"Somos parte de la solución", dice la juventud refugiada
Los jóvenes se hacen escuchar en las discusiones para transformar la manera en que el mundo responde a la crisis de refugiados.
GINEBRA, Suiza, 10 de mayo de 2018 (ACNUR) – Para Mohammed Badran, un sirio de 24 años que halló seguridad en Holanda, ser un refugiado no es una identidad, sino una experiencia que puede ser utilizada para unir a comunidades.
“Cuando solo nos perciben como vulnerables beneficiarios de asistencia, se nos quita la oportunidad de tener una voz en las decisiones que nos afectan”, dijo Mohammed a delegados la semana pasada en discusiones sobre una nueva y amplia respuesta para refugiados que es desarrollada por ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados. “Necesitamos repensar lo que significa ser un refugiado e incluir esta visión en el Pacto Mundial sobre Refugiados”.
“Para que el pacto mundial tenga éxito, los refugiados deben apropiarse de él”.
Mohammed fue parte de un grupo de jóvenes refugiados que aportó una perspectiva nueva a las discusiones. Con la ayuda de otros refugiados sirios, Mohammed fundó la ONG Voluntarios Sirios en los Países Bajos (SYVNL, por su sigla en inglés), que ya tiene más de 600 miembros trabajando para acercar a los refugiados sirios y a las comunidades locales holandesas. Para él, los refugiados no solo deberían ser incluidos en el proceso de consultas sobre el pacto, sino también en la planificación, control y evaluación.
“Para que el pacto mundial tenga éxito, los refugiados deben apropiarse de él”, dijo.
Mohammed también es parte del Global Youth Advisory Council (GYAC) que formó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Durante meses, delegados del GYAC han realizado llevado adelante discusiones con jóvenes refugiados y de las comunidades locales, líderes comunitarios y autoridades del gobierno con el fin de reunir opiniones sobre borradores iniciales del pacto mundial.
Mientras que el número de personas obligadas a huir de sus hogares continúa en ascenso, el pacto tiene por objetivo transformar la manera en que la comunidad internacional responde a la crisis de refugiados. La Asamblea General de las Naciones Unidas pidió a ACNUR en 2016 que desarrollara un Pacto Mundial sobre Refugiados, que se espera sea adoptado por la Asamblea General a finales de 2018.
Amenazada con la mutilación femenina y un matrimonio forzado, Mariama Saran Sow huyó de Guinea a los 17 años. Encontró la seguridad en Alemania pero ha tenido problemas para lidiar con su trauma.
“Sufrí mucha violencia en mi país, y siento que todavía falta apoyo psico-social para refugiados que han atravesado experiencias traumáticas”, comentó. “Los niños deben participar en actividades cuando llegan a un lugar por primera vez para despejarse de sus preocupaciones. Las mujeres también necesitan espacios seguros para hablar sobre abusos que hayan sufrido. Cuando llegamos, usualmente no hablamos el idioma del país que nos recibe. Necesitamos mujeres intérpretes con las que podamos hablar”, añadió.
Otros delegados también destacaron la importancia de trabajar de manera cercana con las comunidades locales.
“Las comunidades de acogida y las autoridades locales son los primeros servicios que ayudan a los refugiados”, dijo Simon Marot Touloung, quien huyó de Sudán del Sur como un menor no acompañado en 2000 y recientemente obtuvo su diploma de licenciado gracias a una beca de DAFI. Simon fundó African Youth Action Network, una organización encabezada por refugiados que respalda iniciativas de coexistencia en Kampala y Sudán del Sur. “En Uganda, las comunidades locales acordaron dar partes de sus tierras a refugiados de Sudán del Sur, como una manera de agradecer por cuando Sudán del Sur ayudó a los ugandeses en la década de 1970”, añadió.
“Las comunidades de acogida reciben mejor a los refugiados cuando no los ven como competencia”.
Denis Adhoch, un keniana de 30 años, dijo que se les debe reconocer a las comunidades de acogida su generosidad y brindarles respaldo adicional.
“Los refugiados en zonas urbanas viven en asentamientos informales junto a locales que también tienen problemas para cubrir sus gastos”, explicó. “Cuando los refugiados reciben servicios de los que los locales no pueden beneficiarse, podría aumentar la percepción de que los refugiados reciben un trato preferencial y el resentimiento”, agregó.
A través de su obra en en Kalobeyei –una instalación próxima al campamento de refugiados de Kakuma en Kenia-, Denis ha podido observar cómo los servicios integrados, que le permiten tanto a los refugiados como a las comunidades de acogida acceder a la educación, salud, agua y servicios para la juventud, pueden facilitar la integración.
“Las comunidades de acogida reciben mejor a los refugiados cuando no los ven como competencia para los mismos recursos”, dijo.
“La contribución de los jóvenes refugiados es muy valorada y necesitamos asegurarnos de que las voces de los jóvenes refugiados y las comunidades de acogida se traduzcan en políticas globales”, dijo Volker Türk, Alto Comisionado Auxiliar de ACNUR para la Protección, quien co moderó el evento junto con la colombiana Laura Elizabeth Valencia Restrepo, de 21 años, del GYAC.
ACNUR se encuentra actualmente a mitad de las discusiones formales, que concluirán en julio y pretenden asegurar que el pacto global sobre refugiados sea adoptado por consenso.
Laura, quien huyó hacia Ecuador en 2007, sabe cuán vitales serán los mismos refugiados para su propio éxito. “Somos parte de la solución y tenemos las habilidades para ser parte de ello”, afirmó.
Gracias a la Voluntaria en Línea Patricia Ávila por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.