Equipo Olímpico de Atletas Refugiados hace historia en los Juegos de Río

Diez atletas refugiados hicieron historia este viernes, al desfilar en el famoso estadio Maracaná durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Rose Lokonyen llevó la bandera olímpica encabezando el Equipo de Atletas Refugiados en la ceremonia de apertura de los Juegos de Río 2016.  © ACNUR/Benjamin Loyseau

RÍO DE JANEIRO, Brasil – Aclamados con un gran aplauso, diez atletas refugiados hicieron historia este viernes en la noche, cuando desfilaron en el famoso estadio Maracaná, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Rose Nathike Lokonyen, una corredora de 23 años de Sudán del Sur, fue la abanderada del primer Equipo de Atletas Refugiados en la historia, en el famoso Estadio Maracaná en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos 2016.

El equipo de 10 atletas marchará bajo la bandera del Comité Olímpico Internacional (COI) y completará una vuelta completa del estadio delante del equipo de la nación anfitriona, Brasil, en un gesto simbólico para marcar la extraordinaria travesía hacía los Juegos de Río que cada miembro del equipo ha tenido.

Los jóvenes atletas, originarios de Sudán del Sur, Siria, República Democrática del Congo y Etiopía, han ganado amigos y admiradores en Brasil con sus increíbles historias de triunfo sobre la adversidad.

Rose tenía 8 años cuando escapó de la guerra y encontró seguridad en el remoto campamento de refugiados de Kakuma, en el norte de Kenia, donde ha vivido desde entonces.

"Ser un refugiado no significa que no eres un ser humano."

"Me siento muy emocionada. Esta es la primera oportunidad para que los refugiados podamos participar en los Juegos Olímpicos y esto nos da mucha esperanza, para que nosotros animemos a las generaciones jóvenes de compañeros refugiados que se están quedando en los campamentos, para que desarrollen sus talentos", dijo al ACNUR en una entrevista.

Para ella y para sus compañeros de equipo, la posibilidad de participar en los Juegos Olímpicos, el pináculo del logro deportivo, era un sueño muy distante e improbable.

"Para nosotros empezó apenas hace unos meses, así que no podemos comparar nuestros tiempos con aquellos que tienen un muy alto nivel, pero haremos nuestro mejor esfuerzo . . . Ser un refugiado no significa que no eres un ser humano como cualquier otro, aunque en ocasiones nos hagan menos. Podemos hacer lo que otros pueden hacer", dijo al ACNUR en una entrevista después de un agotador entrenamiento.

Hace un año, su compañera de equipo Yusra Mardini nadaba por su vida cuando el bote inflable que abordó para cruzar de Turquía hacia Grecia empezó a hundirse en el Mar Egeo. Ahora, en un apenas creíble cambio de suerte, la siria de 18 años está compitiendo contra los mejores del mundo.

"No hablamos el mismo idioma y somos de diferentes países, pero la bandera Olímpica nos une a todos y ahora estamos representando a 60 millones de personas alrededor del mundo. Estamos muy felices juntos como equipo. Queremos dar lo mejor para demostrar a todos que podemos ser buenos atletas y buenas personas", dijo a ACNUR en una entrevista.

"No voy a pensar sobre quien está al lado de mí ni de qué nacionalidad son. La única cosa en la que voy a pensar es en cómo voy a nadar . . . está en mi cabeza que soy una nadadora".

A principios de esta semana, el presidente del COI Thomas Bach presentó a cada uno de los 10 miembros del equipo a todos los miembros del COI y agradeció la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, por haber estado con los atletas y haber ayudado a la creación del equipo en el marco de una alianza con el COI que existe desde hace 20 años.

"Estos atletas dan el ejemplo de coexistencia pacífica en el mundo entero. Ellos son ejemplo de que es posible participar en competencias y al mismo tiempo vivir juntos en paz. Este es el verdadero espíritu de la unidad Olímpica y la diversidad", declaró Bach.

"Sin la asistencia del ACNUR, no hubiera sido posible seleccionar, entrenar y hacer que viajaran (los refugiados) para estar aquí. Su participación en los Juegos Olímpicos es un símbolo de esperanza para todos los refugiados del mundo. No tenían un país o una bandera con la cual competir. Pero ahora la tienen", dijo Bach.

"La gente cree que no hacemos nada en un campamento de refugiados."

El compatriota de Rose, Yiech Pur Biel, 21 años, también un corredor, ha sido un refugiado la mitad de su vida. Dijo que considera que el COI y el ACNUR son como los padres que apenas conoció.

"La gente cree que no hacemos nada en un campamento de refugiados, pero si hacemos. Nunca olvidaremos lo que el ACNUR y el COI han hecho por nosotros, son como unos padres para nosotros. Sentimos que pertenecemos a una comunidad, como seres humanos iguales. Esto (las Olimpiadas) es el inicio y cambiarán nuestras vidas para siempre. Gracias y que Dios los bendiga".

En medio de lágrimas y sonrisas de alegría, los atletas han sido festejados desde que llegaron a Río para los Juegos. El jueves, recibieron la visita del Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-Moon, quien les deseó lo mejor y les dijo que estaban haciendo historia para todos los refugiados alrededor del mundo.

El Papa se unió a millones de personas alrededor del mundo deseándole la mejor de las suertes al Equipo Olímpico de Atletas Refugiados.

"Quiero hacerles llegar mi saludo y mi deseo de éxito en estas Olimpiadas. Que el coraje y la valentía que llevan dentro pueda expresar, a través de los Juegos Olímpicos, un grito de fraternidad y de paz. Que, a través de ustedes, la humanidad comprenda que la paz es posible, que con la paz todo se gana; en cambio con la guerra se pierde todo", escribió el Papa en un mensaje de apoyo.

El presidente honorario del COI, Jacques Rogge, uno de los principales arquitectos del equipo, habló apasionadamente sobre la importancia del deporte en las vidas de los jóvenes refugiados y personas desplazadas.

"En su mayoría, son personas jóvenes. Tienen muchos activos que ganar en la vida, y tienen el derecho de ser considerados como ciudadanos normales", declaró.

Por: Jonathan Clayton