Dando inicio

Sumeh, de 26 años, enseña a niños refugiados el segundo grado. Sumeh, también es refugiada, y dice que lo mejor de vivir en el campamento Ban Mai Nai Soi al norte de Tailandia, es que la educación es gratis para todos los niños. © ACNUR/Sebastian Rich

A pesar del gran progreso en la matrícula de más niños refugiados en la educación primaria, los refugiados continúan rezagados en comparación con sus pares en los países de acogida.

La educación en la primera niñez y la escuela primaria forman las bases de un ciclo de aprendizaje de toda la vida que está en el corazón de la Estrategia Educativa del ACNUR.

A nivel mundial, el ACNUR estima que la mitad de los niños refugiados en edad de escuela primaria, no asiste a la escuela. En colaboración con los ministerios de educación, el ACNUR y la Fundación Educación Sobre Todo, trabajan con una amplia gama de socios para abordar esta situación inaceptable. El programa Educa un Niño busca aumentar la calidad y el acceso a la educación primaria para niños refugiados que están fuera de las escuelas y mejorar la retención, al apoyar enfoques innovadores en educación, infraestructura, capacitación docente y desarrollo, así como mejoras en la enseñanza y los materiales de aprendizaje. Desde 2012, más de 400.000 niños que estaban fuera de las escuelas en 12 países, se han integrado gracias a esta asociación.

Lo primero y más importante es que la escuela debería ser un santuario. Las escuelas también juegan un rol importante en la identificación de niños refugiados en riesgo de abuso, violencia sexual y de género, reclutamiento forzoso, y pueden ayudar a conectarlos con los servicios apropiados.

La educación de calidad es el ancla que mantendrá a los niños en las clases, los alentará a continuar hasta el final de la educación primaria y a pasar a la escuela secundaria y más allá. Por esta razón, la educación tiene un efecto protector solo si esta es de buena calidad. Saber que sus hijos están aprendiendo es un incentivo para que los padres los envíen a la escuela, y se aseguren de que asisten regularmente. La clave para la calidad recae en políticas educativas sonoras e inclusivas, así como profesores motivados y bien capacitados. Sin embargo, los maestros suelen ser escasos en lugares con afluencias de refugiados, inclusive en países de ingreso alto.

A pesar del gran progreso en la inclusión de más niños refugiados en la educación primaria, los refugiados continúan rezagados en comparación con sus pares en los países de acogida. En Chad, Kenia, Malasia y Pakistán, por ejemplo, el porcentaje de niños refugiados en educación primaria es cerca de la mitad en comparación con sus similares del país de acogida. Esto no apunta una falta de buena voluntad o restricciones en el acceso. Las razones para una matrícula baja pueden encontrarse dentro de una amplia variedad e incluyen la baja capacidad de recepción en escuelas locales, la distancia que un niño debe recorrer para llegar a la clase, y una plétora de factores sociales, culturales y económicos, según sea su contexto.

Cuando el conflicto irrumpe, los efectos en países con sistemas educativos efectivos y establecidos pueden ser desastrosos. La violencia en Siria es un caso puntual: en 2009, 94 por ciento de los niños sirios asistía a educación primaria o secundaria inicial, para junio de 2016, únicamente el 60 por ciento de los niños asiste, dejando a 2,1 millones de niños y adolescentes sin acceso a educación. En países vecinos, más de 4,8 millones de refugiados sirios están registrados con el ACNUR, entre ellos aproximadamente el 35 por ciento tiene edad escolar. En Turquía, solo el 39 por ciento de los niños y adolescentes refugiados asisten a la primaria o secundaria, 40 por ciento en Líbano, y 70 por ciento en Jordania. Esto significa que casi 900.000 niños refugiados en edad escolar no asisten a la escuela.

La calidad en la educación es el ancla que mantendrá a los niños en las escuelas.

Un estudio de UNESCO encontró que los bajos niveles de acceso a la educación y altos niveles en la educación inadecuada aumentan el riesgo de violencia y conflicto, creando un ciclo vicioso de pérdida de oportunidades en educación, en consecuencia, más conflicto y desplazamiento. Con una observación de más de 21 años, las regiones con bajos niveles promedio de educación tenían un 50 por ciento más de oportunidad de experimentar conflicto.

Solamente 50% de los niños refugiados en el mundo asiste a la escuela primaria. ©ACNUR

Un lugar para la trasformación

Un maestro que maneje una clase con estudiantes refugiados, entrará a la clase más difícil del mundo.

En su clase tendrá niños que han visto cómo destruyen su hogar y cómo hieren o asesinan a un pariente. Algunos pueden tener discapacidad, ya sea de nacimiento o como resultado de la violencia en sus países. Podría haber algún antiguo niño soldado, un sobreviviente de abuso sexual, alguien que logró completar el viaje a la seguridad cuando su hermano o hermana no pudieron. Su educación pudo haber sido interrumpida por semanas, meses o años. En promedio, el ACNUR estima que los refugiados pierden tres o cuatro años de escuela por el desplazamiento forzado.

