Ante la amenaza de ciclones, Bangladesh redobla los esfuerzos para proteger a los refugiados rohingya
Bangladesh está trabajando con el ACNUR y sus socios para evitar las consecuencias que podrían tener los fenómenos meteorológicos extremos para cientos de miles de personas.
ASENTAMIENTO DE REFUGIADOS DE KUTUPALONG, Bangladesh – Mientras un instructor de Bangladesh iza una bandera roja con el centro negro, otro instructor hace sonar una sirena de alarma de tormenta y luego ondea una segunda bandera.
“Cuando se han izado todas las banderas y la señal suena a la máxima potencia... es la señal de alarma de máxima intensidad”, explicaba un instructor en una clase impartida a refugiados rohingya en el marco del programa de prevención de ciclones puesto en marcha por el Gobierno de Bangladesh.
En un intento de mitigar el riesgo de desastres, Bangladesh puso en marcha este programa hace varios decenios y ahora se está impartiendo por primera vez en los extensos asentamientos de la región sudoriental de Bangladesh, que acogen actualmente a unos 600.000 refugiados rohingya.
“La información que se ofrece en este curso de formación es muy importante para nosotros”.
Las familias viven en frágiles barracones con techo de bambú y plástico en asentamientos situados en una zona de colinas en torno a Kutupalong y Nayapara, donde ya existe riesgo de desprendimientos de tierras e inundaciones durante la estación de los monzones, registrándose la máxima intensidad entre los meses de junio y septiembre.
Además, existe riesgo de ciclones –tormentas de gran intensidad que traen lluvia a torrentes, vientos violentos y mareas de tormenta–, que se registran en Bangladesh casi todos los años, entre los meses de marzo y diciembre.
Abdul Mostafa, funcionario público de Bangladesh en el extremo sur de Bangladesh, donde están situados los asentamientos de Kutupalong y Nayapara, explicó que el Gobierno y sus socios están trabajando conjuntamente para evitar un desastre cuando llegue el monzón.
“Ese es el motivo por el que el programa de prevención de ciclones, organizado por el Gobierno de Bangladesh y apoyado por nuestros socios, se ha llevado a las zonas en las que viven los refugiados”, dijo Mostafa.
El Gobierno de Bangladesh ha adquirido una gran experiencia en la lucha contra los ciclones, dado que, desde 1877, 154 han arrasado las costas del país, entre ellos el ciclón Gorky en 1991, que también fue el más mortífero y que, según las estimaciones, se cobró la vida de 139.000 personas en la región sudoriental de Bangladesh.
Al aproximarse la estación lluviosa, este año el programa del Gobierno de Bangladesh cuenta con el apoyo del ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados y el de otros organismos y socios humanitarios.
“La información que se ofrece en este curso de formación es muy importante para saber lo que tenemos que hacer si se avecina una tormenta”, dijo Jamalida, una voluntaria de 35 años que ha participado en el curso. “Si existe una manera de ayudarnos a nosotros mismos y a los demás, como por ejemplo, respondiendo cuando escuchemos la señal de alarma de aproximación de un ciclón, tenemos que conocerla”.
Mostafa, que encabeza la implementación del programa en la región, visitó recientemente el asentamiento y estuvo presente mientras los instructores hacían su trabajo. Explicó que el Gobierno de Bangladesh está muy interesado en contribuir a desarrollar nuevas capacidades para crear un entorno propicio para la seguridad que contribuya a prevenir situaciones en las que pueda haber muertes o heridos graves.
Las sesiones de formación que se están impartiendo en el interior de la estructura de bambú que alberga las oficinas gubernamentales en el extenso asentamiento de Kutupalong son fundamentales para la implementación del programa. En cada sesión de formación participan 20 voluntarios, 10 hombres y 10 mujeres.
“Hasta el momento han recibido formación unos 480 voluntarios”.
La instrucción tiene por objeto informar sobre los riesgos devastadores de las tormentas tropicales y sobre la manera de responder, a nivel individual y en grupo, cuando se produce un ciclón y se pierden vidas.
“La idea es que cada uno de los 20 voluntarios adquiera unos conocimientos adecuados sobre las medidas de prevención y las técnicas en este ámbito, para que puedan difundir estos conocimientos en todos los bloques que pueblan los asentamientos”, dijo Mostafa. “Hasta el momento han recibido formación unos 480 voluntarios y se seguirá formando a más voluntarios”, añadió.
Según los instructores del programa, hay tres formas de ayudar a los que lo necesitan: mediante medidas preventivas como la reubicación, mediante primeros auxilios y derivación hacia centros médicos y mediante la distribución de material de socorro indispensable.
“Hay cientos de familias que construyeron sus albergues sin tener en cuenta los riesgos de los monzones en las zonas más bajas y ahora se les está alentando a trasladarse a zonas más elevadas para evitar los efectos más extremos de la lluvia y los vientos”, dijo Mostafa.
Los instructores del programa de prevención de ciclones están enseñando las técnicas y los conocimientos necesarios a los voluntarios de los equipos de respuesta inicial mediante simulaciones, juegos y canciones.
“Animamos a los participantes a utilizar técnicas de improvisación para que, cuando, por cualquier motivo, no tengan acceso a los equipos que necesitan en una situación de crisis, puedan arreglárselas si saben lo que tienen que hacer”, explica Mostafa.
“Imaginemos que no tienen a mano un equipo de megafonía para anunciar que se aproxima un desastre. En ese caso podrían improvisar, por ejemplo, utilizando una mezquita para alertar en caso de emergencia”.
Se proporciona a los voluntarios guantes, botas de goma, cascos, silbatos y linternas. El curso de formación, que empezó a impartirse después de que las primeras lluvias causaran inundaciones y convirtieran el suelo en un lodazal, ha tenido una excelente acogida entre los participante.
Desde que el programa se puso en marcha en todo el territorio de Bangladesh se han reducido drásticamente las muertes provocadas por los ciclones y se espera que, al impartirse los cursos de formación en los asentamientos de refugiados, también puedan reducirse los riesgos de pérdidas de vidas humanas a gran escala.
La capacidad de improvisar rápidamente y conocer la manera de reducir y prevenir los riesgos puede ayudar a las poblaciones vulnerables a mitigar la probabilidad de que se pierdan vidas humanas.
Gracias a la Voluntaria En Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.