de la ciudadanía realmente llegó, besó la bandera brasileña que había puesto alrededor de su cuello y dijo: “No puedo esperar para decírselo a mi madre y a mi hermana”.

Agradeciendo a ACNUR, y luego a su país de acogida, Brasil, miró hacia el futuro y el trabajo por hacer para ayudar a los millones de otras personas apátridas que continúan viviendo una vida al margen.

Simplemente “así como Brasil está cambiando mi vida, cualquier otro país también puede hacerlo”, dijo en un llamamiento a los Estados Miembros de la ONU. “E imaginen cuántas vidas pueden cambiar”.

Si deseas saber más sobre cómo puedes hacer una diferencia en las vidas de personas como Maha, únete a nuestra Campaña #IBelong para acabar con la apatridia en 10 años.