Gracias a las Mariposas, Benedicia ha retomado el control de su vida

Benedicia es encargada de manejar un sistema de ahorros por comida adentro de la red de Mariposas en el barrio Lleras de Buenaventura. Foto: ACNUR Luca Zanetti.

Benedicia es encargada de manejar un sistema de ahorros por comida adentro de la red de Mariposas en el barrio Lleras de Buenaventura. Foto: ACNUR Luca Zanetti.

Cuando en 2001 estallaron los combates entre los grupos armados rivales en su pueblo de la provincia del Valle de Cauca, situado en el oeste de Colombia, Benedicia Benancia y sus siete hijos huyeron en barco.

Tuvimos que escapar de los tiroteos a nuestro alrededor. Fue inmediato. Escapamos para salvar nuestras vidas”, recuerda Benedicia. Ella encontró refugio en casa de un familiar en la ciudad portuaria de Buenaventura. Encontró un lugar donde cobijarse, pero no pudo escapar de la violencia.

En un país con 5,7 millones de personas desplazadas por el conflicto, Buenaventura tiene una de las mayores tasas de violencia y desplazamiento debido al aumento de violencia entre los grupos armados ilegales. Tristemente, muchas veces las mujeres son sus objetivos. Los grupos violan a las mujeres y niñas para demostrar su poder y fuerza. Las mujeres son torturadas, violadas o asesinadas la muerte para cobrarse venganza frente a los grupos armados rivales.

Junto a otras personas, huí de la violencia, pero aquí también encontramos violencia”, dice Benedicia.

Vivir en un barrio donde los tiroteos son algo común y donde las guerras por el control de territorio relacionadas con la droga entre grupos armados ilegales rivales obligan a los vecinos a esconderse a veces durante días, obliga a la gente a guardar silencio para sobrevivir. Benedicia afirma que los habitantes guardan silencio para sobrevivir.

Como madre soltera, Benedicia tiene grandes dificultades para sacar adelante a su familia y mantenerlos a salvo. Encontró trabajo como limpiadora en una casa y, aunque su empleadora le daba comida para que pudiera llevársela a su casa, la situación de su familia todavía era precaria… hasta el día en que descubrió Mariposas, una red de defensa de los derechos de las mujeres. Una vecina, Maritza Yaneth, le presentó al grupo, algo que le cambió la vida.

Cuando conocí a Benedicia hace un par de años, estaba en una situación desesperada. Le hablé de Mariposas y la animé a venir a los talleres y a unirse”, dice Maritza.

Gracias a Mariposas, Benedicia retomó el control de su vida y pudo evitar verse arrastrada en la espiral de violencia y extorsión en la que se había convertido el día a día en Buenaventura.

Gracias a la red, tengo amigas. Me siento apoyada. Nunca me siento sola”, afirma la mujer de 53 años.

Los niveles extremos de pobreza, combinado con la violencia, acrecientan la vulnerabilidad de las mujeres y niñas. Se estima que en Buenaventura más del 80% viven en situación de pobreza y, de ellos, el 20% vive en la extrema pobreza, con menos de 2 dólares al día.

Para ayudar a familias pobres como la suya a ganar fuerza e independencia, Benedicia se hizo cargo de un plan de comida y ahorros, iniciado y gestionado por Mariposas. Opera en muchas de las barriadas pobres de Buenaventura. Este dispositivo se ha convertido en algo vital para ella y constituye una red de seguridad para muchas otras familias que podrían haberse visto forzadas a huir de la violencia y la intimidación.

Cada semana, Benedicia recolecta una pequeña suma de dinero y 1 kilo de arroz de cada una de las 24 miembros del dispositivo en su vecindario. “Apunto todo en este cuaderno”, explica, señalando una lista de nombres y cifras.

Cada pocos meses, Benedicia regresa a las destartaladas casas de las mujeres miembros de la red para darles a cada una parte del arroz y los fondos recolectados.

El dispositivo, conocido entre las mujeres miembros de Mariposas como la ‘cadena de alimentos’, se ha convertido, literalmente, en una garantía de vida para Benedicia y otras mujeres que constituyen el único apoyo económico de sus familias y no tienen acceso a cuentas bancarias. La ‘cadena de alimentos’ es una fuente regular de apoyo en un lugar donde los trabajos son escasos.

Algunas mujeres utilizan el dinero que ahorran para pagar las facturas e incluso el billete de autobús para hacer los recados. Otras, cuando reciben el arroz, lo cocinan todo con pescado y lo congelan para comerlo más adelante”, explica Benedicia.

La independencia económica refuerza a estas mujeres y les da la capacidad para hacer frente a los retos del día a día en Buenaventura. En el caso de Benedicia, la cadena de alimentos le ha permitido encontrar finalmente el refugio seguro que tanto buscaba.

Solía dormir sobre un suelo sucio, pero gracias a la cadena de alimentos, he conseguido construir la casa que ves ahora. De otra forma, no habría podido ahorrar”, dice.

Trece años después de verse forzada a desplazarse, el gobierno de Colombia recientemente ha reconocido a Benedicia como una persona desplazada interna. Ella está ahora llena de esperanza: “mi sueño es tener una pequeña granja en un terreno cercano, donde pueda cosechar todo lo que necesite y vivir en paz”, confiesa.


1 familia separada por la guerra es demasiado

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