La clase probablemente estará abarrotada, incluso si la escuela opera con doble turno, con niños de los países de asilo hombro con hombro con los refugiados. Estos acuerdos permiten que más niños asistan a la escuela pero las largas horas significan una carga extra sobre los profesores y otras personas del personal. En algunos países, las lecciones se imparten en un idioma que los niños refugiados recién empiezan a entender.

Pero esta clase puede transformar a los niños. Ellos pueden aprender matemáticas, a leer y a escribir, la base para el aprendizaje de por vida, y también podrán aprender a aprender.  Esto podría traer más desarrollo en materias como lenguaje, literatura, matemáticas, ciencia, geografía, historia, estudios de religión y otras, a medida que los niños pasan a la escuela secundaria y más allá. Además de las materias académicas, también pueden aprender sobre cuidado sanitario e higiene básicos, ciudadanía, derechos humanos, y dónde, cómo y con quién conseguir ayuda. Desde la primera lección y hasta la universidad, la educación ayuda a los refugiados a ponerse de pie, permitiéndoles prepararse para el futuro, ya sea en el país de acogida o en sus propios países si retornan.

Enfocándose: La necesidad de inclusión

En sus muchos años de trabajo con comunidades de refugiados, ACNUR ha aprendido que los refugiados deben ser incluidos en los sistemas nacionales de educación y deben seguir el plan de estudio nacional, en lugar de llevar cursos paralelos que no pueden ser supervisados o certificados por el país de acogida. Por esto, los ministerios nacionales de educación son socios vitales para asegurar que todos los niños y jóvenes, sin importar su condición legal, tengan la oportunidad de estudiar y obtener calificaciones reconocidas.  Para apoyar tales esfuerzos, el ACNUR ha formalizado su colaboración con la Asociación Mundial por la Educación para trabajar por la inclusión sistemática de los niños y jóvenes forzosamente desplazados en los planes, presupuestos, programas y monitoreos del sector educativo.

En algunos países, como Camerún, Chad, República Islámica de Irán, Líbano, Ruanda o Uganda, la inclusión de los refugiados está bien establecida, ya sea en escuelas nacionales o en escuelas en los campamentos o comunidades que siguen el plan de estudio de los países de acogida, y que son administrados por los ministerios de educación pertinentes. A pesar de que la mayoría de los países no ponen obstáculos formales legales o administrativos para que los refugiados accedan a sus sistemas nacionales de educación, el grado en el que los refugiados son incluidos varía mucho. En algunos países, los refugiados sí enfrentan varias restricciones para asistir a las escuelas nacionales y únicamente asisten a escuelas no registradas. Estos cursos paralelos, a menudo llevan a exámenes que no son reconocidos por ningún país, significando que la posterior inclusión en sistemas nacionales de educación secundaria y superior es casi imposible. Los refugiados deben tener la posibilidad de tomar exámenes acreditados, así como de beneficiarse de enseñanza que esté acorde con los estándares nacionales, en todos los niveles.

Sin la información suficiente sobre las ventajas de tal inclusión, las comunidades de refugiados pueden mostrarse escépticas en un inicio de tener a sus hijos estudiando un plan de estudios extranjero cuando este aumenta la perspectiva de desplazamiento prolongado o cuando parece que debilita los lazos con sus países, culturas, religiones e identidades nativas. Pero seguir un nuevo plan de estudios no significa olvidar las raíces propias, y las comunidades de refugiados han demostrado ser expertos en mantener sus lazos con sus culturas e idiomas fuera de las clases.

Las comunidades de refugiados han probado ser innovadoras.

Las políticas de educación del ACNUR incluyen oportunidades extendidas para los niños y jóvenes tanto de las comunidades de acogida como las de refugiados. Con la llegada de niños refugiados, los maestros pueden enfrentar de pronto más complejidad en las clases de la que ellos están acostumbrados, y necesitan apoyo para asegurar que el entorno de aprendizaje continúe seguro, inclusivo y justo para todos.

Con el número de refugiados creciendo rápidamente, muchos países necesitan el apoyo para expandir y fortalecer sus sistemas de educación formal. También deberían brindarse programas educativos certificados y acelerados cuando sea necesario, particularmente cuando los niños y adolescentes hayan estado fuera de las escuelas por tantos años y descubren un sistema educativo inaccesible. Estos les da la misma oportunidad a los estudiantes mayores, de cubrir las mismas bases que los estudiantes estándares, pero a un ritmo más rápido e intensivo, con un plan de estudios condensado. La educación acelerada es certificada por una institución acreditada para que los estudiantes puedan integrarse a una educación general si así lo desean (en la clase correcta para sus edades), ser transferidos a un nuevo nivel (normalmente secundaria), o cambiarse a cursos técnicos y vocacionales.

La inclusión de refugiados en sistemas educativos requiere una fuerte asociación y una inversión significativa de tiempo y recursos para apoyar a los niños y jóvenes, y que tengan éxito en el nuevo sistema, con capacitación en el idioma en el que se les vaya a instruir, cuando sea necesario. Sin embargo, es una inversión que tiene ricos dividendos para los refugiados, las comunidades y las regiones de acogida.