Restaurante yemení conquista paladares y corazones en Corea
Una cafetería operada por chefs y camareros yemeníes en la isla surcoreana de Jeju reúne a refugiados y sus anfitriones en torno a la comida.
El chef Mohammed Ameen Almaamari (izquierda), la propietaria Ha Min-kyung y el camarero Sami Al-baadani posan en el restaurante Wardah.
© ACNUR / Neil P. George
Antes de que un restaurante yemení abriera sus puertas en esta turística isla surcoreana, la comensal Kim Hee-yeol sabía muy poco de la comida o la gente de este país asolado por la guerra.
Pero tras probar los kebabs, las pitas y el hummus del restaurante Wardah, preparados por chefs refugiados y servidos por entusiastas camareros yemeníes, está aprendiendo a conocerlos.
“Comer platos preparados y servidos por ellos me hace sentir que conozco mejor el Yemen”, cuenta Kim, que se encontraba entre la variada multitud de coreanos, yemeníes y turistas que llenaba Wardah un viernes por la noche.
“Me conmovió el camarero que intentó tomar nota de mi pedido en coreano valiéndose de una aplicación de traducción en su teléfono. Están esforzándose al máximo para adaptarse al país”, dice.
“Comer platos preparados y servidos por ellos me hace sentir que conozco mejor el Yemen”.
La primavera pasada, unos 500 yemeníes huyeron de la guerra civil que asola su hogar y llegaron a Jeju, una animada isla turística frente a la costa meridional de Corea del Sur que tiene una política de acceso sin visado.
Su llegada en grupo, en cierto modo poco usual, suscitó preocupación tanto en la isla como en el continente, donde los coreanos han tenido poca exposición a refugiados o a musulmanes. Pero este restaurante está cambiando la percepción comida a comida.
Wardah, que significa “flor” en árabe, es creación de la restauradora y música local Ha Min-kyung, quien decidió abrir su estudio de música para albergar a los yemeníes tras enterare en un grupo de redes sociales que muchos estaban durmiendo al raso tras haberse quedado sin ahorros.
“Los yemeníes me dieron tanto las gracias por hacer algo tan sencillo, que casi me daba vergüenza”, explica la mujer de 38 años, emocionada por el recuerdo. “El estudio estaba vacío casi todo el tiempo, lo único que tuve que hacer fue abrir la puerta. ¿Qué mérito tiene eso?”
Tras pasar meses ayudando y prestando apoyo a solicitantes de asilo yemeníes hasta el punto de convertirse en su amiga, se dio cuenta de que muchos de ellos no comían adecuadamente porque les resultada difícil encontrar alimentos halal en Jeju.
Con la ayuda de sus amigos yemeníes y coreanos, decidió abrir el primer restaurante yemení de la isla y lo llamó Wardah, que es el nombre con el que los yemeníes se refieren a ella.
Ahora toda la comida que sirven es halal: kebabs, arroz, falafel y pollo agdah, además de hummus y otros alimentos básicos de Oriente Medio. Los clientes yemeníes disfrutan de un descuento especial del 50%.
“Los yemeníes me dieron muchísimo las gracias por hacer algo tan sencillo”.
“Son los sabores de casa”, cuenta Mohammed Ali, solicitante de asilo de 37 años y cliente habitual de Wardah. “Fuera solo comía verdura porque no estaba seguro de que el pollo que se vendía en las tiendas coreanas fuera halal. Aquí no tengo que preocuparme por eso”.
Entre los comensales habituales del lugar está el estadounidense Nathan Dewan, que lleva unos cuatro años viviendo en la isla como profesor de inglés en una escuela pública coreana.
“Todos nos podemos sentir reflejados en la comida, además de ser un excelente modo de compartir una personalidad y una historia… Es una maravilla contar con un lugar como este para salvar diferencias culturales”, nos cuenta Nathan.
Se estima que el conflicto en curso y las duras condiciones en el Yemen han provocado 2,3 millones de desplazamientos internos y más de 20 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. Unas 70.000 personas han abandonado el país en busca de seguridad.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, trabaja en el terreno en el Yemen, donde suministra de manera activa asistencia humanitaria de emergencia. En este momento no se considera que ninguna persona pueda volver a su hogar en el Yemen en condiciones de seguridad.
Para Ha, ver que su restaurante se llena de coreanos, yemeníes y turistas que interactúan en torno a la comida resulta ser un placer inesperado.
“Si el año pasado alguien me hubiera dicho que iba a abrir un restaurante yemení me habría dado la risa”, cuenta. “Antes de que empezaran a llegar yemeníes hasta aquí yo ni siquiera sabía que existía un país llamado Yemen. No tenía ni idea de qué eran los refugiados”.
Desde 1994, Corea ha recibido casi 49.000 solicitudes de asilo y en la actualidad acoge a unas 2.900 personas refugiadas y con estatus humanitario procedentes de diversos países como Pakistán, China, Siria y Yemen.
El gobierno surcoreano concedió estatus humanitario temporal a la mayoría de los 484 yemeníes que solicitaron asilo en la isla, y reconoció la condición de refugiados de dos de ellos. No obstante, sigue habiendo muchos desafíos, en especial para las 56 personas que vieron rechazadas sus solicitudes de asilo, si bien tienen derecho a recurrir y no serán repatriados de inmediato.
“No vinimos a Corea en busca de dinero o mejores trabajos. Vinimos a Corea porque es un país seguro”.
“No vinimos a Corea en busca de dinero o mejores trabajos. Vinimos a Corea porque es un país seguro y porque era nuestra única opción”, nos contó en el restaurante el camarero Sami Al-baadani, yemení de 23 años. “No podemos volver ni ahora ni en un futuro próximo. Si volvemos, moriremos”.
Por lo que a él respecta, Mohammed Ameen Almaamari, de 35 años y chef de Wardah, quiere que vuelva la paz al Yemen para tener la oportunidad de regresar a casa en condiciones de seguridad. Mientras tanto, pide que los coreanos vean a los yemeníes como seres humanos “más allá de las diferencias de raza, cultura y religión”.
Todo indica que el restaurante está contribuyendo a que este deseo se haga realidad. Tras cenar en Wardah, Kim Hee-yeol reflexiona sobre la necesidad de hacer más para ayudar a las personas refugiadas cuando más lo necesitan.
“Nos puede preocupar aquello que no conocemos, pero eso no puede ser culpa del propio desconocido, ¿no creen?”, apunta. “Espero que el gobierno aumente sus esfuerzos para convencer y tranquilizar al pueblo en relación son la responsabilidad que tiene Corea de proteger a los refugiados”.