El procedimiento de verificación ayuda a los refugiados a visualizar el futuro
Una mujer emprendedora cree que la iniciativa del Gobierno de Uganda ayudará a poner en mar-cha las ideas de negocio creadas por mujeres.
Jenipher Mutamba, de 32 años, está decidida a ayudar a otras personas refugiadas.
© ACNUR/Michele Sibiloni
Bajo el calor abrasador de una carpa en el asentamiento de refugiados de Oruchinga, Uganda, Gloria Mutamba, de siete años, se ríe mientras su madre sostiene un par de gafas en sus ojos.
Le toma un segundo a la computadora escanear sus iris, y todo el autocontrol de Gloria para no inclinarse y echar un vistazo.
La madre de Gloria, Jenipher, de 32 años, está entre las primeras personas en ser seleccionadas como parte de un proyecto nacional del Gobierno de Uganda para recolectar huellas dactilares y escanear el iris de más de 1 millón de refugiados.
Para los niños, el ejercicio de verificación biométrica es una fuente de curiosidad. Para Jenipher, es la clave del futuro.
"El problema al que se enfrentan las personas refugiadas es que no tienen un lugar al que llamar hogar", dice, sentada en uno de los escritorios de procesamiento. "Es por eso que apoyamos la verificación. El ACNUR debería convertirlo en un sistema global para que, si un refugiado llega a Uganda, sepa que este es su hogar y que puede establecerse".
"Es por eso que apoyamos la verificación."
La computadora registra datos como las huellas dactilares de Jenipher y la condición de refugiado, pero no tiene en cuenta la fortaleza que tuvo durante años de guerra en la República Democrática del Congo (RDC) y el espíritu que la impulsa a ayudar a miles de mujeres todos los días.
Detenida en cautiverio y violada repetidamente en un bosque durante dos semanas antes de huir, Jenipher huyó de la República Democrática del Congo en 2011 y cruzó a Uganda. Aquí, como a todos los refugiados, le dieron un pedazo de tierra. Una pequeña choza tomó forma y Jenipher sembró cultivos: cebolletas, patatas y espinacas.
"Le había rezado a Dios", recuerda, "y le dije que si me ayudaba, haría la misión de mi vida ayudar a los demás". Finalmente, segura en Uganda con un lugar para llamar hogar, estaba decidida a cumplir su palabra.
Le tomó a la madre soltera menos de un año, con el apoyo del ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y una organización no gubernamental local, Hijra, crear un grupo de ahorro comunitario que está transformando la vida de las mujeres refugiadas.
"Cada mujer trae lo que puede y lo pone en la colecta", dice ella. "Usamos el dinero para ayudar a mujeres necesitadas, o si requieren de un préstamo. Lo que hacemos es financiar sus negocios y nos devuelven el dinero con las ganancias que obtienen de ellos".
Todos los viernes, ella y un grupo conocido como los "Ángeles" se reúnen para juntar dinero y hablar sobre oportunidades de negocio. Su caja de ahorros tiene tres candados. Tres mujeres diferentes tienen una de las llaves y viven a cierta distancia una de la otra.
Cuando Jenipher llegó al asentamiento, muchas en el grupo habían sido forzadas a tener relaciones sexuales o fueron violadas mientras buscaban leña al otro lado de la frontera en Tanzania. Ahora, con sus propios negocios, tienen una fuente de ingresos.
"Los refugiados no solo necesitan comida, sino que deben empoderarse, como mis mujeres quienes ahora dirigen sus propios negocios", dice Jenipher, quien dirige una empresa que compra y vende briquetas de carbón para combustible. "Se les puede dar capacitación y nuevas habilidades para que puedan reconstruir sus vidas".
"Usamos el dinero para ayudar a las mujeres necesitadas."
El grupo planea usar parte del dinero de la colecta para abrir una peluquería y emplear jóvenes locales.
"Hemos comprado sillas de plástico y un panel solar para el salón. Incluso le pagaremos a alguien para que entrene a los jóvenes. Muchos de ellos han terminado la escuela y no quiero que les pase lo mismo que nos pasó en Tanzania".
Además de los ingresos de su negocio de carbón, Jenipher también está ganando 15.000 chelines ugandeses (alrededor de cuatro dólares estadounidenses) por día al ayudar a manejar a la multitud en el ejercicio de verificación. Este dinero no solo la ayudará. Al agrupar un porcentaje, ella ayuda a otras mujeres y niños en la comunidad de refugiados.
"Las mujeres son empresarias ahora. Ya no venden sus cuerpos. Solo lo hacían porque eran pobres. Ayudamos a las mujeres a conseguir trabajos para que puedan estar ocupadas; sin trabajo, las personas pierden su dignidad".
Con el apoyo del ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos, el Gobierno de Uganda está recolectando datos biométricos de más de 1 millón de refugiados. El objetivo es garantizar que todos los refugiados estén debidamente registrados y reciban la protección y asistencia que necesitan. El software de registro biométrico del ACNUR ya se utilizó para registrar unos 4,4 millones de refugiados en 48 países de todo el mundo.
"Las mujeres son empresarias ahora."
"Uganda trata a los refugiados humanamente porque son personas", dice Douglas Asiimwe, jefe de protección de refugiados en la oficina del primer ministro. "Son hermanos y hermanas. Ellos son vecinos. Nuestro enfoque ha sido tratar a los refugiados con dignidad y para hacerlo debemos otorgarles derechos".
"Este ejercicio de verificación los beneficiará a ustedes y a sus familias", dijo a los refugiados el representante del ACNUR, Bornwell Kantande. "Queremos tener mejores servicios para todos los refugiados y comunidades de acogida, y la base de eso es la verificación".
Una vez completada la propia verificación de Jenipher, con las de su hija y los dos hijos de su difunto hermano, ella regresa al trabajo, se pone un chaleco de alta visibilidad y acompaña a los refugiados dentro de la tienda.
Después de todo, ella tiene una promesa que cumplir.
"Recuerdo a mis padres, recuerdo a mi familia. No puedo olvidarlos, pero debes aceptarlo, debes seguir avanzando.
Después de todo lo que sucedió, mira mi vida ahora. Mira mi casa, mira mi negocio, mira lo lejos que he llegado. Pero hay muchas mujeres que están pasando por lo mismo que yo. Realmente quiero ayudarlas".
Por Kate Bond
Gracias a la Voluntaria en Línea Lina María Silva por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.