Durante 15 años, Anass Mousa trabajó en una imprenta en Damasco, Siria. Ahora, lejos de la guerra, el hombre de 40 años está poniendo en práctica sus destrezas en la imprenta más antigua de Croacia.
“Yo creo que esta es mi oportunidad”, dice él. “Puedo trabajar en mi área de experiencia. La impresión es mi pasatiempo, mi trabajo, mi vida. Nunca me canso de estar rodeado por estas máquinas, las amo”.
Grafički Zavod Hrvatske (GZH) imprime libros de textos escolares. Emplea a refugiados como Anass en un acuerdo en el que ambas partes ganan, el cual podría ser un modelo de integración social y una solución parcial para la escasez de trabajadores en Croacia.
La idea fue propuesta por Domagoj Zeba, Director Ejecutivo de Producción en GZH.
“Cuando sucedió la crisis de refugiados en 2015 yo solo era un hombre normal, viendo lo que pasaba en televisión”, dijo él. “Claro, me conmovía lo que sucedía y pensé: Vamos a tener que hacer algo al respecto. Nosotros mismos estuvimos en guerra en la década de los 90s, así que tenemos algo de experiencia. No puedes ser insensible cuando se trata de las necesidades de las personas”.
“Nunca me canso de estar rodeado por estas máquinas”.
Hasta hace poco, cinco refugiados trabajaban en GZH, pero dos se marcharon, dejando solo a tres, incluido Anass. La compañía espera contratar más. Zeba busca a personas confiables que se queden por un periodo significativo y a quienes eventualmente pueda ascender.
Tamara Karakhanova, de 40 años, es una armenia que huyó a Rusia durante el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán en la época del colapso soviético. Su familia no se asentó bien en Rusia, por lo que solicitaron asilo en Croacia en 2012.
“Fue un proceso bastante largo”, dijo Tamara. “Estuvimos en un centro de recepción durante un tiempo. Ahora alquilamos una casa y nuestros hijos reciben la educación que habían perdido. Nuestra hija quiere ser maquillista y a nuestro hijo le interesa la computación”.
Los trabajos en los sectores de alimentación y reparto de baja remuneración pueden ser un salvavidas para los refugiados, que pueden no haber traído certificados de educación o prueba de un empleo anterior de su hogar. Esto significa que se ingresan en la base de datos de empleo como “no calificados”.
La Asociación de Empleadores de Croacia está frustrada por las barreras burocráticas como estas que disuaden a muchas empresas de contratar a refugiados en virtud de un plan gubernamental.
El esquema busca ayudar a las personas desempleadas ofreciéndoles pasantías, capacitación laboral y subsidios para empleadores. Sin embargo, solo unas pocas empresas, incluyendo GZH, reciben personas refugiadas bajo este esquema, mientras que unos 40.000 empleos a nivel nacional quedan vacantes.
“Es una gran pérdida para las personas refugiadas y para nuestra sociedad”, dijo la directora de la Asociación de Empleadores de Croacia, Marija Šutina. “Nos gustaría ver que las personas calificadas, o que podrían ser re calificadas, se muevan a mejores empleos, con más derechos. Específicamente, nos gustaría verlos moverse al sector de manufactura”.
Croacia tiene una población de cerca de 4 millones de personas. Desde 2004, ha otorgado protección internacional oficial a 720 personas refugiadas.
Para Anass, el trabajo de imprenta es una gran oportunidad. Le ofrece a él una posibilidad de establecerse en Croacia e incluso reunirse con su esposa Rama, que aún espera en Siria.
Cuando su croata mejore, él podrá leer instrucciones y moverse a labores más complicadas que únicamente doblar y apilar, como ha hecho hasta ahora. Está haciendo su mejor esfuerzo por aprender el idioma durante su tiempo libre.
“Estoy feliz con este simple comienzo aquí”, dice, sonriendo. “Ya no tengo el tiempo ni la fuerza para moverme. Necesito construir algo ahora para mí y mi esposa. Comienzan los buenos tiempos. Puedo sentirlo”.