La niñez congoleña se ve obligada a trabajar como mano de obra barata a medida que empora la crisis de desplazamiento.

Las personas que huyen de la violencia en la provincia de Tanganyika luchan por sobrevivir y la carga recae en los niños. En lugar de ir a la escuela, muchos de ellos trabajan para mantener a sus familias.

Françoise, de 14 años, gana dinero transportando arena del lago Tanganyika a las obras de construcción.
© Vania Turner y Junior D. Kannah


Françoise, de 14 años, llena un saco de 25 kilos de arena de la orilla del Lago Tanganyika y lo traslada cuidadosamente en equilibrio sobre su cabeza. Es una tarea que esta chica delgada ha llegado a dominar en los últimos meses.


Ella no está sola. Casi todos los días, al amanecer, un ejército de niños -algunos de apenas cinco años- pululan por las calles vacías en las afueras de Kalemie, la capital de la provincia de Tanganyika, en el sureste de la República Democrática del Congo. Al igual que Françoise, años de lucha los han obligado a abandonar la escuela y a trabajar mal remunerados para mantener a sus familias.

"Todos los que estamos aquí solíamos estar en la escuela; ahora trabajamos para ganar dinero y poder comer", dice Françoise, quitándose granos de arena del cabello. "Todos los niños se quejan por el peso de la arena y por el cansancio. Me siento mal, me duelen las piernas y tengo dolor de cabeza todo el tiempo".

  • Los niños congoleños desplazados internos en Kalemie, la capital de la provincia de Tanganyika, trabajan en turnos matutinos para transportar arena del lago Tanganica.
    Los niños congoleños desplazados internos en Kalemie, la capital de la provincia de Tanganyika, trabajan en turnos matutinos para transportar arena del lago Tanganica.  © ACNUR / Colin Delfosse
  • Después de llenar los sacos de 25 kilos, las mujeres y los niños desplazados los llevan a las obras de construcción en Kalemie, la capital de la provincia de Tanganyika en la República Democrática del Congo.
    Después de llenar los sacos de 25 kilos, las mujeres y los niños desplazados los llevan a las obras de construcción en Kalemie, la capital de la provincia de Tanganyika en la República Democrática del Congo.  © ACNUR / Colin Delfosse
  • Desplazadas por la lucha, una madre congoleña y su hija trabajan a primera hora de la mañana para cargar y transportar la arena del lago Tanganyika a las obras de construcción de la ciudad.
    Desplazadas por la lucha, una madre congoleña y su hija trabajan a primera hora de la mañana para cargar y transportar la arena del lago Tanganyika a las obras de construcción de la ciudad.  ©  ACNUR / Colin Delfosse
  • "Nos pagan 500 francos congoleños (30 centavos de dólar americano) por cada saco. Logramos transportar 3 o 4 sacos al día". Sesame, de 9 años, y su madre, Adele, de 25 años, ganan dinero transportando carbón. El padre de Sesame fue asesinado.
    "Nos pagan 500 francos congoleños (30 centavos de dólar americano) por cada saco. Logramos transportar 3 o 4 sacos al día". Sesame, de 9 años, y su madre, Adele, de 25 años, ganan dinero transportando carbón. El padre de Sesame fue asesinado.  © ACNUR / Colin Delfosse
  • Niños congoleños llevando agua a sus albergues en Kaseke, un sitio para desplazados internos en la provincia de Tanganyika devastada por la guerra.
    Niños congoleños llevando agua a sus albergues en Kaseke, un sitio para desplazados internos en la provincia de Tanganyika devastada por la guerra.  © ACNUR / Colin Delfosse

La arena es un material de construcción común y de bajo costo en la región. En un buen día, Françoise puede ganar hasta 30 centavos americanos por cada saco de 25 kilos. Pero ni siquiera eso es suficiente para ayudar a la familia a llegar a fin de mes, dice su padre, Philippe Kika Malisawa, de 58 años, quien también transporta arena junto a su hija. "Nuestros padres nunca nos hicieron trabajar así", recuerda. "Nos quedábamos sentados y nuestro padre nos traía comida. Ahora que estamos desplazados, sufrimos enormemente".

Muchos civiles se han visto obligados a huir de sus hogares. Ahora buscan protección en sitios precarios y superpoblados alrededor de Kalemie y en otras partes de la provincia de Tanganyika. Cada vez más personas luchan por su sustento y los niños se ven obligados a trabajar.

"Ojalá pudiéramos dejar de transportar arena y volver a la escuela".

ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, y otras agencias humanitarias han prestado asistencia a las personas desplazadas en Kalemie, incluyendo materiales para construir albergues y suministros básicos para el hogar. Sin embargo, la falta de fondos y los nuevos desplazamientos causados por el conflicto han hecho imposible satisfacer las necesidades más básicas. La gente todavía lucha por sobrevivir y los niños son los más afectados.

 

"Toda mi vida consiste en huir de la guerra", dice Françoise, secándose el sudor de la frente. "Ojalá pudiéramos dejar de transportar arena y volver a la escuela".

Gracias a la Voluntaria en Línea Marta Torres por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.