Un universo se abre ante hombre apátrida de Georgia al obtener la ciudadanía
Tras décadas de frustración y sueños rotos, por fin Jirair ha sido reconocido como ciudadano del país que lo vio nacer.
Tras recibir finalmente la ciudadanía, Jirair puede ahora viajar y conseguir su sueño de convertirse en entrenador de lucha.
© ACNUR/Kakhaber Shartava
Décadas de apatridia no solo impidieron que Jirair, de 24 años de edad, trabajara de forma legal o consiguiera un seguro sanitario. También acabaron con el sueño de su vida: representar a Georgia en una competición internacional de lucha.
Durante años dedicó la mayor parte de su tiempo libre a este deporte, pero nunca pudo acompañar a su equipo a los torneos en el exterior del país. "Cuando eres apátrida es como si tu vida se detuviera", dice Jirair. "Era muy doloroso quedarse a un lado cuando el resto de mi equipo se marchaba para participar en los campeonatos, sabiendo que yo era igual de bueno que ellos. No era justo".
Ahora, tras recibir por fin la nacionalidad, puede volver a perseguir sus sueños.
Jirair nació en Georgia en 1993, hijo de padres armenios, pocos años después de la disolución de la Unión Soviética. Al poco de nacer su familia se trasladó a Rusia en busca de mejores oportunidades, pero se encontraron con que no podían acceder a la nacionalidad con sus antiguos pasaportes soviéticos. Años después, cuando Jirair regresó a Georgia a cuidar de sus abuelos, descubrió con espanto que en realidad era un apátrida.
"Es como si tu vida se detuviera."
En 1993 Georgia adoptó una nueva Ley de Ciudadanía que reconocía como ciudadanas de Georgia a las personas que vivieran allí. Sin embargo, al no tener registro de su nacimiento, Jirair no pudo probar su presencia. Muchas otras personas quedaron también al margen del sistema.
La vida de Jirair cambió en 2015 cuando solicitó el reconocimiento de su condición de apátrida. Ese año obtuvo sus primeros documentos de identidad y de viaje.
También asistió en Nueva York a la ceremonia de conmemoración del primer aniversario del lanzamiento de la campaña #IBelong por parte del ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, en la cual intervino y explicó lo que suponía ser apátrida.
Unos cambios legislativos introducidos en 2016 permitieron que Jirair demostrara su presencia en Georgia en 1993. La enmienda a la Ley de Ciudadanía permitió que las autoridades locales comprobaran la presencia física de una persona en función de los testimonios de parientes, amigos y otros testigos, lo cual hizo posible que Jirair demostrara sus estrechos vínculos con Georgia.
Por fin, en junio de 2017 Jirair recibió lleno de orgullo su pasaporte georgiano
"Por fin sucedió lo que tanto quería, con lo que yo soñaba", dice. "Por fin mi vida pudo salir de la situación de pausa en la que se encontraba. Desde que me convertí en ciudadano pude obtener un seguro médico y por fin me siento tranquilo. También me abrí una cuenta en el banco y, cuando el trabajador de la sucursal me pidió mi documento de identidad, se lo entregué con confianza".
Por fin Jirair puede trabajar de manera legal, viajar por el mundo y convertirse en entrenador de lucha
"Cuando mi entrenador y mi equipo local de lucha se enteraron de que había conseguido la ciudadanía, me dijeron: 'Eres uno de los nuestros, siempre has pertenecido aquí'".
"Llevo tanto tiempo esperando."
Jirair también puede casarse con el amor de su vida. "Llevo cuatro años enamorado y después de conseguir la ciudadanía, por fin podremos crear nuestra propia familia", explica. "Llevo tanto tiempo esperando".
El ACNUR trabaja en colaboración con organizaciones locales no gubernamentales y con el Gobierno de Georgia para mejorar el proceso de determinación de la apatridia en Georgia, así como para abordar la problemática de las personas apátridas como Jirair. Desde la introducción del proceso de determinación de la apatridia en Georgia, 398 personas han sido reconocidas como apátridas y 186 han recibido la nacionalidad georgiana.
"Quiero decirle a todos los jóvenes apátridas que la apatridia tiene solución y que yo mismo soy la prueba de ello", nos dice Jirair. "Quiero que todas las personas apátridas puedan sentir la felicidad que siento yo ahora: la felicidad de ser ciudadano y poder decir 'yo pertenezco'".
Por Valeriia Cherednichenko y Nino Kajaia
Gracias al Voluntario en Línea Jaime Guitart Vilches por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.