El reasentamiento representa una última esperanza para hermanos sirios tetrapléjicos
En busca de soluciones para los más vulnerables, el reasentamiento ofrecería a los refugiados Wafika y Taha el nivel de atención que no tienen en Egipto, al tiempo que liberaría recursos para otras personas necesitadas.
Los refugiados sirios Taha y Wafika con su padre, Samir, en Cairo, Egipto.
© ACNUR/Houssam Hariri
Sentada al borde de su cama, Maysaa enumera con sus dedos las labores del día: levantar a sus hijos, cambiar sus pañales, darles un baño y alimentarlos. Sus tareas parecen bastante normales para una madre que cuida a sus hijos en sus primeros años, excepto que en este caso, sus hijos tienen 35 y 23 años.
Wafika y Taha, dos de los seis hijos de Maysaa, nacieron con parálisis cerebral, una condición neurológica que afecta su visión, su habla y su audición, así como el movimiento de sus extremidades.
“Cuando me enfermo y no puedo cuidar de ellos, me siento impotente. Me gusta darles todo lo que ellos necesitan”, dijo Maysaa.
Originaria de Damasco, Siria, Maysaa, su esposo Samir y sus hijos tenían una vida simple. Samir conducía un camión de construcción, suficiente para poner comida caliente en la mesa de la familia y cubrir los costos de sus hijos. La familia también podía contar con el apoyo práctico de sus familiares y amigos.
Pero después del inicio del conflicto en 2011 y el empeoramiento de la situación en Siria, la familia se vio obligada a moverse en varias ocasiones.
Después de escapar por poco un bombardeo en 2013, la familia buscó protección en Egipto, asentándose a las afueras del Gran Cairo, donde el cuido de Wafika y Taha se ha vuelto cada vez más difícil.
Las personas refugiadas con discapacidad estén entre las más marginadas, y su vulnerabilidad a menudo se exacerba por el desplazamiento forzado. El aislamiento y la percepción de ser una carga pueden comprometer su dignidad, seguridad y acceso a servicios.
A pesar de las recientes medidas tomadas para aumentar la accesibilidad para las personas con discapacidades, muchos de los edificios y calles en Egipto aún no cuentan con el equipamiento básico, como rampas y entradas accesibles, incluyendo el área donde actualmente vive la familia, lo que dificulta aún más la vida para Wafika y Taha.
“Las calles aquí no están equipadas con soportes para personas en sillas de rueda”.
“Es difícil transportarlos en las sillas de ruedas porque las calles aquí no están equipadas con soportes para personas en sillas de ruedas”, explicó Maysaa. Para Wafika y Taha, esto ha significado estar confinados en su modesto apartamento con pocas posibilidades de disfrutar cosas simples como tomar un poco de sol o sentir la brisa en sus rostros, como podían hacerlo de vuelta en Siria.
“En Siria solíamos llevarlos al parque o a la playa semana de por medio”, dijo Samir. “Sentíamos que ellos mejoraban y reían. El año pasado, mi hermano nos invitó a la playa y estaban completamente felices”. Ese ha sido el único viaje de ese tipo en los seis años que han estado en Egipto.
La movilidad restringida es solo uno de los desafíos que la familia experimenta en el cuidado de sus hijos. A pesar de recibir asistencia mensual en efectivo del ACNUR, la familia vive con 376 dólares al mes y se esfuerza por llegar a fin de mes.
Egipto actualmente alberga a más de 244.000 refugiados y solicitantes de asilo registrados. Más de la mitad son de Siria, y la mayoría son considerados muy vulnerables. Casi el 85 por ciento de los hogares carecen de los recursos básicos para satisfacer sus necesidades diarias y, a menudo, recurren a los préstamos de vecinos y amigos.
Frente a múltiples desafíos, Maysaa mantiene sus esperanzas de reasentamiento en un tercer país donde puedan encontrar la atención especializada que requieren.
“Ellos necesitan cuidadores con experiencia”.
ACNUR ha limitado los recursos para brindar atención especializada para las personas con discapacidad en Egipto, y por eso, muchos refugiados ven el reasentamiento como su única opción.
“Ellos necesitan cuidadores con experiencia y centros comunitarios especiales”, dijo ella. Su angustia por no poder satisfacer sus necesidades es evidente. “Son parte de mi alma. Les daría hasta mis ojos si pudiera”.
Más espacios de reasentamiento no solo darían protección y soluciones salvavidas a quienes son reasentados, sino que también liberarían recursos para que ACNUR pueda hacer más por quienes continúan en los países de asilo en todo el mundo.
En 2017, de los 19,9 millones de refugiados bajo el ACNUR, 1,2 necesitaban ser reasentados. Sin embargo, únicamente se ofrecieron cerca de 75.200 espacios de reasentamiento, representando un 54 por ciento menos que en 2016 (163.200).