Educación
De acuerdo con nuestro último informe de educación, 3,5 millones de niños refugiados no asistieron a la escuela en 2016. Únicamente el 61 por ciento de los niños refugiados asistieron a la escuela primaria, en comparación con el promedio global del 91 por ciento.
A medida que los niños refugiados crecen, aumentan también los obstáculos en relación con la educación. Solamente el 23 por ciento de los adolescentes refugiados están matriculados en la escuela secundaria, en comparación con la cifra global del 84 por ciento. La situación para la educación terciaria es crítica. Solo el uno por ciento de los jóvenes refugiados asiste a la universidad, comparado con el 36 por ciento a nivel mundial.
De los 17,2 millones de refugiados bajo nuestro cuidado, 6,4 millones tienen entre 5 y 17 años de edad. Su acceso a la educación es limitado, y 3,5 millones no pueden asistir a la escuela.
La Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes señala la educación como un elemento crítico de la respuesta internacional a los refugiados. Además, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 tiene como objetivo ofrecer “educación inclusiva y de calidad para todos y promover el aprendizaje permanente”.
El ACNUR trabaja con gobiernos y organizaciones internacionales para garantizar una educación de calidad para los niños y jóvenes refugiados de todo el mundo. Con tu ayuda, ellos podrán aprender a reconstruir sus vidas.
La educación es un derecho humano básico, consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 y la Convención de 1951.
La educación protege a los niños y jóvenes refugiados del reclutamiento forzoso en grupos armados, el trabajo infantil, la explotación sexual y el matrimonio infantil. La educación también fortalece la resiliencia de las comunidades.
La educación empodera brindando a los refugiados el conocimiento y las habilidades para tener vidas productivas, plenas e independientes.
La educación ilumina a los refugiados, permitiéndoles aprender sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea, mientras se esfuerzan por reconstruir sus vidas y comunidades.
Ahora les toca a ellas
Ha llegado el momento de hacer de la educación de las niñas refugiadas una prioridad.