Ganadores 2016

Konstantinos Mitragas, capitán marítimo y secretario general del Equipo de Rescate Helénico es un empresario de Salónica. © ACNUR/Gordon Welters

Konstantinos Mitragas, un capitán marítimo y secretario general del Equipo de Rescate Helénico es un empresario de Salónica.

Como sus colegas, trabaja de forma voluntaria, supervisando todo, desde capacitaciones hasta relaciones con los medios.

“Creo que es algo en tu corazón que te mueve y te hace voluntario”, dice el padre de dos niños. “Por supuesto que muchas veces estamos asustados, eso es lo que nos mantiene vivos, si no estás asustado, no eres humano”.

En los últimos dos años, el Equipo de Rescate Helénico ha experimentado un aumento significativo de voluntarios y ha llamado a más, con el fin de expandir su operación, que siguió posterior al flujo del 2015.

“Tenemos que estar unidos en momentos de crisis, como lo hicimos con los otros voluntarios de Grecia y con el resto del mundo que vino a ayudarnos”, dijo Mitragas. “El mundo tendrá situaciones difíciles en el futuro, así que tenemos que mantenernos juntos para poder ayudar salvando vidas”.

Efi Latsoudi es la activista con voz suave, pero poderosa detrás de PIKPA.

Originaria de Atenas, se mudó a Lesbos en 2001. Su compasión cambió vidas y restauró la esperanza de quienes ya han perdido tanto.

Para el 2006, no solo el número de refugiados y migrantes que cruzaban a Lesbos aumentó, sino que Latsoudi vio con horror, cómo tantas personas morían en el esfuerzo de encontrar la seguridad. “Pensé, no es posible que esto esté pasando a nuestro lado y que no sepamos nada”, recordó.

Efi formó un pequeño grupo de activistas, que regularmente visitaba los centros de acogida que había en Lesbos, y ayudaba a los refugiados con sus necesidades básicas. Para 2013, los campamentos ya existentes se encontraban abarrotados. Ella vio la urgente necesidad de un espacio seguro, un albergue para los refugiados más vulnerables, los discapacitados, enfermos, embarazadas, jóvenes y mayores, y cuyas necesidades crecían rápidamente. Continuó abogando por la sociedad civil, con el impulso y la visión de Efi, el alcalde apoyó la solución que daba esperanza a cientos de refugiados, y los sobrevivientes de los accidentes marítimos.

PIKPA, abierto en 2013, es orgulloso de ser totalmente independiente, dependiendo únicamente de donaciones y contribuciones voluntarias, tanto locales como internacionales. “Hay una cara de Europa que es muy humana e increíble”, dijo Latsoudi, quien hace malabares para cumplir con las implacables demandas de PIKPA junto con Mihalis, su hijo de 15 años. “Puede hacer milagros. Y esto es un milagro”.

Personas asistidas en el campamento PIKPA

Mohammed, de diecisiete años, estaba asombrado de encontrarse detrás de un alambre espinado después de llegar al campamento Moria en Lesbos. A pesar de que estaba asustado, no se comparaba con el terror del que escapó en casa.

Después de que el ejército sirio tomara a su primo y que su hermano, horrorizado, escapara a Holanda, su madre le suplicó que escapara de Siria. Una noche cruzó el Mar Egeo hacia la Isla Griega de Lesbos. Solo le tomó una hora y media, había escapado.

Para los 856.723 refugiados, que como Mohammed, cruzaron de Turquía a Grecia en 2015, la mitad de los cuales procedían de Siria, los riesgos del peligroso viaje no eran nada en comparación con el infierno que dejaron en casa.

Mohammed era uno de los “afortunados” que logró llegar a salvo a la costa. Pero aun en Lesbos, su pesadilla no había terminado.

Pasó su primer día en Europa en una instalación cerrada y sobresaturada en Moria, donde había muchas tensiones. “Estaba asustado, porque estaba cansado del viaje y estaba solo”, recordó.

Pero su fe en la humanidad se restauró cuando lo enviaron al campamento PIKPA. En el curso de cuatro años, se ha convertido en un santuario para algunos de los refugiados más vulnerables en Lesbos. Aquí, Efi Latsoudi y su equipo de voluntarios ayudan a que refugiados con traumas y vulnerables se sientan a salvo de nuevo. Allí hay una atmósfera de comunidad, un espacio para que los niños jueguen y tengan acceso a atención médica, asistencia legal y educación.

“Me sentí a salvo”, dice Mohammed, que aliviado se lava los recuerdos de su rostro. “Sentí que tengo una familia. Sentí que tengo personas que me protegen”.

Para muchos refugiados como él que sobrevivieron cruzar a Grecia en 2015, Latsoudi y PIKPA se convirtieron en una cuerda de salvamento en un mar de incertidumbre. La generosidad y el apoyo que las personas han recibido aquí, se quedarán con ellos para siempre.