La historia de Emmanuel
El trabajo es un gran logro para Emmanuel, con sólo 25 años, el joven superó a más de tres docenas de solicitantes ruandeses para el puesto, a pesar de que apenas llevaba unas semanas de formación de un programa de hostelería de seis meses. Él es también el primer refugiado que el hotel ha contratado para gestionar la recepción. El gobierno de Ruanda permite a los refugiados abandonar los campamentos en busca de trabajo pero no todos son tan exitosos como Emmanuel.
“Mi pasado fue sólo tristeza”, dice en voz baja. “La vida no era fácil”. Emmanuel llegó a Ruanda a la edad de ocho años -completamente solo. Sus padres habían muerto en el conflicto de la República Democrática del Congo. La madre de un amigo se hizo cargo de él pero aun rodeado de gente, él todavía se sentía solo.
“Mi madre adoptiva siempre decía, ‘¿Sabes Emmanuel, a pesar de que te he adoptado, la familia de mi marido no está feliz contigo’”. Emmanuel dice que fue condenado al ostracismo y que constantemente le recordaban que él no pertenecía. Sus padres adoptivos también lo culparon por su eventual separación. “Siempre me pregunté: ‘¿Por qué estoy solo? ¿Por qué no tengo a nadie?’”
Los libros se convirtieron en su consuelo durante sus años en el internado. “Ahí es donde estaba mi vida real”, dice. Durante su tiempo en la escuela, rara vez volvió a Gihembe, campamento de refugiados donde aún vive hoy.